El pasado 4 de julio tuvo lugar en la madrileña plaza de Pedro Zerolo el pregón anual del Orgullo LGTB+. Y allí que nos dirigimos, con las expectativas bastante bajas y preparadas para la inexistente representación lésbica que (creíamos) iba a brindarnos este acto.
El camino hacia la plaza no auguraba, de entrada, nada bueno: en los establecimientos y calles se podían ver banderas arcoíris, bisexuales, trans, la bandera del colectivo de los osos (??) y la del BDSM (??????????!!!!!)
Sin embargo, tras este más que fundado cabreo inicial, llegaba una buena noticia: Mapi León, futbolista abiertamente lesbiana, se sumaba a última hora como duodécima voz del pregón y ponía en él la L que tanto echábamos de menos. Desde el escenario, la jugadora del F.C. Barcelona quiso poner en el punto de mira la celebración del Mundial de Fútbol en Rusia y reivindicar a la selección femenina de este deporte:
“Hay un país donde la LGTBfobia está a la orden del día y ahí se está celebrando el evento deportivo más mediático del mundo. Tenemos que conseguir que cambie esa situación. Las chicas también jugamos al fútbol y el año que viene jugamos el Mundial en Francia e intentaremos llevar a España a lo más alto”.
Pero de entre todas las voces jóvenes que aportaron sus reivindicaciones en el pregón, hoy queremos destacar a Marina. No sólo por lo que dijo, sino por cómo lo dijo: con fiereza, “sacando las garras hacia el exterior” e instando a todo el colectivo a hacer lo mismo.
Marina criticó la escasa representación femenina en el pregón y lamentó que, de entre las pocas mujeres presentes en el escenario, ninguna fuese una mujer trans (especialmente teniendo en cuenta que, este año, el Orgullo -en teoría- iba dedicado a ellas). La artista también quiso aprovechar su altavoz para pedir la visibilización verdadera y definitiva de la bisexualidad, tuvo palabras de ánimo para todas las personas que aún están en el armario, rechazó la discriminación que sufre la T dentro del propio colectivo e hizo un llamamiento para “empezar a dejar de sexualizar a todas las mujeres lesbianas”.
en el patriarcado en el que vivimos aún se le sigue llamando al Orgullo, Orgullo Gay. Así que dejemos de comernos letras
Este llamamiento a “no comerse letras” ya lo adelantaba la cantante días antes en el concierto benéfico de OT ante más de 60.000 personas. Por todo esto y mucho más, Marina es un claro ejemplo de cómo se debe utilizar positivamente el hecho de ser mediática y cómo aprovechar el potente altavoz que ello te brinda para reivindicar desde la juventud los derechos de todo un colectivo. Gracias por tanto, Marina.
Vía: Heraldo