Desde su invención, la televisión ha sido probablemente el medio más potente para transmitir y mostrarnos la realidad que nos rodea. Gracias a ella, el planeta entero ha sido partícipe de acontecimientos históricos, hemos llorado y reído con sus series diversas y hemos desconectado de la rutina con sus programas y realities (y seguimos haciéndolo). Y, por supuesto, hemos presenciado grandes cambios en las formas de “hacer televisión” a medida que avanzábamos como sociedad.
Pero toda sabemos que los medios de comunicación no se limitan a ser un mero reflejo de esa realidad: somos conscientes de su poder transformador, de su capacidad para hacer visibles cuestiones que, de otra forma, tal vez, ni nos plantearíamos. Y una de esas cuestiones es, por supuesto, la representación de la bisexualidad en la ficción.
Cualquier persona que consuma series de televisión de ayer y de hoy puede presenciar un cambio notable a la hora de reflejar la bisexualidad en la pequeña pantalla. Esta orientación sexual ha pasado de ser el blanco de chistes centrados en estereotipos como la “confusión” y el “vicio” a formar parte de la realidad sexual y afectiva de personajes protagonistas de ficciones como Anatomía de Grey, Orange Is The New Black o Brooklyn Nine-Nine, por citar sólo algunas.
El colectivo LGTB en general y la bisexualidad en particular nunca había disfrutado de una representación tan amplia y (en algunos casos) tan fiel a la realidad, y esto es algo que debemos celebrar: en algún lugar del mundo, ahora mismo hay una persona sintiéndose menos rara y menos sola gracias a la existencia de REFERENTES (qué necesaria es esta palabra).
Pero esta representación no es perfecta, ni las cifras son tan altas como la falta de costumbre puede hacernos creer: según la Alianza Gay y Lésbica Contra la Difamación (GLAAD), en 2017 sólo el 6’8% de los personajes de series televisivas estadounidenses eran LGTB, y dentro del porcentaje, un 28% eran bisexuales, muchos de ellos aún blanco de estereotipos y prejuicios por su orientación. Aunque son los datos más positivos de la historia, son totalmente insuficientes aún.
Está claro que queda muchísimo por hacer, que necesitamos más ficciones valientes y dispuestas a reflejar fielmente nuestra realidad. Pero, aunque el camino sea largo, definitivamente es el correcto.
Vía: Vox