En su séptima y penúltima entrega, El Ministerio del Tiempo se pone más intensa y dramática que nunca con un episodio muy centrado en nuestro personaje favorito, Irene Larra, y en el que fue su mentor, Leiva. Por cierto, a partir de aquí voy a soltar spoilers como un piano. Si no habéis visto el episodio aún, os recomiendo visitar rtve a la carta antes de seguir leyendo. Si no, ya os la cuento yo. A lo que vamos, se abre el episodio con un momento Aménabar, Irene Larra abre los ojos, el asfalto de Madrid espera a sus pies. La opción de terminar una vida prefabricada en un matrimonio forzado y un trabajo en el que le hacen la vida imposible parece la única salida… O no, porque aquí es donde interviene Leiva para ofrecerle un sitio en el Ministerio del Tiempo.
1960, Irene contemplando el suicidio
La escena del reclutamiento pasa pronto al presente, y nos descubre a la esposa de la doctora Zelaya y a dicha doctora en una escena bastante cuca pero que ya nos hace presagiar un desenlace poco divertido para el matrimonio. Y es que Irene mantiene a su esposa totalmente en la inopia sobre sus actividades del Ministerio. Ya, es normal, lo de “cariño, viajo por el tiempo y aprovecho para ligar con otras” no es lo que sueles compartir con tu pareja, pero qué le costaba decir unos años antes que tenía un gran amigo en el trabajo y no soltarle ahora mismo que se ha muerto y se va de entierro. Esta Irene…
Irene despertando suspiros y a su mujer, Nuria
Pero Leiva no está tan muerto como parece y es “resucitado” por unos compañeros vía jeringa gigante de ¿adrenalina? No nos queda claro pero no es relevante. La cuestión es que Leiva está vivo y quiere venganza. Para ello no se le ocurre nada mejor que viajar a la España de 1844 y secuestrar dentro del Ministerio del Tiempo de la época a una Isabel II niña junto a su madre, María Cristina y su hermana. Leiva amenaza con hacer que ganen los carlistas y de paso se carga a unos cuantos trabajadores del Ministerio. Irene, que había sido apartada de la misión, tiene que convencer a Julián (demasiado ocupado triscando con su novia en el pasado) para ir con ella a salvar el día. Ambos rescatan a Isabel II y de paso a Amelia y Alonso, que se había llevado un tiro en el estómago.
Rumbo a 1844
Sin embargo, lo que en realidad quiere Leiva no es cambiar la historia sino averiguar quién lo traicionó. De vuelta al 2015 descubre que no fue otra que Irene y redirige su venganza contra ella. En el desenlace, un momentazo en el que Cayetana se sale, la pobre Nuria Zelaya está intentando no caerse de la azotea que conocimos al principio del episodio, mientras alucina en colores al ver a su esposa llevando pistola, chaleco antibalas y gritándole a un loco que nació en 1930. Tras destrozarle la vida a su querida pupila, o eso cree él, Leiva se suicida.
“Por qué no me dijiste que tenías ochenta y cinco años, ¡drama!”
“Cariño, la edad no es importante.”
En los minutos finales descubrimos que Nuria se ha ido a casa de sus padres y a lo mejor se está pensando el divorcio… Entiendo que han querido dejar solo al personaje de Irene, da mucho juego, pero me daría algo de pena que abandonasen la idea de su matrimonio con Nuria de esta manera. ¿Por qué no hacer que en la segunda temporada la doctora “visite” a su esposa y descubra el Ministerio en un episodio menos dramático? ¿Habría que convertirla en una agente? A Irene se le acabaría el chollo de ligar en el pasado pero podría ser interesante.
En cuanto a factura técnica creo que el episodio estaba realmente inspirado y ha dejado el listón muy alto para el final que espero sea también apoteósico. Además ha dejado que el personaje de Cayetana llevara gran parte del peso de la trama y nos ha dado la satisfacción de conocer su origen y más sobre su vida privada. Los toques de humor, aunque menores también han sido un puntazo, Isabel II viendo cine en 3D me ha encantado. ¿A vosotras qué os ha parecido?