Netflix sigue embarcándose en proyectos arriesgados, series que otras cadenas más atadas por las cifras de audiencia no se atreverían a producir. Hablamos de Orange is the new black, hablamos de House of cards, hablamos de Sense8. Y, también, de Grace and Frankie, la serie protagonizada por Jane Fonda y Lily Tomlin que, además de tener a estas dos fantásticas actrices a la cabeza, es claramente LGBT. La premisa de la serie es la siguiente: Dos archienemigas, de esas que duran toda la vida, descubrirán que tienen más en común de lo que creen cuando sus maridos les revelan que no solo son gays, sino que están enamorados y planean casarse. ¿Drama, dices? En absoluto: Para terminar de hacer perfecto el regalo, la creadora no es otra que Marta Kauffman, a la que le debemos el haber sido la madre de Friends.
Así, recapitulando, tenemos: a Jane Fonda con Lily Tomlin, croqueta reconocida, a las que además se sumará Dolly Parton como actriz invitada. Tenemos romance en la tercera edad. Tenemos temática LGBT. Tenemos humor. Tenemos, seguro, una gran serie. Grace and Frankie se estrena el ocho de mayo, pero ya podemos ver las primeras imágenes.
Se acercan, si es que no estás inmersa ya, las vacaciones de Semana Santa. Días para pasar en la playa, hacer alguna escapada corta o, simplemente, quedarte en el sofá con tu croqueta, relajándote y recargando pilas para lo que viene. “¿Y qué podríamos ver”, dices, inocentemente, mirando a la pila de DVDs rayados que cogen polvo encima del mueble, pensando que te niegas a ver por decimoquinta vez Si las paredes hablaran. No desesperes: en HULEMS te traemos diez películas lésbicas que puedes añadir a tu colección.
The Killing of Sister George
June es una mujer madura, con un humor de perros, que lleva mucho tiempo interpretando en televisión a uno de los personajes más queridos por los espectadores, Sister George, que es todo lo contrario a ella. George es dulce, amable y querida, y June trae a su pareja, Alice, por la calle de la amargura. Un episodio en un taxi lo cambiará todo. Esta película supuso un antes y un después en la representación de las lesbianas en el cine, y es habitualmente olvidada en las listas.
Another Way
Nominada a la Palma de oro de Cannes, Another way tiene lugar en la Hungría de 1956, tras la fallida revolución contra el gobierno de la República Popular. Éva y Livia, dos periodistas que luchan a favor de la democracia en el país, se conocen cuando empiezan a trabajar juntas en un periódico. Esta película causó mucha controversia por ser la primera que trataba la homosexualidad y las consecuencias de la revolución.
80 egunean
Axun y Maite, grandes amigas en la adolescencia, se reencuentran 60 años después, por pura casualidad. Las dos retoman su relación de amistad, comprobando que su conexión sigue intacta, para alegría de ambas. Cuando Axun descubre que Maite es lesbiana, se da cuenta de que sus sentimientos podría ir más allá. Esta joya del cine vasco trata un tema muy poco habitual, el amor en la tercera edad.
Los secretos
Naomi es hija de un rabino ultraortodoxo israelí. Siguiendo los anhelos de su madre sobre la dura lucha de las mujeres, la chica decide asistir a un curso de estudios de la Torá, huyendo de un matrimonio arreglado por su padre. Ahí conocerá a una estudiante francesa que dará un nuevo sentido a su vida. Esta película israelí de 2007 ha estado nominada a multitud de premios, y ha recibido las mejores críticas en medios israelitas.
Sister my sister
Basada en un hecho real acontecido en Francia en 1933, Sister my sister narra la historia de dos hermanas, sirvientas en una casa de clase alta, en la que la dueña lleva el clasismo por bandera, y las trata miserablemente. Encontrándose solas, y sin más apoyo que el de la otra, llega un punto en el que las dos hermanas traspasan alegremente la línea del incesto. No me miréis con esa cara, nadie dijo que el croqueteo fuese fácil.
The secret diaries of Miss Anne Lister
La vida de Anne Lister, propietaria, montañera y viajera de Yorkshire que vivió a principios del siglo XIX, es verdaderamente fascinante. Ella misma dejó constancia de todas sus vivencias en sus diarios, en los que hablaba de todo, incluídas sus relaciones con otras mujeres. Estos fueron escritos en un código, mezcla de álgebra y griego, que no fue descifrado hasta la década 1930. La BBC hizo una adaptación de su vida en el estilo que nos tiene acostumbradas: fiel, entretenida y, sobre todo, muy pródiga en detalles.
Cracks
Eva Green y Maria Valverde protagonizan esta película, en la que en un internado británico de los años 30, Miss G, interpretada por Green, es la profesora a la que todas las niñas admiran. Independiente, valiente y decidida, su vida cambiará, arrastrando la de todas, cuando Fiamma, una chica española, llegue a la escuela.
Hannah Free
Hannah y Rachel crecieron en el mismo pueblecito de los Estado Unidos. Entre ellas siempre hubo algo más que amistad, pero en el momento en que hubo que decidir ciertas cosas, Rachel decidió crear una familia al lado de un hombre. Aunque eso no impidió que ellas dos apagaran la llama de lo que sentían. Curiosa película narrada en flashback, repleta de los sempiternos secundarios que vemos a todas horas en la televisión.
La surprise
Marion ha decidido dejar a su marido. Siente que tiene que haber algo más que esa existencia gris. Cuando conoce a Claude, una joven bellísima, experimenta sensaciones que le eran desconocidas hasta entonces, y al revelarse que la chica es lesbiana, Marion empieza a dudar si abandonarse a sus deseos. ¿Será sólo atracción física, o habrá algo más?
Theresa and Isabelle
Después de 20 años, Theresa visita el internado en el que pasó su juventud, desgranando todos los recuerdos que albergan esas paredes. Y sobre todo Isabelle, más mayor que ella, con más confianza, y que se convirtió primero en su amiga fiel, más tarde en su primer amor. Otra de internados vintage.
Diez películas que, por una razón u otra, deberían estar en tu estantería. Unas por curiosas, otras por desconocidas, otras por narrar historias de amor entre mujeres con un telón político de fondo más que interesante. Aunque estamos viviendo en una época dorada de cine lésbico, las historias que nos interesan siempre han estado ahí: sólo hay que saber buscarlas.
Si eres una de esas croquetas que abandonó la serie por falta de acción (sabéis a que clase de acción me refiero) entre las dos protas, puede que no sepáis cual es la situación actual entre ellas, y os estéis preguntando: ¿Qué pasa con Rizzoli and Isles? ¿Se han liado ya? ¿Se han declarado? ¿Se han ido a vivir juntas oficialmente? ¿Han decidido adoptar ya a su primer gato pese a saber que las mascotas de esa serie acaban desaparecidas y, al parecer, tristemente olvidadas? (Bass, nosotras te recordamos <3.)
Muchas preguntas, y una sola respuesta: No. Un enorme y decepcionante no.
Hace un par de semanas que se terminó la quinta temporada de la serie, y, pese a las señales que nos indicaban que, de nuevo, no habría croquetas en su sopa, yo soy un poco la clase de inocente que no pierde la esperanza hasta que no acaban los títulos de crédito, así que la retomé desde dónde la dejé a mediados de temporada (porque, sinceramente, no pasaba nada que me produjera un mínimo interés, los casos son… flojitos) con el fin de ver si con el season finale me llevaba una sorpresa (y el de quitar la serie de la lista de ‘pendientes’, desde dónde me acechaba). Y adivinad qué: ¡¡¡SORPRESA!!! No ha pasado nada de nada. AGH.
Y nosotras, Jane. Y nosotras.
Pero, ¿por qué se niegan a darnos lo evidente? ¡Jane ya ni siquiera pasa por casa! Prácticamente vive con Maura, quien estoy segura que comparte cama más veces con Gayzzoli que con su novio. O, bueno, ex-novio, que la verdad, para uno que no le sale asesino en serie o fugitivo… la mujer tiene muy mala suerte. No se explica que los guionistas le quiten novios aceptables, que le “hacen feliz” y NO SUELEN SALIR EN PANTALLA (ojo, porque esto es importante para poder ignorar su existencia) para luego no liarla con Jane. ¡Sufrimiento sin sentido! Porque, claro, puedes estar pensando lo que yo durante la season finale: Que ahora a Jane le toca consolarla *guiño*, que el alcohol suele estar presente tras las rupturas (y ya sabemos que la mitad de las escenas se graban en un bar en el que tienen descuentos, I mean…) y que una puede no controlar pequeños impulsos cuando bebe en exceso *guiño, guiño*, que las dos están muy solas y se necesitan… *GUIÑO, GUIÑO, GUIÑO*
Pero ¡NO! Spa y el mundo arreglado. Y la otra viendo fantasmas. Chicas, no estáis bien, los guionistas os están volviendo locas, igual que a mi.
No estamos nada bien.
Y yo me pregunto, ¿¡qué tenemos que hacer!? ¡Ya nos hemos visto cinco temporadas! Quieren que bailemos una danza invocando al espíritu de Safo? ¿Que escalemos el Anapurna en busca de alguna planta especial con la que hacer un té raro que debemos ingerir? ¿¿Esperan que hagamos algún sacrificio humano, tal vez?? ¡¡Que alguien me diga lo que quieren!!
Estoy calmadísima.
Lo único que sé es que agradezco infinitamente el tiempo que tenemos hasta la ya confirmada sexta temporada, porque puede que sea tiempo de revalorar el por qué de esta serie. Así, como concepto general en mi demasiado agobiante lista de series. ¿Y tú qué? ¿Crees que aún hay esperanza? ¿Te ha gustado la última temporada de Rizzoli and Isles? ¿Qué opinas de la desaparición de todos los animales que incorpora la serie? ¿Tomará medidas la PETA de una vez?
La madre de Antonia (Fernanda Ramírez) ha encontrado una foto que no debería haber visto: su hija besándose con otra chica. Como resultado de este descubrimiento, la ha echado de casa, y Antonia tiene que irse a vivir con su prima María José (Margarita Hardessen), quien tampoco acepta su orientación sexual. En este viaje de aceptación y soledad, Antonia se encuentra con Andrea (Isidora Urrejola), quien le enseña a ver las cosas de otra manera, y le muestra que la vida puede ser diferente a como la conoce hasta ahora.
Perder para ganar es, después de Joven y Alocada, la máxima apuesta de Chile por el cine lésbico. Tanto es el compromiso de la directora, Camila Maureira, por la máxima visibilidad de la película, que ha escogido como protagonista de la misma a Fernanda Ramírez, actriz muy conocida en el país andino. La misma directora declaraba “Creo que será un material audiovisual que permitirá cierta lectura y abrirá una discusión, especialmente en sectores más conservadores. La parrilla del cine está llena de películas estereotipadas. Queremos que el mundo se vaya abriendo y apoyen estas temáticas más discriminadas”. Chile está inmerso en un debate social de gran magnitud, después de la aprobación en enero de este año de la ley de matrimonios igualitarios uniones civiles.
La película se encuentra en fase de producción, y para sufragar los gastos que conlleva, la directora ha iniciado una campaña de crowdfunding, con jugosas recompensas para los que colaboren. Todavía quedan 25 días para cumplir el objetivo, fijado en 10.000 euros. Francamente, un proyecto así merece todo nuestro apoyo. Disfrutar de buenas historias, casi hechas a nuestra medida, es todo un lujo que no debemos dar por hecho, sino poner todo de nuestra parte para que se sigan rodando películas así.
Ryan Murphy es odiado y adorado a partes iguales. Pese a que hay quien dice que ya ha perdido el toque, aquello que lo hizo grande, como pudiera ser Nip/Tuck o Popular, sus primeros trabajos, él sigue poniéndose al frente de proyectos arriesgados, de producciones que otros, directamente, no podrían hacer. Porque no son Ryan Murphy, y no tienen el poder que él ostenta. Se le acusa de misógino, de maltratar a sus personajes femeninos, de hacerles sufrir lo que no está escrito. Y la mayoría de veces los críticos tienen razón, y no podemos dejar de imaginarnos a Murphy sentado en un butacón mientras mira sus series acariciando un gato blanco, pero hay que valorar que sus series son las más inclusivas de la televisión, junto con las de Shonda Rhimes. En todas y en cada una hay personajes LGBT que, sorpresa, tienen guión y profundidad. Nos trajo a Britanna, por Dios santo, se lo tenemos que consentir todo a este señor.
El caso es que Murphy tiene en desarrollo Scream Queens, comedia que se emitirá en Fox el otoño que viene. El reparto de la misma es loquísimo, incluyendo a la niña bonita del director, Lea Michele, de la que algún día tendríamos que hacer un post comentando su trayectoria laboral, junto con otros nombres… inesperados, como Ariana Grande, Nick Jonas, Jamie Lee Curtis, Emma Roberts, Abigail Breslin, y seguramente cualquiera que se lo pida por twitter. Si no, tiempo al tiempo. El director ha declarado ya que la serie “Es una antología, pero hay una conexión. No puedo desvelarla porque es diferente de AHS, que se resetea completamente cada año. Esta no lo hace. Esta serie va sobre la sororidad más malvada del mundo, y la serie de cosas malas que comienzan a pasar”
La acción comienza cuando Jamie Lee llega a la sororidad, y junto con el resto de chicas intenta resolver qué está sucediendo, algo que está conectado con un hecho que ocurrió hace veinte años. La web Scream Queen fans (¡Gracias por el soplo!) ya está ofreciendo retratos más detallados de los personajes, como por ejemplo Brittany Greenwold (Lea Michele), una chica muy lista que cree en sus sueño, aunque al mismo tiempo alguien trata de destruirlos, muy probablemente Chanel Oberlin (Emma Roberts), ya que dicen que son archienemigas . ¿No os recuerda a Rachel y Quinn?
https://www.youtube.com/watch?v=cQ_AIyP67eY
También nos cuenta, y esto es algo que tratándose de Murphy no podía faltar, que Chanel, el personaje de Emma Roberts, tiene interés romántico (y recalco lo de romántico) en Stacy, interpretada por Skyler Samuels. Habemus croqueta en la serie, y parece que esta vez nos ha tocado la animadora mala. La misma web anuncia que no será algo platónico, sino que tendremos escenas de sexo entre las dos. Veremos si este Glee meets Scream nos termina por convencer, pero desde luego tiene muy buena pinta. Lo que es seguro es que no dejará indiferente a nadie.
¿Qué esperabais? ¿Qué no nos uniéramos a la moda por lo asiático?
¿Os suena?
¿No? ¿Seguro?
¿Segurísimo?
¿y ahora?
Efectivamente, Hyun-a fue la asiática potente del videoclip más visto de la historia. La surcoreana además de moverse al ritmo de PSY es cantante, modelo y diseñadora. Una artista del Renacimiento, vamos.
Ha formado parte en su país de varios grupos musicales, y es por su fama que el rapero del Gangnam Style la escogió para protagonista del video que la hizo conocida en el resto del mundo.
Que vale, a lo mejor no sois mucho de medicina oriental, ni meditación, ni siquiera el pescado crudo – ejem – pero oye, la chica está para pensárselo…
Pd. Nos parecía injusto, cruel y despiadado hablar de una asiática, y no nombrarla a ella, la morena de ojos rasgados por excelencia. Viva tú, Lucy. Te guardamos la vez para el siguiente Pon una asiática en tu vida.
Hoy quería compartir con vosotras una curiosidad que he descubierto hace poco. No me considero una experta en este tema, precisamente por eso quiero compartirlo, por si entre las lectoras hay quienes sí lo son y pueden aclararnos las dudas que todo este conglomerado de conceptos e ideas generan. Sin más preámbulos os presento el tema a debatir:
LA ORIENTACIÓN SEXUAL CRUZADA
Para entender mejor este término, es imprescindible saber que una cosa es la orientación sexual, y otra, la orientación romántica. Nos enseñan desde que somos pequeñas que la una y la otra van ligadas, que cuando nos enamoramos debemos sentir atracción sexual y así hemos crecido. Sin embargo, la teoría que os presento hoy defiende lo opuesto: la orientación sexual y la orientación romántica no tienen por qué estar alineadas, esto implica que puedes sentirte atraída sexualmente por los hombres y románticamente por las mujeres (o viceversa). Esta no alineación recibe el nombre de Orientación sexual cruzada.
Dentro del grupo de las personas que tienen una orientación sexual cruzada pueden encontrarse, entre otros:
Homosexuales Heterománticos
Homorománticos Heterosexuales
Birománticos Heterosexuales
Birománticos Homosexuales
Etc…
Lo primero que pensé cuando conocí esta definición fue: ¿Cómo pueden estar separadas la atracción romántica y la sexual?
Según el artículo, es una falsa creencia común en la sociedad creer que la atracción sexual y romántica son la misma cosa, o que, al menos, la atracción romántica sólo ocurre como parte de la atracción sexual. Esta creencia motiva a la gente a asumir que si se está enamorada de alguien, se quiere tener sexo con esa persona, y que una sólo se enamora de la gente del género o géneros con los que quiere tener sexo.
Tras leer esto pensé que no estaba entendiendo del todo la diferencia entre atracción sexual y atracción romántica, así que seguí leyendo y me encontré con la explicación de ambas:
La atracción sexual es bastante fácil para la mayoría de la gente. Una sabe cuándo lo siente y llega a ser obvia en la pubertad. Incluye tener pensamientos sexuales sobre gente específica o sobre el género con quien una se siente atraída físicamente, experimentando una respuesta genital, sintiendo deseo de masturbación, etc.
La atracción romántica, sin embargo, comporta una definición más subjetiva. La mayoría de la gente que se identifica como romántica define este tipo de atracción como un incremento en el sentimiento de la felicidad cuando se piensa en la otra persona, tener grandes fantasías románticas con la otra persona, pensar en casarse, tener hijos, etc.
No obstante, no todo el mundo experimenta la atracción romántica de la misma manera.
El artículo termina exponiendo la idea de que mucha gente no entiende el concepto de orientación cruzada y tiende a decir que la persona que dice sentirse así está confundida o que no quiere asumir su verdadera sexualidad. La explicación a esta justificación por parte de la sociedad viene por deseo que existe generalizado de simplificar el sexo, el romance y las relaciones hasta un punto en el que la identidad de todo el mundo sea fácilmente etiquetada. Sin embargo, una persona con orientación cruzada no está confundida ni siente negación por su verdadera sexualidad.
Si queréis leer el artículo completo, lo podéis encontrar en el siguiente enlace:
Por mi parte, todavía sigo con mis dudas, pero el artículo me ha mostrado cosas que nunca antes me había planteado.
Si alguien se siente identificada o conoce algún caso de orientación cruzada, sentíos libres de compartir vuestras opiniones y experiencias aquí. Estáis en vuestra casa.
Párate un momento a pensar. ¿Dónde estabas tú tal día como hoy, veintisiete de marzo, hace diez años?. Esta fecha puede parecer irrelevante, o aleatoria, pero tal día como hoy, hace una década, comenzaba la emisión de una de las series capitales de la televisión ya no estadounidense, sino mundial. Hace Diez años, Meredith Grey tenía su primera guardia en el Seattle Grace, y de su mano entrábamos en un mundo que, igual que nosotras, ha ido madurando con el paso del tiempo. Nada tienen que ver los primeros episodios con la última temporada: las historias que nos cuenta Shonda Rhimes son más complejas, más intensas, Más adultas.
Y eso se plasma también en la evolución de Callie y Arizona, tanto como personajes separados como en conjunto. Callie Torres conoce a Erika Hahn en la cuarta temporada, y poco a poco las dos cirujanas van dándose cuenta de que, simplemente, no pueden ser sólo amigas. Ninguna de las dos había estado antes con una mujer, ni siquiera se había besado con una, y es interesante ver como cada una experimenta la atracción de una manera diferente: Callie abraza su bisexualidad sin darle más relevancia que el conflicto que le va a suponer con su familia, mientras que para Erika es como un rayo divino bajado del cielo: Ahora entiende por qué sus relaciones con los hombres no funcionaban. Cuando Callie le plantea que no sabe qué tipo de relación quiere con ella, Erika abandona el hospital.
Más tarde, Callie comienza una relación con Arizona Robbins, una relación de la que durante todo este tiempo hemos visto la evolución de todas las dimensiones: Desde las primeras citas hasta la consagración de su relación, pasando por su primera ruptura, el embarazo de Callie, su accidente de tráfico, la boda, el perpetuo conflicto de Torres con su familia, el peso que le supone a Robbins perder su pierna y, ya en la última temporada, la separación de las dos mujeres, que intentan manejar una relación complicada, por lo intenso de la misma.
Anatomía de Grey ha hecho lo que pocas series han conseguido: mostrar la complejidad de una relación que se extiende a lo largo del tiempo. Contar un romance pasajero es fácil: todo es nuevo, y bonito, y feliz. Las cosas después de cinco años plagados de acontecimientos trágicos y definitivos, son diferentes. Por mucho que Shonda conduzca a sus personajes muchas veces a situaciones extremas, como la amputación de una pierna, algo que no es demasiado frecuente supongo, eso le sirve para desencadenar una dinámica en la pareja que sí nos resulta más reconocible: la falta de comunicación y la culpabilidad. El sentir que le has fallado a tu mujer. El pensar que no eres suficiente. Esto nos va sonando más, ¿no?
Al igual que la serie, la trama de Callie y Arizona ha crecido, ha madurado, se ha hecho más seria y más profunda. Ya no son dos cirujanas que se quitan la ropa por el salón sin importarles que Cristina y Owen estén viendo la escena. No. Ahora son dos mujeres preocupadas por rehacer su vida sentimental, pero que siguen preocupándose la una por la otra más allá de que tener una hija en común sea su nexo. Hay algo más. Hay mucho tiempo juntas, y acostumbrarse a lo nuevo, cuesta.
Por si esto fuese poco, que no lo es, la serie goza de una salud envidiable. Sigue teniendo una audiencia fiel, que pasa de los doce millones todos los jueves. Esta salud ha permitido que su creadora haya podido desarrollar dos series más, Scandal y How to get away with murder, en la que también encontramos personajes LGBT, algo que, recordemos, es importantísimo a la hora de visibilizar a nuestra comunidad. Diez años de Anatomía de Grey, la serie de nuestras vidas.
Ya sé lo que estáis pensando, “¡Si todavía no se ha estrenado!”, y tenéis toda la razón, pero cuando una película se realiza con el mimo y el cuidado con el que están tratando Carol, y dispone de los medios con los que cuenta la producción, es más que razonable pensar que el resultado final va a estar a la altura del mejor cine. Por eso, los críticos y la prensa especializada ya están empezando a incluir la adaptación de El precio de la sal en las quinielas de lo mejor del año, y eso incluye, obviamente, el festival de Cannes y los Oscar.
Las nominaciones oficiales al festival francés, cita que alguna alegría que otra nos ha dado a las croquetas, no se conocerán hasta dentro de unas tres semanas, pero todo el mundo da por hecho que Carol va a representar a Estados Unidos, acompañada de Irrational man, la nueva cinta de Woody Allen, de la nueva producción de Pixar, Inside out, estas dos cintas fuera de competición. La película sobre una joven dependienta que se enamora de una mujer más mayor no va a pasar desapercibida en la cita europea.
Por otra parte, y aunque parece que fuera ayer cuando estábamos hablando de la ceremonia de los Oscar (y es que realmente fue ayer), ya se empieza a hablar de los Oscar 2016, en los el director de Carol, Todd Haynes, y la actriz principal, Cate Blanchett, son ya unos veteranos.¿Qué puede fallar para que no entre en las nominaciones?, se preguntan Variety. Exactamente lo mismo que creemos nosotras.
La semana pasada se estrenaba una de las grandes esperanzas de esta midseason, One big happy, la serie producida por Ellen que intenta dar una vuelta de rosca al modelo tradicional de familia. Todos los detalles que conocíamos del proyecto, desde la directora, Liz Feldman, hasta las actrices, pasando por el formato, una sitcom multicámara con público en directo, algo que no es muy frecuente en estos días, hacían presagiar que el producto final nos iba a gustar, o por lo menos nos iba a convencer. Lamentablemente el primer episodio, que comentamos en este artículo, nos borró la ilusión de un plumazo, y nos hizo pensar que quizá nos habíamos precipitado al alabarla.
Personajes planos, chistes malos, y un personaje lésbico que nos hacía levantar la ceja una vez tras otra, ese es el resumen del piloto de la serie. Pero, hey, si yo tardé años en enrollarme con mi amor de adolescencia, no iba a rendirme tan rápido con una serie. Y la verdad es que me alegro de haberlo hecho: el segundo episodio mejora sustancialmente la serie. En él, con la excusa de limpiar un armario, conocemos algo más del pasado de Lizzy, más concretamente sobre su relación anterior. Claro que hay chistes de armarios, claro que hay chistes de lesbianas que se mudan en la segunda cita, pero son chistes que nos resultan cercanos, que nos hacen gracia, y no chuscas referencias a vaginas mientras una mujer desnuda se pasea por una cocina.
El guion del segundo episodio es más relajado, no tiene tanta prisa por complacer, y precisamente por eso, es más natural, y nos da la oportunidad de conocer mejor a los personajes. Lizzy es una exagerada y una histriónica, sí, pero es nuestra exagerada. Luke es algo más que el guaperas sin fondo, y Prudence, oh, Prudence, creo que terminaremos todas enamoradas de ti y de tu acento raruno. ¿Segunda oportunidad a One big happy? Yo digo que si. No será la serie de nuestras vidas, pero nos reiremos, y mucho, con ella. De todos modos, habrá que darse prisa: sus audiencias han bajado un 25% esta semana, y aunque aún es pronto para hablar de renovación o cancelación, más vale que gane audiencia en directo. Eso si no se la cargan antes las One million moms, la asociación de madres cristianas enfadadas de los Estados Unidos, que ya han condenado a la serie por lo de siempre, por intentar destruir el modelo tradicional de familia. Cuanto tiempo libre…