Conforme avanzan los días, vamos conociendo más detalles sobre la programación del Orgullo LGTB+ de Madrid. Y, como todos los años, nuestro enfado va en aumento cuanta más información tenemos.
Ayer, la revista Shangay adelantaba en exclusiva las actuaciones y escenarios donde actuarán los artistas invitados a estos días de celebración y ¿reivindicación?, así como anunciaba a los encargados de leer el pregón el próximo 4 de julio.
Vayamos por partes: parece ser que la organización por fin ha escuchado las voces que desde hace años se alzan para pedir más mujeres lesbianas en el Orgullo. Pero también parece ser que solamente han escuchado la primera parte del mensaje porque sí, hay muchas mujeres entre las actuaciones. Pero mujeres lesbianas, ya tal. De nada sirve que se cambie el nombre de la Plaza del Rey por Plaza de las Reinas para visibilizar a las mujeres si, a la hora de la verdad, los espectáculos están pensados para el público cisgay, con un total de: cero representación lésbica (por no hablar de la falta de visibilidad de la B y la T, que da para unos cuantos artículos más).
Dejando a un lado la ausencia de referentes LBT en los escenarios, pasemos a lo que a nosotras nos parece aún peor en todo este asunto: el pregón.
La foto da una idea de por dónde van los tiros. La representación masculina sigue siendo mayoritaria. Y no sólo eso: mientras la organización ha contado con algunas mujeres poco mediáticas para dar el pregón (lo cual no nos parece mal, si la finalidad es visibilizarlas), ha optado, no obstante, por personalidades masculinas muy visibles, conocidas y mediáticas para este día tan importante. Personalidades que no necesitan más visibilidad, pues ya tienen muchísima. ¿No es, cuanto menos, llamativo este doble estándar?
Otro aspecto también llamativo y, por desgracia, nada sorprendente del pregón es la cantidad de mujeres abiertamente lesbianas que incluye. Exacto: cero. Cero mujeres lesbianas en el único día del año dedicado exclusivamente a reivindicar los derechos del colectivo LGTB+. De TODO el colectivo (o así debería ser), no sólo de una letra.
Volvemos a hacernos las mismas preguntas del año pasado: ¿No hay lesbianas visibles dispuestas a representarnos? ¿Las hay, pero la organización no cuenta con ellas? Misterios sin resolver.
Mención aparte merece la elección de Marina y Bast (que, por cierto, va en calidad de activista, no de “novio de”, como varios medios parecen empeñados en postular), una pareja visible, historia viva de la televisión desde el momento en que se dieron un beso en el “prime time” de la televisión pública. Elles ponen voz para la B y la T, respectivamente.
Pero es insuficiente. La voz cantante y mayoritaria la siguen llevando los homosexuales cis. Echamos de menos mujeres trans (¿tengo que volver a sacar Stonewall a relucir?), más bisexuales (hombres y mujeres) y, sobre todo, lesbianas. Porque un año más, se quedan sin representación.
Como ya escribimos el año pasado, el Orgullo también es reivindicación. Pero necesitamos que estén presentes las reivindicaciones específicas de cada letra del colectivo. Si no, todo es injusto y en vano.