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Dos mujeres y un amor: “Carmen y Lola”

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Quiero confesar que lo que más me ha costado de este artículo no ha sido localizar a la directora de la película, ni hacerle la entrevista, ni transcribirla (palabra por palabra porque quiero ser completamente fiel a su discurso). Tampoco me ha costado leer noticias sobre las polémicas que el filme ha suscitado en algunos sectores (aunque me han hecho sentir muy incómoda). Nada de todo eso, no. Lo que más me ha costado ha sido dejar zanjado el título. Como lo oyes: el título. En un principio lo tenía muy claro: había que incluir el nombre de las protagonistas (Carmen y Lola), la palabra “mujeres” y también algún término como “raza”, “etnia”, “colectivo” o “gitana”. Y estaba convencida, lo tenía todo a punto antes de ver la película. Pero después de verla algo ha cambiado en mí. ¿Podéis imaginar qué es? Efectivamente, en el título “Dos mujeres y un amor: Carmen y Lola” no hay rastro de “gitana”, “etnia” o “raza”. Y no lo hay porque no hace falta, porque para hablar de amor no es necesario nada más, basta con que haya dos personas que sientan lo mismo la una por la otra. ¿Sabéis lo que se siente cuando dos personas sienten al mismo nivel? ¿Cuando “se sienten” la una a la otra sin importar nada más? Pues ya está.

Sin embargo, cuando vi por primera vez la noticia no me lo podía creer. ¿Dos gitanas lesbianas en una película de cine? “Imposible” fue lo primero que pensé. Quizá porque mis prejuicios son más sutiles de lo que he creído siempre. Quién sabe. Un ejercicio de comprensión y visibilidad hace falta en esta sociedad (me hace falta a mí) si, con lo moderna que me creo, he dudado de la posibilidad de poder ver a dos mujeres gitanas queriéndose en la “pantalla grande”.

Desde que conocí la existencia de la película he sido presa de una curiosidad atroz (y quién no) por conocer a la mujer que ha hecho posible tamaña gesta. Porque así lo veo yo, desde mi limitada (y puede que obsoleta mente), una auténtica hazaña. Muchas son las preguntas que han rondado mi cabeza desde el principio. Muchas dudas, sí, pero también mucha emoción por conocer a alguien que ha tenido la valentía de crear algo así.

La ópera prima de Arantxa Echevarría fue seleccionada para la pantalla en la Quincena de Directores en el Festival de Cine de Cannes 2018. Después, y según tengo entendido, se ha tenido que batallar para que finalmente podamos disfrutar de ella en los cines de España porque, una vez más, nuestros prejuicios impiden muchas veces que la sociedad avance al ritmo que se merece. Sin embargo, quien la sigue la consigue (como suele decirse) y hoy, 7 de Septiembre de 2018, “Carmen y Lola”, por fin, se estrena en nuestro país.

Como decía más arriba, muchos son los comentarios que he visto (leído) sobre la película. Comentarios que cuestionan la visión “payocentrista” de un colectivo (el gitano) que, según algunas voces, se ve perjudicado, ninguneado, estigmatizado y estereotipado en “Carmen y Lola”. Pues bien, necesito compartir contigo, lectora, algo que he sentido en la butaca, frente a la pantalla de los cines Lys de Valencia, mientras disfrutaba de la interpretación de esos actores y actrices no profesionales (repito: no profesionales). Algo que me ha anudado la garganta y me ha dejado (presiento que va para días) un peso en el pecho que hacía tiempo que una historia no me producía. Arantxa Echevarría y su equipo han logrado algo alucinante (o así lo veo yo), porque han mostrado desde el más profundo respeto los entresijos de una cultura que no siempre se visibiliza como debería: la gitana. Y, al mismo tiempo, han demostrado que el amor puede con todo, también desde el más profundo respeto. Quiero avisarte de que si vas a ver la película porque tienes la suerte de que cerca de ti se proyectará este fin de semana, te acercarás sin querer y apenas sin darte cuenta al mundo de Lola, te colarás bajo su piel y palparás la emoción y la magia del primer amor. Y, créeme, no lo digo por decir. Sufrirás con ella y caminarás a su lado cuando se sienta triste, pero también cuando sonría.

      Nosotras hemos querido rendir homenaje a la mujer que ha hecho posible todo esto y por eso hoy, al fin, voy a poder salir de dudas y volcar en esta entrevista toda mi curiosidad (y estoy segura que la de muchas lectoras). Así que damos la bienvenida a Arantxa Echevarría, directora y co-productora de la película.

¡¡¡Allá vamos!!!

Hola, Arantxa. Ante todo quiero darte las gracias en mi nombre y en el de todo el equipo de Hay una lesbiana en mi sopa por habernos recibido tan bien, con los brazos abiertos. También por habernos invitado al pre-estreno en Valencia que nos ha permitido disfrutar de la maravilla que habéis conseguido crear. Desde nuestro humilde sitio no podíamos dejar pasar la oportunidad de conocerte un poco más y mejor. A ti y a “tu criatura”, claro. Porque dar a conocer una historia de amor entre dos mujeres gitanas es algo que valoramos mucho, porque creemos que da visibilidad al amor y a la diversidad y estamos convencidas de que puede hacernos mejores personas, con mayor apertura de mente y coherencia de pensamiento. Por eso, nos gustaría saber un poco más al respecto. Para empezar, quisiéramos saber dónde está el germen de la idea de “Carmen y Lola”, una película que trata el tema del amor entre dos chicas gitanas. Cuándo te surge la chispa y por qué crees que aparece.

ARANTXA ECHEVARRÍA: Surge de mis ganas de contar el primer amor. Creo que es un tema que no ha estado bien tratado en el cine. Y que es muy universal, porque todos hemos sentido alguna vez esas mariposas en el estómago, o la piel que se te eriza al ver a la persona que amas.

En realidad esto no es más que Romea y Julieta. Una historia de amor, de nuestro primer amor. Lo que buscaba es que todo el mundo se pueda sentir muy cercano a esa imagen, a esa idea. El mundo gitano fue colateral. Fue al ver una noticia sobre el primer matrimonio gay de dos chicas gitanas que vi y que me sorprendió porque estaban de espaldas, ocultando sus caras, sin ningún familiar. Porque dentro de la comunidad gitana es un tema muy tabú.

Por otro lado, y desde nuestra experiencia personal, sabemos que desde que se enciende la mecha de una idea hasta que se empieza a materializar (en vuestro caso: rodar), pasa tiempo. Con “Carmen y Lola”, ¿de cuánto tiempo estamos hablando?

ARANTXA ECHEVARRÍA: Desde que se me ocurrió la idea hasta que llegamos a realizarla pasaron cuatro años. Tardamos como dos años en buscar documentación, en hablar con las chicas gitanas que vivían escondidas y que conseguí localizar en redes sociales. Luego buscar la financiación de la película. Después, todo el proceso más complicado que fue el del casting, buscar a dos valientes que se atrevieran a hacer la película como protagonistas. Después, el rodaje y la post-producción, que también es otro mundo, porque lleva mucho tiempo montar las piezas del rompecabezas que llevas en la cabeza.

 Directamente relacionado con lo anterior, suponemos que el proceso de selección de las protagonistas no habrá sido sencillo. ¿Cómo lo valorarías en su conjunto?

ARANTXA ECHEVARRÍA: El casting ha sido una de las cosas más difíciles de la película, junto con la búsqueda de la financiación para que apoyaran un proyecto tan complicado. Pero el casting fue desde el principio mi gran miedo. Conseguir que dos chicas gitanas y adolescentes se implicaran, renunciaran a muchas cosas que hay en su cultura, que se expusieran de esta manera era lo que más miedo me daba: la posibilidad de no encontrarlas.

Tuvimos la suerte de que Zaira Romero, que es quien hace de Lola, apareció muy pronto, apareció la octava. Iba acompañando a una prima y me fijé en ella, por esa mirada que tiene, esa fuerza. Esa capacidad que tiene de mirar y de desnudarte. Me fascinó. Pero ya el personaje de Carmen se me hizo más duro. Tuvimos que ver 875 personas hasta que encontré a Rosi Rodríguez que tenía ese candor, esa mirada, esa timidez que yo buscaba en el personaje de Carmen. Una gitana más conservadora, con las ideas menos claras y que se pudiera arrebatar y enamorar de un personaje como Lola, llena de libertad y de ganas de vivir.

Durante el proceso de rodaje, ¿habéis encontrado dificultades/trabas de algún tipo?

ARANTXA ECHEVARRÍA: En el rodaje nos pasó de todo, como en todos los rodajes. De los rodajes se dice que es tan complicado como preparar una expedición al Everest y hacer cumbre. Es muy complejo, hay mucha gente, muchos técnicos, muchas incógnitas sobre el tiempo, sobre cómo funcionarán los actores.

Hemos tenido problemas concretos porque rodábamos en localizaciones reales, de la vida cotidiana. Por ejemplo, hemos rodado en un mercado de Vallecas con mucha gente de la comunidad gitana trabajando allí y con parte de este colectivo en nuestra contra por no estar de acuerdo con la temática de la película. Esto suponía un riesgo y también una complicación.  O por ejemplo que las chicas fumaran no estaba bien visto por algunos gitanos que estaban presentes en algunas secuencias. Las miraban mal, porque ellos consideran una falta de respeto que una persona joven fume delante de alguien más mayor. No está bien visto. En resumen, que sí, que hemos tenido muchos problemas durante el rodaje. Podría decir que ha sido casi un milagro que finalmente la película haya salido adelante.

 Si tuvieras que confesar una cosa positiva y otra negativa de todo el proceso (creación, rodaje, festivales, gira, etc…) de “Carmen y Lola” ¿qué podrías decirnos?

 ARANTXA ECHEVARRÍA: Cosas positivas tendría que decir mil. Miles. Desde todo el apoyo por parte de colectivos LGTBI que hemos tenido en redes, en prensa y en todos los medios. A lo que más me llega al corazón, que son las chicas gitanas lesbianas, o chicas que se sienten discriminadas por su diferencia sexual que de pronto te escriben, abren el corazón, te mandan mensajes, y a mí me siguen emocionando.

 De hecho, te voy a contar una anécdota porque me llamó la atención en su momento y puede explicar por sí misma parte de mi objetivo con la película. Pasó cuando llevamos la película al festival de Munich. Después de la proyección de la película había una ronda de preguntas. Allí, una chica de unos veinte años, con aspecto muy alternativo, como muy moderna en apariencia, levantó la mano para hablar, pero cada vez que lo intentaba las lágrimas no se lo permitían. No pudo hablar porque se echaba a llorar cada vez que cogía el micrófono. Cuando terminó la ronda de preguntas, me acerqué a ella y le pregunté qué pasaba, qué quería decirme. Me confesó que pese a que la película trata la temática de la discriminación en un colectivo concreto (el mundo gitano), ella se había sentido completamente identificada punto por punto con el personaje de Lola. En su relación con la madre. Y que daba igual que fuera una chica que estudiaba Bellas Artes y que se fuera de Erasmus a una ciudad súper moderna y cosmopolita, porque ese problema existe de raíz.

 En cuanto a cosas negativas, pues ciertas reacciones de la parte más conservadora de la etnia gitana y no solo gitana. La LGTBIfobia sigue existiendo en nuestro país, es un hecho innegable, y todo eso repercute en las críticas a la película, críticas personales hacia mí. A pesar de que lo que yo quiero es todo lo contrario: quiero normalizar algo que es completamente normal. La aceptación de la propia sexualidad y amar como se aman Carmen y Lola. Porque es un amor tan limpio, que es imposible que tenga algo malo.

Y, por último, seguro que guardas alguna anécdota divertida que puedas compartir con las lectoras de HULEMS, ¿nos la cuentas?

ARANTXA ECHEVARRÍA: Anécdotas hay como para escribir un libro. Imagínate un rodaje con 150 actores no profesionales gitanos, mezclados con payos. Pues eso, que a diario había anécdotas para contar. Pero hubo una sobre todo que llamó muchísimo mi atención. Cuando llevábamos cuatro semanas de rodaje, un día Zaira Romero (Lola) pregunta que cómo acababa la película. Es decir, que no se había leído el guión después de casi un mes de rodaje.

 Para terminar (y aunque no me lo has preguntado), quería decir una cosa. Y es que el amor no tiene sexo, no tiene raza, no tiene color ni pieles. Lo único que tiene el amor es esto que sentimos en las entrañas cuando vemos a quien amamos. Lo demás da igual. Y eso es lo más importante. Quien no respete eso, no respeta al ser humano. No está respetando una serie de valores básicos que todo el mundo debería respetar.

Gracias una vez más, Arantxa. Nosotras deseamos de todo corazón que la película llegue a la máxima cantidad posible de personas y ciudades porque es una de esas películas que se te clavan, que se te quedan dentro, en un lugar indeterminado entre las costillas y el páncreas. Porque no es justo que la disfrutemos solo algunXs. Porque “Carmen y Lola” es una de esas pequeñas joyas que no olvidas al salir por la puerta del cine, sino todo lo contrario, porque te sigue. A mí, Carmen y Lola van a acompañarme durante mucho tiempo porque me ha fascinado la realidad de los personajes, de sus vidas y sus voces. La dulzura de su amor, de sus caricias y sus movimientos. La inocencia y la ternura que desprenden al tiempo que el mundo sigue girando, ajeno a ellas, que no son, ni más ni menos, que dos adolescentes enamorándose por primera vez.

 

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