A pesar del furor que causó en Estados Unidos y el resto de países donde ya se estrenó, Wonder Woman en España ha tenido una recepción más bien tibia. No ha generado ni la mitad de expectación ni de entusiasmo, y los espectadores, en general, han salido o decepcionados o con sentimientos encontrados.
Parte del problema, sospecho, viene por la inmensa burbuja de hype en la que nos metimos desde el 2 de junio, fecha de estreno en Estados Unidos. Artículos, tweets, opiniones y mil y una impresiones que nos llegaban por todos los frenes ensalzándola y alabándola. Las expectativas, como es normal, se dispararon. Además de que nos dieron tres largas semanas hasta que por fin se estrenó para crearnos nuestra propia película de Wonder Woman. Una que era contendiente a los Óscar, también la mejor película palomitera de superhéroes ever y, además, LA película feminista que tanto llevamos ansiando ver y claro, cuando la hemos comparado con la original, pues se nos ha quedado corta. Si es que cualquier película se nos quedaría corta.
Dicho esto, yo he salido de la sala del cine con una sonrisa de oreja a oreja que me ha durado días por lo bien que me lo pasé y lo mucho que me hizo disfrutar. Era la primera vez que veía a una superheroína molar tanto desde la butaca de la sala de cine. Con algunas escenas de acción se me cayeron las bragas (¡Madre mía, las amazonas peleando contra los alemanes!) y con Gadot, la baba por lo bien que lo ha hecho en el papel de Diana. Mención especial a Chris Pine, que hace de un genial Steve Trevor. Un Steve que sí que tiene bastante protagonismo, pero que no creo que en ningún momento eclipse a Gadot. Es un personaje con su propia trama paralela, importante para Diana, pero la verdadera e indiscutible protagonista de Wonder Woman es ella.
Me he leído algunos cómics de Wonder Woman pero no soy ninguna experta en el personaje, así que si es fiel o no a su espíritu es algo en donde no voy a entrar, pero como película de superhéroes cumple con creces y se va a lo más alto de mi lista de favoritas. Es entretenida, divertida, y consistente y coherente. Me falla el personaje de Elena Anaya, la Doctora Poison, que resulta plano y acartonado y me hubiera gustado que fuera más feminista. A mí todo me gustaría que fuera más feminista, básicamente, pero en este caso especialmente porque tenían material de sobra de donde tirar. En ese sentido sí que me dejó una sensación agridulce. Me hubiera gustado ver a más mujeres, después de la primera media hora, más o menos, es casi un desierto para las féminas, que Etta Candy hubiera tenido más protagonismo o que hubieran mencionado a Afrodita como la creadora de Diana.
Aún así, Wonder Woman marca un buen punto de partida para más y mejores películas de superheroínas para las que que no creo que tengamos que esperar demasiado para disfrutar.