Hablar de Abby Wambach es hablar de la seis veces ganadora del premio a Mejor futbolista de Estados Unidos, dos veces medalla de oro en Juegos Olímpicos, en las citas de Atenas y Londres, actual Campeona del mundo , título con el que se alzó este año en el Mundial de Canadá, y el record a título individual de mayor goleadora de selecciones, ya sea masculino o femenino, con 184 goles en 252 partidos. No es poco. La futbolista, ejemplo de dedicación al deporte desde su más tierna infancia, ha tenido que lidiar con una serie de problemas personales como abuso de alcohol y de medicamentos, y sobre todo la aceptación de su orientación sexual en su entorno familiar. De todo ello habla en sus memorias, Forward, que se acaban de publicar en Estados Unidos.
En ellas habla del punto más bajo de su vida, su detención el pasado abril por conducción bajo la influencia de las drogas. “Aquella noche fue lo mejor que me pudo haber pasado en mi vida. Si no hubiera sido humillada públicamente, tal vez no hubiera despertado”. Su mayor apoyo ha sido siempre Sarah Huffman, su esposa, con la que la relación ha ido deteriorándose cada vez más, hasta el punto de que están en medio de un proceso de divorcio, como contó Wambach en una entrevista a Robin Roberts.
Sarah fue una de mis salvadoras, porque fue una de las primeras personas que me puso delante de mis problemas
La relación con su familia no siempre ha sido todo lo buena que debería, y dedica buena parte del libro a hablar de ello.
Vengo de un entorno muy conservador. Sé que mi madre me quiere, sé que mi familia me quiere. Pero a veces sentir un amor realmente profundo es muy difícil. Ser gay y tener algunos de esos demonios que sentía que tenía que espantar, y algo del dolor que he tenido durante mi carrera, era parte de quien soy. ¿Estar dentro de mi propia piel y estar asustada y con dolor? Solamente quería sentir amor