InicioLiteraturaLos 10 tópicos más comunes de la literatura lésbica

Los 10 tópicos más comunes de la literatura lésbica

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Vaya por delante una aclaración fundamental: nosotras ADORAMOS a las escritoras de ficción lésbica. De veras. El mundo sería un poco peor sin ellas y en nuestra sección de libros siempre son bien recibidas. Peeeero si eres una lectora compulsiva de ficción lésbica seguro que algún día te ha pasado lo mismo que a nosotras. Estás leyendo un libro y de repente piensas:”¿De qué me suena esto?” o “Un momento…. esto lo he leído en alguna parte. ¿Dónde?”. Y es que sí, lectoras croquetas, muchos libros bollo caen en varios clichés que, curiosamente, hacen metástasis de unos a otros sin que nadie sepa muy bien el porqué o dónde empezó esa moda.

alex vause libro laura prepon

Estuvimos buscando respuestas a este croqueto misterio universal, pero como no las hemos encontrado, preferimos traemos los 10 tópicos que se repiten en (casi) todos los libros lésbicos. Porque habelos, hailos, aunque, por supuesto, también existen honrosas excepciones. Por eso y porque la autocrítica dicen que es una de las mayores virtudes del ser humano, estos son los que hemos localizado hasta el momento:

1. LA LESBIANA PODEROSA Y LA CROQUETA PROMETEDORA

Es el mayor clásico de la ficción lésbica. El Quijote del lesbianismo de las letras. ¿Quién no se ha leído un libro en el que la protagonista es una bollera super mega ultra buenorra, que cobra un pastón, que tiene un Lexus aparcado en la puerta de su casa y un Porsche en el garaje de su trabajo, y que se enamora irremediablemente de la croqueta, oh, no tan rica, pero prometedora? Respuesta: nadie. Todas hemos leído algún libro con este argumento porque se reproducen como los hongos de la piscina municipal de tu barrio. Y, bueno, sí, está bien, es emocionante y te entran cosquillitas en el estómago la primera vez que lo lees. La segunda… hmmm… piensas que a lo mejor es casualidad. La tercera, arqueas la ceja con incredulidad. A la cuarta ya te das cuenta de que nada es fruto del azar.

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La madre de todas las lesbianas poderosas.

Croe que a las lesbianas del mundo nos encantan estas historias. Es como leerse la Cenicienta pero en versión bollo: pobre y abnegada croqueta que se despierta de mala hostia un lunes para ir a trabajar en su coche de mierda, en su casa de mierda, con sus muebles y su sueldo de mierda, conoce a famosa inversora de banca que se fija en ella cuando su cochazo pincha una rueda en un semáforo. Vivieron felices y comieron perdices. La princesa bollo azul existe. Y ha venido a salvarnos a todas de nuestras aburridas vidas.

Y esto nos lleva directamente al punto siguiente:

2. EL AMOR LO MEJORA TODO

El amor es un arma poderosa, lo sabemos. Y también somos conscientes de que, cuando te enamoras, todo mejora en tu vida. Los semáforos en rojo dejan de importarte tanto, la señora que cuenta hasta el último céntimo en la cola del supermercado empieza a parecerte adorable, tus amigas que tanto empeño ponen en describirte todo lo que sucede en los pañales de sus hijos de repente son encantadoras… que sí, que lo sabemos. Pero seamos sinceras… esto ES UNA ILUSIÓN. Es decir, no es real. Se trata de un estado pasajero provocado por las sustancias que está generando tu cerebro. Pero cuando esas sustancias vuelven a sus niveles normales, el semáforo vuelve a ser una mierda; los lunes apestan; la señora del supermercado es una vieja que ha puesto allí el universo para hacerte la vida imposible; y tus amigas hablan demasiado de sus hijos y comparten demasiadas fotos de ellos por Whatsapp. ¡Pero en las novelas lésbicas no! En ellas TODO MEJORA CON EL AMOR.

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Las protagonistas no solo tienen la suerte de haber encontrado a la mujer de sus vidas, qué va… La mujer de sus vidas es como Jesucristo Superstar o un Santa Claus con glándulas mamarias que viene cargado de regalitossss porque cuando la conocen todo empieza a mejorar: las ascienden en el trabajo, les toca la lotería, su familia vuelve a hablarles, superan los problemas del pasado. Vaya, que casi te sientes una retrasada social cuando lees estos libros, porque inmediatamente piensas: “Un momento… yo he estado enamorada, ¡estoy enamorada!, ¿por qué a mí no me ha pasado nada de eso? ¿Qué he hecho mal? ¿¡QUÉ!?”. En casos realmente graves, incluso puede que empieces a mirar mal a tu novia por no haberte traído toda esta dicha y felicidad cuando la conociste. Y, oye, no, que tampoco se trata de eso, pobre criatura. Es decir, amor sí. Amor todopoderoso, con mesura, por favor.

3. LOS MÚSCULOS

Flexionados, contraídos, estirados, extendidos, relajados… da igual, un músculo es un músculo, ¿verdad? O eso pensabas tú… Pues no, amiga, al parecer estábamos equivocadas. Frases como “y de repente flexionó su pierna y pude percibir el músculo de su gemelo derecho” se repiten por doquier en las obras de ficción lésbica. Y tú, toda inocente, te preguntas hasta qué punto puede ser erótico un músculo de la espalda, porque por mucho que lo intentes no ves nada de erotismo en él. Porque tú, como yo, eres demasiado básica. Te fijas en lo típico, no sé: tetas, culo, ojos, boca, qué sé yo. Pero en los libros lésbicos no, allí esto de la atracción es algo mucho más complejo, que casi requiere un master en Traumatología para comprenderlo. En ellos las protagonistas perciben sin ningún tipo de problema la sutil contracción del deltoideo y, cuando lo ven contrayéndose, se ponen a mil. Palabra de honor. Te puedes reír, pero lo digo completamente en serio. No sé cuántas veces he leído descripciones como estas y he pensado: ¿Y por qué no le mira las tetas? Hagamos un ensayo:

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4. LAS PORTADAS

Siempre he pensado que me encantaría conocer a los diseñadores de portadas de las editoriales porque nos desvelarían un mundo entero de colores y sensaciones. Una portada es algo básico en un libro. Puede hacer que obras de dudosa calidad como Crepúsculo parezcan obras interesantes o que novelas maravillosas como Canción de Hielo y Fuego no te llamen mucho la atención. ¡Pero en las portadas de los libros lésbicos no hace falta nada de esto! Ellos van a piñón fijo: dos mujeres (preferiblemente desnudas) se miran en actitud sugerente. Da igual de que vaya el libro. Da igual si es policíaco, de fantasía, romance, acción, misterio… las tías (desnudas, a poder ser) y el aire pornográfico de la portada parece ser que son indispensables. Es como si editaran la misma obra mil veces. O como si tuvieran a un replicante dibujando a las mismas mujeres una y otra vez y solo cambiara el título de la obra. ¿Tan superficiales nos ven los responsables de diseño? ¿Por qué todas las obras lésbicas parecen sacados de la sección XXX del Carrefour? ¿Por qué algunas portadas no se corresponden con el contenido del libro? Esto es material para otro bolloexpediente X.

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Algunas de estas novelas son de género policíaco. ¿Sabrías decir cuáles?

5. EXCESO DE HUMEDADES

Y cuando digo esto no me refiero a lo que has sentido al leer esa escena subida de tono. Ojalá fuera eso, pero no. Me refiero a esos momentos en los que a las escritoras se les da por describir las humedades de una manera bastante hiperbólica. La última que leí decía algo así como que el personaje X estaba sentada en un banco del parque y al ver al personaje Y se mojó tanto que, cuando se levantó, dejó un charco en el banco. Repito, porque a lo mejor el concepto no ha quedado claro: ¡UN CHARCO! Literal. Si hay algún médico en la sala agradecería muchísimo que me diga si esto es científicamente posible. Gracias.

Mucho cuidado con los charcos que pisas. ¡Podrían pertenecer a alguien!
Cuidado con los charcos que pisas. ¡Podrían pertenecer a alguien!

6. ¿POR QUÉ TODAS SON LESBIANAS?

Está bien eso de que veamos lesbianas por todas partes (ya sabes que nosotras también lo hacemos), pero una cosa es verlas y otra muy distinta que todo el mundo lo sea. Os prometo que en el mundo real también existen las heterosexuales; en serio, no son un producto de tu imaginación, es que existen de verdad. En la ficción lésbica he llegado a leer que incluso la madre adoptiva de la pareja de una de las protagonistas era lesbiana. Y en ese mismo libro una de las protagonistas tiene una gemela malvada que también es lesbiana. Nosotras damos pábulo a eso de que “dios las crea y ellas se juntan”, pero muchos libros lésbicos tienen tal avalancha de croquetas que acaba afectando a su credibilidad. Así que, de nuevo, amigas escritoras, aceptad este humilde consejo: de vez en cuando no está mal meter a un amigo hetero que te consuele. O a una bisexual, que no abundan demasiado en este tipo de literatura. O a una hetero maligna que te machacará el corazón pisoteándolo con sus tacones de aguja. ¿Qué fue de eso de que la sexualidad es algo que fluye?

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7. EL COMPLEJO DE HÉROE

Este punto sucede especialmente en la novela policíaca. Si has leído alguna recientemente, habrás comprobado un fenómeno milagroso que siempre sucede en este tipo de obras. Y no me estoy refiriendo a que la policía esté buena, porque eso no es un milagro, es una alucinación muy común propiciada por los uniformes. Pero, ahora en serio, estadísticamente hablando: ¿Cuántas posibilidades hay de que el interés romántico de la policía sea, justamente, la persona que esté en peligro? Yo no sé cómo lo hacen estas chicas, pero no dejan de meterse en líos.

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Nosotras, intentando calcular las posibilidades.

Suele suceder de esta manera: policía buenorra conoce a lesbiana (poderosa) y a los pocos días la lesbiana poderosa está (qué casualidad) en peligro y a la policía (qué casualidad) justamente le asignan ese caso. Que no es que se conozcan cuando el caso está ya abierto, qué va, es que estas chicas tienen un imán para homicidas, pederastas, mercachifles, vulgares ladrones y gente de mala fe, los cuales salen de debajo de las piedras cuando empieza a haber cierta atracción entre los dos personajes principales. ¿Qué sentido tiene todo esto? ¿Están intentando mandarnos algún mensaje? ¿Acaso estamos en peligro? ¿Es siquiera matemáticamente posible? ¿Alguna matemática en la sala?

8. EL BAILE

Hay una cita muy famosa de Robert Frost que dice: “El baile es la expresión vertical de un deseo horizontal”. Quizá por ello, las escritoras de ficción lésbica, no paran de incluir escenas en las que las protagonistas bailan juntas. Y os avanzo ya que normalmente es una escena clave para la evolución de sus sentimientos. La música suena, rápido primero, lenta cuando salen a la pista (de nuevo: qué casualidad), ellas se ven obligadas a acercarse, se refriegan un ratito una contra la otra y ¡bang! a partir de eso estarán calientes como una de las Nespresso de las que anuncia George Clooney.

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Cuando bailan siempre es “como si nunca hubieran bailado antes”. “Sus cuerpos encajaron perfectamente”. “La música sonaba solo para ellas”. “Todo lo demás desapareció”. Bien, entendemos que es un buen recurso para hacer que estalle la tensión sexual entre los personajes. Lo único que pedimos es que no aparezca en todos y cada uno de los libros escritos por una lesbiana desde que el mundo es mundo.

9. PROBLEMAS DE EQUILIBRIO

Yo nunca había pensado en la posibilidad de que las croquetas tengamos un problema auditivo que nos haga perder el equilibrio en momentos clave. Que a lo mejor no es eso, pero entonces que alguien me explique por qué cada vez que están a punto de hacer el amor una de ellas le dice a la otra: “Si sigues haciendo eso no podré tenerme en pie”. ¿Es algo figurado? ¿O literal? Porque a lo mejor es un buen momento para plantearse ir a un otorrino.

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10. “TE QUIERO”

Y llegamos al final de la lista haciendo mención al momento cumbre, sin el que (al parecer) ninguna croquetolectora puede vivir. ¿Es necesario que los personajes se digan te quiero? ¿Es necesario siquiera que siempre haya una escena que sea la del “Te quiero”? No sé… llevan cien páginas follando haciendo el amor, no pueden vivir la una sin la otra, tú tienes clarísimo que están super enamoradas y, sin embargo, da la sensación de que el libro no acaba hasta que se lo dicen una a la otra:

—Te quiero.

—Yo también te quiero.

Ese diálogo parece que es imprescindible en toda obra lésbica que se precie. Pero lo peor de todo es que tú misma estás esperando que ocurra, casi se lo exiges a la pobre escritora. Te tragas páginas y páginas esperando a que llegue ese momento y si por lo que sea no llega, te sientes huérfana de tequieros y ponys y cursilerías varias, porque no te han dado tu golosina y tú, admitámoslo, eres una yonki de la ficción lésbica y cuando lees este tipo de obras necesitas que te den tu dosis habitual. Yo lo soy, lo confieso. Así que esto va para escritoras y lectoras: dejemos libertad creativa a la autora. Pensemos que si no se dicen “Te quiero” no signfica que no estén enamoradas, significa que sus sentimientos están implícitos en el texto.

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BONUS

Finalmente, si has leído hasta aquí, has de saber que la obra en sí puede que tenga bonus añadidos si incluye algo como esto: una protagonista tiene trenza (?). Te sonará a broma, pero muchas la tienen, aunque no acabamos de entender por qué, exactamente; una de ella se corta la melena a lo largo de la novela; hay fuerzas de la naturaleza que les obligan a permanecer varios días juntas, encerradas (y esto engloba todo tipo de catástrofes: aludes, tormentas, huracanes y/o terremotos); hay una escena tórrida en una ducha; una de ellas tiene un pasado más negro que un hippie paseando descalazo por una autopista; y finalmente… siempre tienen un orgasmo la primera vez que se acuestan, da igual cuáles sean las circunstancias, aunque la cosa sea un aquí te pillo, aquí te mato.

Esto es todo. Tan solo añadir un par de mensajes con todo el cariño, desde esta humilde publicación. Querida escritora de novela lésbica y responsable editorial: reitero que os queremos, esto es solo una crítica constructiva. Querida lectora croqueta: aceptemos finales alternativos para que las escritoras puedan enriquecer este género con nuevas aportaciones.

¿Qué opinas tú? ¿Te ha encontrado con esto alguna vez? ¿Cuáles son tus experiencias con la ficción lésbica? Compártelas con nosotras 🙂

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