Una cosa que nunca he entendido son las bolleras que se alegran muchísimo cuando una famosa sale del armario. “¡Ahora tengo posibilidades!” Claro. Sólo tienes que cruzar medio mundo hasta donde vive, conseguir acercarte a ella sin que sus guardaespaldas te rompan la cabeza, pasar tiempo con ella sin que te pongan una orden de alejamiento en el proceso y conseguir que se enamore de ti.
Es un plan perfecto y sin fisuras y no veo cómo podría fallar.
Todo esto me viene a la mente a raíz de la salida del armario de Ellen Page, un acontecimiento que ha sido una sorpresa al nivel de cuando Ricky Martin hizo lo propio (¿os acordáis? ¿quién lo iba a esperar? QUÉ SORPRESA MÁS GRANDE) o cuando Michelle Rodríguez dijo que bueno, que puede que quizás quién sabe le gustaran un poco las mujeres.
Cualquier día sale del armario Malú y nos deja patidifusos.
El caso es que a mí es una noticia que me ha afectado especialmente. No porque yo sea una gran fan de Ellen Page ni porque crea que tengo algún tipo de posibilidad ni nada de eso, (que además yo la que realmente quiero que salga del armario es Clara Lago*), a mí me ha afectado mucho porque ahora voy a tener que ir a ver sus películas y no sé si me lo puedo permitir.
Esto es una cosa que no sé si sólo me pasa a mí, pero me veo en la necesidad de consumir productos de lesbianas.¿Que hay una película en la que hay una pareja de bolleras? Ahí voy yo. Y no creáis que hace falta siquiera que sea la pareja protagonista o que haya acción (aunque yo sé que todas fuisteis a ver La vida de Adèle por el argumento y la fotografía), con que salgan un minuto de la película tengo.
Si ya son la pareja protagonista se cae el cine de la emoción que siento.
¿Libro sobre bolleras? Me lo compro. ¿Disco con una canción sobre amor lésbico? Mío.
Y ASÍ CON TODO.
Me daría vergüenza que supierais la cantidad de novela rosa lésbica que he leído. Novela rosa lésbica MALA, quiero decir. Culpo de ello a Emma, por supuesto. Emma es un poco como Zapatero, le puedes echar la culpa de todo, pero el caso es que realmente fue ella la que puso en mi poder una COLECCIÓN de novela lésbica.
No sé si alguna vez habéis leído algo, pero la gran mayoría son malas de llorar de ay, pena, penita, pena. Pero no puedes parar de leerlas. ¿Y POR QUÉ SIGUES LEYENDO? ¡PORQUE SON LESBIANAS!
Tristísimo.
El día que descubrí a Georgia Beers casi lloro de emoción. (Luego ya no me dio tiempo a llorar, sus libros ENGANCHAN).
Una característica muy jodida de esta compulsión mía es que no atiende a criterios de calidad. Eso mismo que me pasa con las novelas románticas (que son malísimas pero no puedes parar de leerlas porque son sobre bolleras) me pasa con todo lo demás.
Voy a ver películas que la mitad de las veces son terribles, escucho auténticas mamarrachadas, veo cualquier serie con una lesbiana en ella aunque la trama no tenga ningún sentido y sólo me falta ponerme a ver Sálvame por Jorge Javier.
Además de todo esto, resulta que yo soy una persona agradecida, así que sigo comprándole libros a Lucía Etxebarría porque Beatriz y los cuerpos celestes me marcó cuando era una adolescente y voy a ver todas películas de Ang Lee porque cómo no hacerlo después de Brokeback Mountain.
Y claro, esta norma no sólo incluye personajes homosexuales, incluye también actores, escritores, cantantes, etc.
Empecé a escuchar Lovers porque eran bolleras y ahora ya me he aficionado, veo el programa de Ellen con especial ilusión, tengo una cantidad de libros de Terenci Moix que asusta y me encanta ver películas de Jodie Foster.
Así, a lo loco.
Esto es algo que está consumiendo mi vida Y NO ME DEJA DE VIVIR.
No os podéis hacer una idea de lo estresante que es consumirlo todo gay. Por no hablar de que o deja de salir gente del armario o me toca la lotería, pero yo este ritmo no lo puedo mantener.
MANDADME AYUDA.
*Tengo una obsesión con ella que no es ni medio normal, sólo os diré que me vi las películas de A tres metros sobre el cielo para verla en la segunda Y QUE VOLVERÍA A HACERLO.
No tengo ni idea sobre sus preferencias, pero me encantaría que fuera bollera. Al menos no tendría que cruzar el océano para acosarla conocerla.