
El mismo borrador argumenta que «El sexo significa el estado de una persona como hombre o mujer en base a rasgos biológicos inmutables identificables por o antes del nacimiento. El sexo que figura en el certificado de nacimiento de una persona, tal como se emitió originalmente, constituirá una prueba definitiva del sexo de una persona a menos que sea refutado por evidencia genética confiable».
Se calcula que en Estados Unidos hay aproximadamente 1.400.000 personas cuya identidad no corresponde al género asignado al nacer, y que ahora verían cómo su situación legal es amenazada. La medida se ve como un retroceso en los avances de los derechos de las personas trans, que bajo la anterior administración tuvieron amplios avances en educación, deportes, acceso a baños, residencias estudiantiles, programas gubernamentales y otras áreas.Pero, además de las consecuencias legales y en la vida diaria que esto puede suponer para las personas trans, lo más cruel del asunto es que niega su misma existencia, ya que si el género determinado al nacer es fijo e inmutable, estas personas, por definición, no existen. Es durísimo, es una vergüenza que esto suceda, y, por supuesto, las asociaciones LGBT del país ya se han puesto a trabajar para intentar que este proyecto no salga adelante.
Roger Severino, el director de la Oficina de Derechos Civiles del departamento de Salud, se negó a responder las preguntas del New York Times sobre este asunto. Su pasado habla por sí solo sobre su intención: mientrasfue director del Centro DeVos para la Religión y la Sociedad Civil en la Fundación Heritage, se opuso a las medidas que tomó la administración Obama sobre los derechos de las personas trans, a los que llamó «ideología radical de género».
Vía: NYT

