Jazz, alcohol, sustancias ilegas a raudales y glamurosas mujeres bailando hasta el amanecer en fiestas que parecen interminables. Así es como se lo montaban en los locos años 20 y cómo podremos disfrutar de ellos de la mano de Ron Howard y Jennifer Lawrence, que será la encargada de dar vida a una de las mujeres que mejor encarnó el espíritu de esa época, Zelda Fitzgerald, conocida como la primera flapper de los Estados Unidos.
Escritora, bailarina, socialité aficionada a la morfina y al alcohol en sus ratos libres, y mujer de Francis Scott Fitzgerald, quien reflejó como nadie la época en el ya icónico El Gran Gatsby, Zelda formó parte de un grupo de mujeres cansadas la imposición de la sociedad para que fueran madres y esposas entregadas y sumisas a sus maridos. Las flappers, un puñado de prolíficas artistas y aristócratas mandaron a pastar las estrictas convenciones sociales, se liberaron, llevaron la emancipación sexual por bandera e hicieron enloquecer a los años 20. Estas mujeres de faldas cortas, corte bob, que no llevaban corsé y que fumaban y bebían tanto o más que los hombres, ya no se conformaban con bailar o vestirse a la última, querían experimentar, querían algo más, ser iconos, pero también artistas y heroínas.
“Mi padre me advirtió sobre el alcohol y los hombres, pero nunca dijo palabra sobre las mujeres y la cocaína” – Tallulah Bankhead
Muchas de estas mujeres encontraron en sus relaciones con los hombres el estatus y la seguridad económica que necesitaban para poder mantener el ritmo de vida que tanto ansiaban y protegerse frente a las habladurías. Sin que estuvieran por eso dispuestas a renunciar a su atracción por otras mujeres ni a su amistad con aquellas que habían decidido no practicar la heterosexualidad sólo por el miedo al que dirán. Durante esta época, el lesbianismo se volvió, incluso, algo chic y cool que muchas decidieron probar.
Junto con Zelda, han sido muchas las flappers cuya fama todavía las precede. Es el caso de la bailarina Josephine Baker, o las artistas inglesas Diana Cooper y Nancy Cunard, Tallulah Bankhead, actriz que se presentaba con un directo “Yo soy lesbiana, ¿y tú qué haces?” y que contó con una larguísima lista de conquistas, entre las que hay que incluir a Marlene Dietrich, y, por supuesto, a Tamara de Lempicka. A Lempicka, inspiradora del movimiento art decó, su afición por la pintura y las mujeres desnudas la llevó a París tras dejar su casa en la San Petesburgo ocupada, a su marido y a su hija. En la capital francesa se dedicaría exclusivamente a pintar a esas mujeres que se encontraba en los bares y cafés que tanto le gustaba frecuentar, esnifando cocaína desde una cuchara de plata para poder aguantar toda la noche pintando y practicando sexo con ellas.
A las flappers la fiesta se le acabó cuando cambiamos de década, la depresión económica asoló los últimos días de los años 20 y toda la década de los 30. Algunas de estas mujeres terminaron capitulando y se convirtieron en eso que aborrecían, mientras que otras trataron por todos los medios posibles, con más o menos fortuna, mantener ese estilo de vida liberal que tanto ansiaban y necesitaban.