Ryan Murphy lo ha vuelto a hacer. Ryan Murphy ha cogido los ingredientes que más le gustan, los que ha demostrado a lo largo de su carrera que más le divierten, los ha metido en una coctelera, y el resultado ha sido una serie que, si bien no cambia nada y mucho me temo que no pasará a la historia, entretiene como ninguna otra de la parrilla actual. Scream Queens se estrenó hace dos noches, y una vez visto las dos horas del piloto, podemos aseverar que Murphy no ha perdido el toque.
En la serie de FOX, los personajes no son estereotípicos, son mucho más que eso: son caricaturas de sí mismos. La mala no es solamente ultra mala, sino que tiene todos los rasgos con los que la definirían sus enemigos, y la buena, de tan buena es aburrida. Así con todo. Si en Popular llevaba al extremo las situaciones que se daban en un instituto (a saber, embarazos, drogas, animadoras), dándoles una pequeña vuelta de rosca y un toque excesivo, como el baño de las animadoras, que era muchísimo más lujoso que el de un hotel de cinco estrellas, en Scream Queens se le ha ido completamente la mano a la hora de dibujar los rasgos de los protagonistas. Y eso le da un encanto y una diversión como en ninguna otra ficción de, al menos, lo que llevamos esta temporada.
Donde funciona bien la serie es en los gags y en los diálogos (la escena de Ariana grande y el Whatsapp es divertidísima, repitiendo el efecto minutos después con la Taylor Swfit sorda), pero sin embargo cuando Scream Queens intenta ponerse seria, en lo que van a ser sin duda las dos tramas principales de temporada, se desinfla como la espuma de un mocaccino. Eso ya lo hemos visto mil veces, Ryan, y francamente nos da igual. Queremos que se te vaya la cabeza, queremos que metas más líneas de diálogo incómodas, queremos que seas más Murphy que nunca.