La sociedad está cambiando. Se nota en el día a día, se nota en internet, y se nota en estudios realizados por universidades e investigadores, esos que nos dan datos de verdad y no sólo sensaciones. En Estados Unidos, entre 1973 y 1990, el porcentaje de adultos a los que les parecía que creían las relaciones sexuales entre adultos del mismo género estaban bien, es decir, no tenían problemas con los homosexuales, ascendió del 11 al 13%. Sin embargo, para 2014, el 49% de los adultos se mostraban a favor.
Esa cifra ascendía hasta el 63% en millennials, que ya sabéis que somos, me incluyo, aquellos nacidos entre 1981 y 1995. Precisamente en esta generación se aprecia un cambio en nuestro comportamiento sexual: según Jean Twenge, psicóloga de la Universidad de San Diego y directora del proyecto, es en esta generación donde encontramos el porcentaje más alto de personas que han tenido parejas sexuales de ambos géneros, que ha pasado del anterior porcentaje de 3.1 al 7.7%. ¿Es esta la generación más abierta de la historia? Todo indica que si.
Por otra parte, si hablamos exclusivamente de parejas del mismo género, en 1990 un 3.6% de las mujeres adultas habían tenido sexo lésbico. En 2014 esa cifra había ascendido hasta el 8.7. En hombres también se da un aumento sustancial: del 4.5% de 1990 al 8.2% de 2014.
Y, otra vez, entre los millenials, esas cifras son superiores, llegando al 12.2% de mujeres y 7.5% de hombres.
¿Conclusiones? Pues Twenge lo achaca al individualismo. “Algunos pensadores han observado que el individualismo en la cultura occidental desde el renacimiento ha ido creciendo, pero este cambio se ha acelerado desde 1965 o 1970. Como las sociedades se han vuelto más cómodas a la hora de encontrar recursos, los individuos no necesitan preocuparse tanto en encajar en las normas y expectativas de un grupo más grande”.
Y sigue: “El individualismo dice básciamente que hagas lo que quieras y que la otra gente haga lo que quiera también. Las personas tienden a aceptar comportamientos que ellos no tendrían. Es un sentido de hacer lo que está bien para cada uno”.
Después del gran éxito que tuvo su primera edición, allá por marzo, las chicas del Piedra, papel, tijera fest vuelven con todo. Y cuando decimos con todo es con todo y más. Se han mudado a un chalet mucho más grande, con una piscina inmensa, y mucha más fiesta. El fin de semana del 11 de junio es la fecha elegida para pasarlo en grande en la pool party, en una piscina rodeada de música donde bailar, chapotear y hasta hacer AcuaGym a ritmo de djs emergentes, y…algunas que seguramente os suenen. También habrá sala de exposiciones, una zona donde compartir, interactuar y contemplar el arte creado por mujeres, una zona de talleres patrocinada por un love shop, torneos para echar unas risas, y perreo, mucho perreo.
Como estamos prácticamente en veranito, el festival contará con zona de acampada, por si os queréis quedar a dormir bajo las estrellas de la sierra, y también food trucks, para que cojáis fuerzas y sigáis bailando. La localización es sorpresa, y para saberla tendréis que seguir las pistas que os darán al comprar la entrada. Tenéis toda la información en su página de facebook.
Nosotras, por otra parte, te invitamos al Festival, porque somos así de majas (y porque las organizadoras también lo son, jajaja). Esta noche, en nuestro perfil de Facebook, te diremos los pasos a seguir para que te vayas con cuatro amigas a darlo todo.
El escarnio público al que está siendo sometida Amber Heard en los últimos días está siendo vergonzoso y repugnante, y deja bien claro que vivimos en una sociedad todavía profundamente machista en la que nos queda mucho por avanzar.
En una pequeña recapitulación de los hechos, Johnny y Amber aducen diferencias irreconciliables y comienzan los trámites del divorcio, pero pronto sale la noticia de que Amber solicita, y le es concedida, una orden de alejamiento alegando malos tratos, físicos y verbales durante toda su relación, siendo la punta del iceberg un golpe que Depp le propinó con su teléfono la semana pasada. La opinión pública y los medios no tardan en tomar posición, del lado de él, claro. En el mejor de los casos manifestando su apoyo a Johnny Depp y aduciendo la presunción de inocencia, y en el peor sugiriendo que sólo busca fama, que es una cazafortunas, manipuladora, mentirosa y una sarta de adjetivos que siguen la misma línea.
Resulta curioso que de la presunción de inocencia nos acordemos poco, y además de poco, sólo cuando nos interesa. Cuando el político de turno mete mano en la caja bien que somos los más rápidos del oeste y nos convertimos en ser juez y parte antes siquiera de que quien tiene competencia en el asunto pueda siquiera abrir la boca. Cuando se trata de un caso de violencia de género, y más si el involucrado ha sido Eduardo Manostijeras, Willy Wonka y Jack Sparrow, sin embargo, no tardamos en esgrimir como si no hubiera mañana el artículo 11 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Que está muy bien, oye, que me alegra que os pongáis tan del lado de la ley, que es lo que hay que hacer, y es que nadie puede ser considerado culpable hasta que no haya una sentencia judicial firme de por medio, pero es que huele un poco.
A Amber Heard le han concedido una orden de alejamiento, lo que desde luego no es un sentencia judicial y por tanto, en ningún caso, supone considerar a alguien culpable de nada, para eso está el posterior proceso judicial. Tras la investigación, se presentarán las pruebas de cargo y descargo oportunas, las partes realizarán las alegaciones que crean convenientes y blablabla. Con base a eso, el juez dictará la sentencia, condenatoria o absolutoria, que considere justa. Pedir una orden de alejamiento no es como ir a la charcutería a por mortadela, donde pides número y esperas turno. No se requiere prueba plena, pero sí indicios fundados de que se ha cometido un hecho delictivo contra la víctima y de que, además, existe una situación de peligro para ella. O sea, que el juez algo raro tuvo que ver ahí para dictar lo que dictó, si alguien sabrá cómo hacer su trabajo será él y no nosotros. Aún así, esto sigue sin parecer suficiente para apoyar a Heard y plantearnos que puede que esté diciendo la verdad. Heard, por cierto, ha prestado ya declaración ante la policía.
De nada sirve legislar, dotar de más medios a la justicia, especializar profesionales y las campañas de sensibilización de la ciudadanía cuando nos comportamos de esta manera frente a la violencia de género. ¿Para qué denunciar si nadie te va a creer? Ese es el mensaje que se está transmitiendo. Además de que todo esto sirve para dar alas a esa idea de que las denuncias falsas por malos tratos son verdaderamente un problema (mentira cochina) y de que las medidas para luchar contra la violencia de género son un instrumento pensado para destrozarle la vida a los hombres y dejarlos sin un duro.
El polifacético James Franco anunciaba hace unas semanas que estaba haciendo el remake de la película de culto de los noventa Mother, May I Sleep With Danger?, eso sí, con un cambio sustancial en el guion: el director aseguraba que la nueva producción de Lifetime sería un “thriller vampírico de lesbianas”. Cambiando los asesinos en serie por seres chupasangre y la relación heterosexual del film clásico por dos mujeres que se enamoran, el resultado es este tráiler de la nueva versión de Mother, May I Sleep With Danger? que el canal americano estrenará el 18 de junio. Hay a quienes les recuerda a Buffy Cazavampiros. ¿A vosotras qué os parece?
GLOW (Gourgeous Ladies of Wrestling) fue un programa de televisión que congregó a un amplio público delante de la pantalla entre 1986 y 1989, una especie de Pressing Catch en el que las luchadoras eran mujeres. Actrices, modelos y cantantes se subían al ring en el programa americano que intercalaba sus luchas con looks ochenteros con sketches cómicos que encandilaron a la audiencia. Treinta años después, la maestra artesana que nos ha regalado Orange Is the New Black, Jenji Kohan, se ha embarcado en un nuevo proyecto en Netflix basado en el programa de los ochenta.
Ursula Hayden, más conocida como “Babe The Farmer’s Daughter”, su título cuando era concursante en el programa, es la actual propietaria de la franquicia GLOW y anunciaba hace unos días que había firmado un acuerdo con Netflix. Los datos son todavía escasos, pero todo apunta a que precisamente Jenji sería la encargada de dirigir el proyecto, que se centraría en una aspirante a actriz que en los años ochenta consigue un papel en GLOWen el momento más álgido de popularidad del programa. La serie seguiría la trayectoria de la joven a través de los “muchos altos y bajos del (no tan) glamuroso mundo de la lucha libre”. Al parecer el equipo de Jenji ya está escribiendo el episodio piloto de esta nueva serie que, como Netflix es una pescadilla que se muerde la cola, se le ocurrió a la creadora de OITNB después de ver un documental sobre GLOW en la plataforma de streaming.
Estos días se está celebrando en Sao Paulo el Orgullo 2016, cuya manifestación es una de las más multitudinarias del planeta, llegando a congregar a dos millones y medio de personas, que se dice pronto. Ha dado la casualidad de que el reparto de Sense8, la magnífica serie de Netflix protagonizada, entre otros, por Miguel Ángel Silvestre y Daryl Hannah. El reparto de la serie se ha subido a una carroza y ha dado rienda suelta al amor que sienten unos por otros de la manera más gráfica posible: a besazo limpio.
Todos los medios han llamado la atención sobre el actor español, pero a nosotras, qué queréis que os diga, nos mola más ver a Jamie Clayton y Freema Agyeman en plena acción. De verdad. Nos gusta más. Muchísimo más.
Cuando Frozen se estrenó en cines de todo el mundo allá por las navidades de 2013, supimos inmediatamente que no estábamos frente a la típica película de Disney. La productora de los sueños nos había ido dando en los últimos tiempos sutiles pinceladas que se salían de su norma de encontrar al príncipe azul, véase por ejemplo el caso de Mérida en Brave, que ni tiene novio ni interés ninguno en encontrarlo, pero el caso de Frozen iba un poco más allá.
Como bien te contábamos en ese momento, la película, en primer lugar, nos daba no una protagonista que tenía que casarse con el heredero a la corona de un reino muy, muy lejano, sino a toda una Reina por derecho propio, algo completamente nuevo. Su hermana, sin embargo, pretendía casarse con el primer chico que se había cruzado en su camino, a lo que Elsa le respondía de este modo.
“No puedes casarte con un hombre al que acabas de conocer”, algo que, sistemáticamente, habían hecho las protagonistas de las historias de Disney desde su primer largometraje, Blancanieves, allá por 1937. ¿Será verdad, pues, que algo estaba cambiando en Disney?. Pero los espectadores, rizando el rizo, están reclamando en los últimos días algo que, bien analizado, tiene todo el sentido del mundo, y es que en la secuela de esta película, la Reina de Arendelle tenga novia. Novia, con A. Porque Elsa, para aquel que sabe mirar, es lesbiana.
Hay algo en lo que estamos de acuerdo algunos de los que protestan y yo, por increíble que parezca. Y es que no hace falta que Elsa tenga una pareja para que sea lesbiana. Es verdad, la orientación sexual no la define tu pareja. Pero durante 80 años hemos visto a las princesas Disney con un hombre del brazo, y sería algo refrescante el que, por una vez, la sempiterna historia de amor en la película de turno fuera entre dos chicas. Si es que la van a meter de una manera u otra, pues al menos que sea croqueta.
El caso es que en la película original hay más de un detalle y de dos que nos hacen pensar que Elsa estaría más que contenta con una mujer colgada del brazo. El primero, y lo pongo primero porque es tan evidente que te salta a la cara, es la letra de Let it go, canción principal de la película. Un análisis de dos minutos servirá.
La nieve brilla esta noche aquí más
Ni una huella queda ya Soy la reina en un reino de aislamiento y soledad
El viento aúlla y se cuela en mi interior
Lo quise contener pero se escapó No dejes que sepan de ti Que no entren, siempre me dijo a mí No has de sentir, no han de saber
¿Ya qué más da?
Suéltalo, suéltalo, no lo puedo ya retener Suéltalo, suéltalo, ya no hay nada que perder Qué más da, ya se descubrió
Déjalo escapar, el frío a mí nunca me molestó
Desde la distancia, qué pequeño todo es
El temor que me aferraba no me va a hacer volver Soy libre y ahora intentaré sobrepasar los límites Ya no hay más reglas para mí por fin
En las entrañas de la tierra puedo entrar
Mi alma crece y hace espirales sin parar Y un pensamiento en mí surgió y cristalizó Ya no regresaré, el pasado ya pasó
Suéltalo, suéltalo, subiré con el amanecer Suéltalo, suéltalo, la farsa se acabó Qué la luz se haga otra vez
Déjalo escapar, el frío a mí nunca me molestó
Toda la canción es una metáfora gigantesca sobre el tener que ocultar algo, y que ese algo es que eres homosexual. Frases como “la farsa se acabó”, o “soy la reina en un reino de aislamiento y soledad” sonarán extrañamente familiares a todos aquellos que, en un momento u otro, han sentido que no encajaban, y finalmente han soltado su secreto. La propia Elsa muestra, durante la canción, cómo toda ella sufre un cambio, incluso físico. Ya no va a estar recluída en una habitación: va a vivir su vida plenamente. Pero no sólo la canción es todo un discurso pro-salir del armario.
La primera parte de la película trata sobre el secreto de Elsa, un secreto que sus padres quieren que nadie sepa, y son ellos quienes la confinan en una habitación. Pero de nada sirve, porque sus poderes se van haciendo cada vez más y más potentes, para disgusto de sus progenitores, que hubieran preferido una hija… normal.
Elsa cree que algo está mal con ella, algo que no puede controlar, y que va creciendo conforme ella va cumpliendo años. Algo que la aísla de todo el mundo, incluso de su propia hermana. Algo que hace que sus padres le digan que es un monstruo.
Mantener algo en secreto durante años es durísimo. Ya sean poderes mágicos (cof) o, qué sé yo, que te gusten las chicas y en tu familia la homofobia campe a sus anchas. Imagínate. Pero, finalmente, Elsa, tras la muerte de sus padres, no puede seguir luchando más contra eso, y, como ya hemos visto, ‘sale del armario’ en pleno Let it go, transformándose en alguien más seguro de si mismo y que no tiene miedo de mostrarse tal y como es.
Y, al final de la película, lo que hace que Elsa deje de considerarse del todo como un monstruo es el amor de su hermana, que la acepta y la quiere tal y como es. Ese hecho provoca que el pueblo de Arendelle la quiera y acepte a su vez.
Frozen es una fábula sobre quererse a sí mismo, seas como seas. Porque, y sin querer ponerme en plan Paulo Coelho, cuando te aceptas y te quieres, vives mucho más tranquilo, más en paz contigo mismo y con los de alrededor. Yo no tengo hijos, pero supongo que cualquier padre o madre lo que quiere es que su familia sea feliz, ¿no?. Por eso me llama tanto la atención toda esta campaña anti novia de Elsa que hay por las redes.
Todos los argumentos que dan, todos absolutamente, están basados en la completa ignorancia. Desde aquellos que dicen que las niñas se volverán lesbianas si ven a una prota de Disney lesbiana, ya que se cimenta en que la homosexualidad es una opción cuando no lo es, hasta los que dicen que los niños no entienden esas cosas, cuando al parecer sí lo hacen si se trata de chico y chica, pasando completamente por alto dos puntos fundamentales: que una princesa (o reina) lesbiana ayudaría a muchos niños y niñas que crecen pensando que lo que sienten es raro y está mal, y quizá los dibujos animados no son solamente para niños.
Sea como sea, muy seguramente Disney no pase del subtexto velado de la primera parte, pero esta campaña a favor y en contra de cosas que deberían ser normales nos ha servido para alegrarnos mucho viendo el apoyo de gente mucho más allá del colectivo LGBTQ, gente que no ve nada malo donde no lo hay, y también nos ha facilitado la limpieza de amigos en Facebook y redes sociales. Gracias, Elsa.
Hace unos días nos despertamos con una noticia muy, muy chula, y que entusiasmó a las amantes de la biología y la ciencia en general: por primera vez se documentaron comportamientos lésbicos en un grupo de gorilas en libertad. Esto no quiere decir que no pasara antes, pero los investigadores no estaban ahí para verlo y tomar nota. El caso es que hemos hecho nosotras también de investigadoras, y hemos recopilado otros estudios que demuestran que otras animalitas (?), aparte de las gorilas, también croquetean.
Albatros
Los albatros viven unos 70 años, y al parecer tienen una pareja que conservan de por vida. Incuban juntos sus huevos durante 65 días, y se turnan para encontrar comida. Un biólogo que andaba en Hawai estudiando una colonia de 120 albatros encontró que muchas de las hembras, exactamente un tercio de la colonia, se emparejaban entre ellas.
Macacos japoneses
Durante el invierno, los macacos luchan encarnizadamente por encontrar una pareja dentro de su grupo. Pero no solamente es una lucha entre los machos, parece que las macacas también participan de las peleas por otras hembras.
Bonobos
En 1995 Frans de Waal publicó un estudio en la revista Scientific American en el que describía cómo hembras de bonobo se frotaban los genitales hasta que “emitían chillidos y hacían muecas que probablemente reflejaran experiencias orgásmicas”
Hienas
Se estructuran como en un matriarcado, y las hienas hembra dominan a los machos en la estructura familiar, siendo más grandes y más agresivas que ellos. También se han observado hembras montando a otras hembras, como resultado de esos comportamientos dominantes.
Palomas
Tanto las hembras como los machos a veces tienen tendencias homosexuales. Además, las parejas del mismo sexo construyen nidos e incuban unos huevos que, claro, no son fértiles. Nunca más volverás a mirar a las palomas del parque de la misma manera.
Delfines
Los delfines de varias especies tienen relaciones con parejas del mismo género, aunque donde más se ha observado es en los delfines nariz de botella, los delfines que te estás imaginando, vaya. Los encuentros sexuales entre hembras están muy bien descritos en este enlace. Si tienes curiosidad por saber cómo lo hacen las delfinas, pues adelante.
Las hembras de Cnemidophorus, un lagarto que se encuentra en el continente americano, se reproducen por partenogénesis, un tipo de reproducción sexual que consiste en el desarrollo de una célula reproductora hasta llegar a formarse un nuevo individuo, sin que se produzca fecundación. Para estimular la ovulación, las hembras se “aparean” entre ellas.
Esta lista incluye las especies en las que se ha observado comportamiento sexual entre hembras. Entre machos es más frecuente y en más especies. Las podéis leer todas aquí.
Piper y Alex son, claramente, la pareja favorita de las fans de Orange is the new black. Todas las parejas tienen sus seguidoras, obviamente, pero lo de estas dos levanta pasiones. ¿Será porque fue lo primero que vimos de la serie, a ellas dos en la ducha? ¿O será porque la química que tienen las dos actrices es una cosa de otro planeta? El caso es que, a dos semanas de que se estrene la cuarta temporada de la serie de Netflix, le han preguntado a Taylor Schilling sobre la relación de estas dos en los nuevos episodios. ¿La respuesta? Humo.
—Piper y Alex tuvieron una movida muy grande el año pasado, así que… ¿qué puedes decirnos de su relación este año?
Creo que son dos personas que van a estar unidas en lo bueno y ne lo malo, no creo que necesariamente sean la mejor compañía la una para la otra, pero están conectadas
—¿Con quién va a pasar Piper mucho rato este año?
Con nadie
¿Va a estar en aislamiento todo el año, o…? No sé, pregunto. Separar a Piper y a Alex, aparte de que no parece buena idea desde el punto de vista de una espectadora quizá un poco obsesionada con esta pareja, parece también un poco imposible. Son dos personas destinadas a encontrarse irremediablemente. Por otra parte, Selenia Leyva, quien interpreta a Gloria en la serie, habla sobre la relación de su personaje con Sophia.
—Crees que hay alguna oportunidad de que Gloria y Sophia tengan un romance?
Esto… ¿Qué?… Creo que algunas cosas son mejor no tocarlas… Lo primero, porque es mi hermana, la quiero como a una hermana, y… ¿qué? ¿besar a una prima? Ew. Pero creo que Gloria y Sophia han pasado por mucho, y van a tener una relación, pero no creo que sea amorosa
Amén. No todas las relaciones que se pueden establecer dentro de Litchfield han de ser lesbicoamorosas (?). Las lesbianas TAMBIÉN tenemos amigas, y a veces hasta amigas lesbianas, es una pasada esto.
Te contábamos ayer que los tabloides y diarios (de todas partes, no hace falta irse a ninguna parte, porque este parece ser un mal internacional) nos han metido en la fiesta del machismo y la bifobia al hilo del divorcio entre Johnny Depp y Amber Heard, una separación con agresiones por medio. Muchos de esos diarios hacen un hincapié escabroso sobre la orientación sexual de Amber Heard, como si eso fuera, de algún modo, o bien la causa del divorcio o, al menos, la explicación para que el actor perdiera los nervios y le soltara algún guantazo. Porque claro, ¿a quién no le va a poner nervioso que tu mujer tenga amigas con las que puede acostarse?
Frente al vómito general que provoca leer este tipo de cuestiones, la también intérprete Evan Rachel Wood, que da la casualidad de que también es bisexual, y que también ha estado casada con un hombre, uno al que no engañó con ninguna de sus amigas lesbianas, a riesgo de que le quitaran la acreditación de bisexual, ha salido en defensa de Amber, criticando el uso de su orientación sexual que están haciendo los medios. Wood citó este texto en twitter:
La orientación sexual de Amber Heard es sólo relevante en que las mujeres bisexuales tienen más riesgo de experimentar violencia por parte de sus parejas. La bisexualidad no es de ningún modo razón para la violencia. No significa que Heard sea de ningún modo inmoral o merezca abusos
La actriz, seguramente debido a la murga que le debe dar la gente por twitter, ha optado por borrarlo, pero nos queda claro lo que le parece todo este circo.