InicioActualidadLa historia que España intentó enterrar: Rocío Wanninkhof, Dolores Vázquez y la...

La historia que España intentó enterrar: Rocío Wanninkhof, Dolores Vázquez y la lesbofobia judicial

Publicado

Hay historias que duelen. Que hieren. Que te cabrean profundamente. Y luego está la historia de Dolores Vázquez, que directamente te deja con el estómago hecho un puño. Porque lo que le pasó a esta mujer no fue un error judicial: fue una injusticia brutal, impulsada por prejuicios, amarillismo y una lesbofobia que se olía a kilómetros.

El caso Wanninkhof: sangre, morbo y portadas

Corría el año 1999 y España entera se paralizaba con la desaparición de Rocío Wanninkhof, una adolescente de 19 años en Mijas, Málaga. El caso lo tenía todo para convertirse en el nuevo culebrón nacional: una chica joven, una madre destrozada, un cadáver y un entorno familiar que los medios podían retorcer hasta el extremo.

Y vaya si lo retorcieron.

Pronto, la policía puso el foco en Dolores Vázquez, la expareja de Alicia Hornos, madre de Rocío. Dolores no tenía pruebas en su contra. Nada. Cero. Pero era lesbiana, tenía una personalidad que no encajaba con lo que la España de entonces consideraba “femenino” y, lo peor de todo, estaba fuera del molde.

¿Motivo del crimen? Ser lesbiana y tener cara de pocos amigos

La única “prueba” era que Dolores no lloraba en público, hablaba con firmeza y mantenía una frialdad que incomodaba. Porque claro, una mujer lesbiana que no se descompone en cámara no puede ser otra cosa que… ¿una asesina? La narrativa era delirante, pero encajaba perfectamente con la lesbofobia estructural que aún hoy campa a sus anchas.

Dolores fue juzgada y condenada a 15 años de prisión, sin pruebas, sin testigos, sin ADN, sin nada. Solo con un juicio mediático que la pintó como una bruja, una “marimacho”, una mujer con “odio” y “celos enfermizos”. Como si su orientación sexual la convirtiera automáticamente en sospechosa.

El verdadero culpable y el silencio posterior

Años después, el asesinato de otra joven, Sonia Carabantes, reveló el verdadero nombre del asesino: Tony Alexander King, un ciudadano británico con antecedentes por agresiones sexuales en su país. ¿Y sabéis qué? Mientras Dolores Vázquez estaba en prisión por un crimen que no cometió, él seguía libre, campando a sus anchas por España.

Cuando se descubrió la verdad, a Dolores la soltaron. Pero nadie le devolvió los años perdidos. Nadie le pidió perdón con la contundencia que merecía. Y, por supuesto, nadie en los medios hizo la autocrítica necesaria sobre el tratamiento del caso. ¿Una mujer lesbiana condenada por serlo? Mejor pasar página.

Lo que este caso nos enseñó… y lo que aún falta por aprender

El caso Wanninkhof no solo fue un fallo del sistema judicial: fue una muestra clara de cómo la orientación sexual puede convertirse en un arma contra ti. Dolores Vázquez fue culpable de ser distinta en una sociedad que no toleraba lo diferente.

Y aunque han pasado más de veinte años, seguimos viendo cómo los estereotipos y prejuicios afectan a mujeres LGTBI+ en los medios, en los juzgados, en la calle. Porque ser mujer y lesbiana en este país aún implica tener que demostrar constantemente que existes, que tienes derecho a ser tratada con justicia, con respeto, con humanidad.

Un reconocimiento tardío, pero necesario

Esta semana, el Ayuntamiento de Betanzos, su ciudad natal, ha decidido rendirle un homenaje otorgándole el XVII premio Úrsula Meléndez de Texeda. En el acto, Dolores ha expresado su gratitud, pero también su anhelo de una disculpa oficial: “Necesito que el Gobierno me pida perdón”. Porque aunque el reconocimiento local es valioso, no puede sustituir la responsabilidad que el Estado tiene pendiente con ella.

La alcaldesa de Betanzos, María Barral, en un gesto de empatía y justicia, ha pedido perdón en nombre de la comunidad, reconociendo que Dolores fue víctima de una sociedad “terriblemente injusta” y de unos poderes del Estado “que no estuvieron a su lado y que siguen sin estar a la altura”. Palabras que, aunque significativas, evidencian la ausencia de una disculpa formal por parte de las instituciones nacionales.

Dolores, con la dignidad que la caracteriza, afirma no guardar rencor. Sin embargo, su petición es clara y legítima: una disculpa oficial que reconozca el error cometido y el sufrimiento infligido. Porque aunque el tiempo haya pasado, la herida sigue abierta, y la justicia real aún está pendiente.

Si quieres más información sobre este caso, te recomiendo el libro La construcción de la lesbiana perversa, de Beatriz Gimeno, donde cuenta, desde una perspectiva LGBT, la odisea de esta señora. Y, para una visión más global del asunto, el documental de Max Dolores, la verdad sobre el caso Wanninkhof.

Últimos artículos

Bloom, las nuevas bragas menstruales de Intimina

Una de las mayores revoluciones de este siglo ha sido, para mí, la de...

El Lyceum Club de Madrid: feminismo, té y amor entre mujeres en los años 20

La escena podría parecer cotidiana: un grupo de señoras en el Madrid de los...

¿Recordabas estos videoclips con croquetas?

Los videoclips musicales son una forma de expresión artística que puede abordar una amplia...

10 juguetes para sáficas en el Mes de la Masturbación

El próximo miércoles 28 de mayo celebramos el Día Nacional de la Masturbación, aunque...

Kany García responde al Papa: ‘En mi casa somos dos mujeres y somos una familia’

No es la primera vez que alguien desde el Vaticano suelta una perlita sobre...

‘Des Preuves d’Amour’: cuando ser madre tiene que justificarse quince veces

A veces las historias más sencillas son las que más te atraviesan. En medio...

¿Por qué deberías ver la segunda temporada de ‘The Ultimatum: Queer’ Love si ya te enganchaste y sufriste con la primera?

Cuando Netflix estrenó The Ultimatum: Queer Love, las lesbianas y bisexuales del mundo entero,...

Zahara, pregonera del Orgullo de Jaén, nos recuerda que es bisexual

La cantautora ubetense no solo nos ha regalado canciones que nos atraviesan el alma...

‘Yellowjackets’ tendrá cuarta temporada

¡Buenas noticias para las fans del caos, la sangre y los traumas que nunca...

Taylor Jenkins Reid, autora de Evelyn Hugo, sale del armario como bisexual

Taylor Jenkins Reid ha soltado la bomba y, sinceramente, ahora entendemos muchas cosas. La...

‘You Can Live Forever’: salir del infierno

You Can Live Forever es una joya del cine independiente canadiense que, sin hacer...

¿Pueden los juguetes sexuales provocar candidiasis? Una guía completa sobre salud íntima y autocuidado

La vida sexual forma parte esencial del bienestar físico y emocional, y en los...

¿Kristen Stewart mordiendo el cuello de Elizabeth Olsen en una discoteca ochentera? Sí, por favor

Lo que parecía solo un deseo colectivo de la croquetada internacional podría convertirse en...

Gillian Anderson y Hannah Einbinder se unen en un slasher queer

Hay nombres que juntas provocan un pequeño cortocircuito en la cabeza de cualquier lesbiana...

El odio sigue aquí: más ataques, más discriminación y más miedo para el colectivo LGTBI+ en España

Imagen: Víctor Torres El informe Estado LGTBI+ 2025 no deja lugar a dudas. El odio...

Más como este

Bloom, las nuevas bragas menstruales de Intimina

Una de las mayores revoluciones de este siglo ha sido, para mí, la de...

El Lyceum Club de Madrid: feminismo, té y amor entre mujeres en los años 20

La escena podría parecer cotidiana: un grupo de señoras en el Madrid de los...

¿Recordabas estos videoclips con croquetas?

Los videoclips musicales son una forma de expresión artística que puede abordar una amplia...

10 juguetes para sáficas en el Mes de la Masturbación

El próximo miércoles 28 de mayo celebramos el Día Nacional de la Masturbación, aunque...

Kany García responde al Papa: ‘En mi casa somos dos mujeres y somos una familia’

No es la primera vez que alguien desde el Vaticano suelta una perlita sobre...

‘Des Preuves d’Amour’: cuando ser madre tiene que justificarse quince veces

A veces las historias más sencillas son las que más te atraviesan. En medio...