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‘Faking It’ recap (2×05): Déjalo libre

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Siete días, siete, han pasado desde el anterior episodio de Faking it. ¿Cómo resistimos? Tendrían que estudiarnos, claramente. Deeeentro video.

Anteriomente en Faking It: Aparentemente no tenemos que preocuparnos más del secreto de Liam y Amy; Karma contó que estaba fingiendo ser lesbiana.

Me pasa una cosa con este episodio, una cosa grave. Y es que se me ha olvidado casi por completo al ver el avance de lo que nos espera. ¿No sabes de lo que te hablo? Pues de esto:

I know? ¿Cómo qué I know? ¿Qué está pasando aquí? ¿Será un sueño (otra vez) o estará pasando por fin? Me ha gustado mucho conocer este avance después de conocer que esta segunda temporada tendrá diez episodios más, porque no me veo físicamente capaz de esperar meses enteros para ver por donde va la cosa. Dicho esto, vamos a intentar recomponer las piezas del episodio de hoy.

karma tablet

Todo el instituto sabe ya que Karma fingió su relación con Amy, y los pocos que no lo supieran ya lo saben gracias al mensaje de video de Penélope. Por si fuera poco, es el cumpleaños de Karma, y Amy está enferma en casa. O eso es lo que le hace creer a su amiga, porque en realidad es todo una farsa, le está preparando una gimkana de cumpleaños basada en los mejores momentos de Karmy. Y os juro que dicen Karmy. ¡Karmy como término es oficial! Yay!

ay sorpresa

Pero no es la única que tiene regalos y cosas guays para ella: Liam le ha dejado una tarjeta lacrada en la taquilla. Quiere leerla a solas, ocultarsela a Amy, pero esta la ve, y se la prohíbe leer hasta después de la tarta. Esa es la tradición. Así que las dos se pasan el día jugando al gato y al ratón, o mejor dicho a ‘yo te escondo la tarjeta, tú la encuentras y me la escondes’ en diferentes situaciones, tantas como estaciones tiene la gimkana de Amy, como piscinas de bolas

piscina bolas karmy

 

Cuando Amy pregunta que de quién es la tarjeta, Karma le responde que de Irma, la mujer que trabaja en la cafetería del instituto. Pero… ¿Pero por qué le mientes a tu amiga? ¿Para no herirla? ¡Si así es peor! En fin. Después de pintar unicornios de cerámica y de colarse en una película para menores de 13 (sin tanta gracia, supongo), las chicas vuelven a casa, y ahí se encuentran a Sarah, la tía de Karma, quien tiene la facultad de leer los posos del té,

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Podría ser esta, pero no

Así, en la taza de Karma ve un gran amor, pero también una persona que se interpone en su consecución. Karma se asusta, Amy alucina con la historia, y la madre de Karma no entiende nada porque para ella, las chicas todavía están saliendo. ¿Serán los brownies especiales de su padre, que a ella también le gustan?

¿Y donde está el resto de la serie, el resto que menos nos interesa porque a)No son chicas o b) No son ni se hacen pasar por lesbianas? Pues en una clase de lucha que no sé cual es. ¿Alguna experta en la sala que sepa qué disciplina es? Shane se queda prendado del monitor, y se apuesta con Theo que éste es gay.

shane

Mientras, las chicas continúan (no, esto no ha acabado todavía) con el rollo de la tarjeta. Finalmente, Amy sugiere llamar a Irma para ver qué pone en la nota. KArma entonces le confiesa que no, que es de Liam. Blabla. Se enfadan un poco, como cada episodio, y Karma le grita a su amiga aquello de “Ya sabía yo que no podría tener tu amistad y el amor de Liam”, pero que la elige a ella. Y para hacerlo más dramático y más real, rompe la nota.

karmy nota

 

De vuelta en casa, Amy está como alma en pena. Su madre le pregunta que qué le pasa:

— Tuvimos una gran pelea

— ¿Una pela de amigas o una pelea de más que amigas? Todavía no…

— Mamá, a Karma le gustan los chicos

— ¿Y a ti?

— Yo quiero a Karma. Ese es el problema.

amy madre 1 amy madre 2

amy madre 3 amy madre 4

 

Así planteado… se ve fácil el problema, pero con una solución tremendamente complicada. Pero vamos, que ni es la primera ni la última que se ha enamorado de su mejor amiga, hetero o no.

En el gimnasio, Lauren le pregunta directamente a Theo si le gusta o no, y el chico se convierte en una especie de cosa balbuceante que no sabe muy bien qué decir, así que Lauren lo soluciona rápidamente:

lauren theo

 

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Pero… él se marcha, sin dar ninguna explicación, dejando a Lauren sola y, claro, humillada y perdida. ¿Qué le ha pasado por la cabeza para irse tan corriendo? ¿También este tiene secretos? Bueno, qué tontería, todos tenemos secretos. Pero Theo debería contárnoslos. A nosotras. Si. Y debería pagarle lo que le debe de la apuesta a Shane, porque…

shane1 shan2

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La última estación de la gimkana son dos casitas de muñecas, en referencia a las casas una a la otra en las que las futuras ancianas Amy y Karma vivirán, felices para siempre. Entonces, Amy le entrega la nota, recompuesta, a Karma. Al mismo tiempo, aparece Liam: él es el regalo para Karma, porque es al que quiere, y Amy parece que lo entiende y lo respeta. Esta escena es tan moñas que yo casi no atinaba a ver a los actores, todos envueltos en corazones rosas voladores. What the…? Encima, en la nota, el artista sólo ha podido poner ‘Feliz cumpleaños’. ¿Qué clase de nota es esa? ¿Y tanto misterio para una tarjeta con una línea? Pero… pero… Ay, de verdad, qué disgustos me da esta serie.

karmy1 karmy2

karmy3 karmy4

karmy5 karmy6

Aunque lo mejor está por llegar. AFORTUNADAMENTE Liam no era el único regalo: Amy había preparado un colgante para que las dos lo llevaran, uno de esos que encajan y forman un corazón. Así:

amy karma colgante

 

karmy best friends

Y así, los enfados se van, y todo vuelve a la calma. Una calma falsa, porque ahora mismo Karma tiene vía libre para estar con Liam, y por mucho que Amy aparente normalidad, no le hace ninguna gracia. Como decía una usuaria de Series.ly en el foro del episodio, Amy no hace cosas de amiga, Amy hace cosas de una chica que te quiere enamorar. La línea entre una cosa y otra es muy fina, pero Amy ya la ha cruzado hace mil episodios. De todos modos, veremos cómo se desarrollan los acontecimientos.

https://www.youtube.com/watch?v=6sbjojvno50

 

Cara Delevingne prepara su salto a la música junto a Pharrell Williams

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Si vas a hacer algo, hazlo bien. Y si no sabes cómo hacerlo, rodéate de los mejores o, por lo menos, de los productores de moda. Esto es lo que debe de haber pensado Cara Delevingne a la hora de preparar su asalto a la industria musical. La modelo, al parecer, quiere conquistar las radios y para su primer single ha conseguido colaborar con quien es indiscutiblemente el mayor productor de rompepistas del momento: Pharrell Williams.

Según apunta una fuente de The Sun, la modelo y Pharrell llevan ocho meses trabajando juntos en busca del single perfecto. Dice el tabloide británico que además “van a sacar la canción sin previo aviso, junto a un vídeo y un lanzamiento global. Parece que han formado un pequeño gran equipo y, aparentemente, la canción es un temazo“.

No tenemos ni idea de hasta dónde llega el talento musical de Cara Delevingne, mujer de muchos talentos. Parece que la chica por lo menos afina, pero lo que está claro es que si Pharrell Williams te regala una canción, y pretende que su lanzamiento sea a nivel global, al menos ya tienes medio camino andado. Y si no, siempre está la fórmula machacona de Los 40 Principales: repetir la canción hasta la saciedad para que no tengamos escapatoria y nos acabe gustando.

Pues nada, ya tenemos croqueta musical. ¿Le seguirá los pasos su exnovia Michelle Rodriguez? La actriz también tenía planes de dar este giro a su carrera. ¿Harán una croquetogira mundial? ¿Tal vez un dúo? No podemos esperar a ver los resultados.

Vía: PlayGroundMag

FX cancela ‘The Bridge’

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Malas, muy malas noticias para las fans de The Bridge… FX ha anunciado que no va renovarla para una tercera temporada. La serie, ambientada en la frontera de Estados Unidos con México, no está captando suficiente atención del público. Su regreso en julio alcanzó los 1,5 millones de espectadores. No obstante, esta cifra cayó por debajo del millón a mitad de temporada, lo que ha precipitado su pronta cancelación.

“Queremos dar las gracias a FX por su incansable esfuerzo para desarrollar y lanzar The Bridge con nosotros”, han dicho los productores en un comunicado. “Gracias a su frescura, originalidad y diversidad del reparto, esta es una serie de la que estamos muy orgullosos”.

Los productores ya están buscando otras fórmulas para continuar con la serie, pero, desafortunadamente, parece que por ahora tendremos que decir adiós a Adriana, el personaje lésbico interpretado por Emily Rios, actriz que además salió del armario a finales de julio. Es una pena tener que desepedir a otra croqueta. Confiamos en que sus responsables sepan encontrar el modo de darle continuidad.

Vía: Variety

‘Faking It’ tendrá 10 episodios más

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katie stevens rita volk karmy mtv

Es lo que han llamado la temporada 2B. O lo que es lo mismo: 10 episodios más para Faking It, la serie de MTV que no deja indiferente a nadie: o la amas o la odias. La cadena ha decidido apostar por este show y darle un voto de confianza. Y la encargada de anunciar las buenas (o malas) noticias ha sido Katie Stevens, la actriz que interpreta a Karma, desde su Twitter oficial.

En estos días que sufrimos varias bajas en el ejército croqueta televisivo, nos parece una buena noticia saber que uno de los programas de referencia está en buena forma tras todas las dudas que surgieron en torno a su continuidad la temporada pasada. Y hablando de Faking It, aprovechamos para contaros otras dos buenas noticias:

1. Hay ya trailer de mediados de temporada. Sigue este link para verlo.

2. En el episodio de la próxima semana habrá una actuación de Fifth Harmony. Las fans del Camren, del que os hablábamos aquí, seguro que están encantadas. Nosotras también. YAY!

Y recuerda: no te pierdas los recaps que hacemos de la serie cada semana.

‘Dólares de Arena’, retrato de un amor en desequilibrio

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dolares de arena pelicula

Si a lo largo del año pasado nos cansamos de hacer artículos sobre personajes lésbicos que aparecían en series de televisión, este final de 2014 nos estamos poniendo las botas informándoos de películas cuyo argumento gira en torno a un romance lésbico. Este es el caso de Dólares de Arena (Sand Dollars).

Basada en la novela de Jean-Noél Pancrazi Les Dollars des Sables, la película nos hace un retrato de un amor en desequilibrio: el de una mujer americana adinerada (interpretada por Geraldine Chaplin) y el de una joven local de República Dominicana (Yanet Mojica).

Acostumbrada a sacar el máximo partido al llamado “turismo sexual”, Noeli (Mojica) descubre que el hombre francés con el que se ha estado acostando tiene previsto regresar pronto a su país. Dispuesta a no perder la oportunidad, Noeli le pide dinero, algo a lo que él se niega. No obstante, sí le da una cadena como recuerdo, la cual acabará vendiendo rápidamente con la ayuda de su mejor amigo Yeremi (Ricardo Ariel Toribio). El francés es solo uno más, uno de tantos hombres que recalan en las playas de Samana con los que Noeli se encama en busca de una salida fácil a su vida carente de oportunidades. No obstante, las cosas con Anne (Geraldine Chaplin) son diferentes, porque ella no quiere solo sexo, Anne está locamente enamorada de ella.

https://www.youtube.com/watch?v=tR1cnlMu7YU

Tras haber rodado por varios festivales como el de Toronto, Dólares de Arena nos trae una de las mejores interpretaciones de Geraldine Chaplin, una mujer con un gran talento que parece explotar definitivamente gracias a esta historia de amor tan interesante como actual. Definitivamente, merece que le echemos un vistazo.

Vía: Variety

Amy Landecker: “El rodaje de ‘Transparent’ hizo mi sexualidad mucho más fluida”

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amy landecker transparent

Si no habéis visto la maravillosa Transparent, cualquier momento es bueno para ponerse al día con la serie: todos los medios (incluído éste) la consideran el hallazgo de la temporada, y no es para menos. En ella, se cuenta  la historia de Maura, un padre de familia que decide tomar el paso de convertirse en mujer bien pasada la edad de la jubilación. Pero aunque esta sea la historia central, el microcosmos de personajes que la rodean no es ni un poquito menos interesante.

sarah tammy transparent

Entre ellos se encuentra Sara, su hija mayor. Sara está casada con un hombre, tiene hijos, y su vida parece la de la ama de casa de clase media americana tan manida en películas y series. Pero toda su vida da un vuelco cuando se reencuentra con su novia de la universidad, Tammy, y decide abandonar todo por tener una vida a su lado. Amy Landecker, la actriz que la interpreta, ha hablado sobre cómo su personaje tiene muchos paralelismos con su vida real, y de cómo Sara le ha abierto el punto de vista hacia la vida.

Una [de las cosas en común con Sara] es el elemento del divorcio, que es como mi experiencia personal. Estaba sucediendo al mismo tiempo, así que era una línea argumental que me sonaba. Y otra es esta especie de renacimiento de la sexualidad.

Landecker reconoce que en la Universidad tuvo experiencias con mujeres, pero que rodando sintió una conmoción física y emocional. “Tuve cuelgues con muchísimas gente, me sentía muy viva… No quiero enfadar a las novias de nadie, pero había mucha gente en el set con la que me hubiese ido, y eso antes ni lo hubiera considerado. Me siento completamente abierta. No estoy muy educada en juguetes ni en cosas que te permitieran satisfacer tus apetitos sexuales sin importar el género de la persona con la que estás. Cuando estás envuelta en el espectro de sexualidad que este show cubre, y además tienes gente explicándote, te das cuenta de que puedes sentirte atraída y facilmente satisfecha en un montón de diferentes escenarios”. Pues… bienvenida al club, Amy. Nos alegramos mucho de que tu vida sea más plena.

Vía: out

 

Maria Bello y las etiquetas

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Todas conocéis a Maria Bello: actriz en Urgencias y en El bar coyote, saltó a la prensa LGBT el pasado febrero cuando, mediante un articulo en The New York Times, explicaba que estaba saliendo con su mejor amiga, pero que seguía considerando al padre de su hijo su pareja, y que todos juntos conforman una familia moderna de la que se siente cada vez más orgullosa. En la premiere de Big Driver habló una vez más de este asunto, haciendo hincapié esta vez en el asunto de las etiquetas.

Cuando le dije a mi hijo que estaba saliendo con una mujer, que además era mi mejor amiga, él dijo: “Mamá, seas lesbiana, gay, bisexual, transgénero o loquesea, díselo al mundo”. Esto es lo que dijo, y estoy tan orgullosa de él por saber actuar así. Así que loquesea es la respuesta a “¿Cómo te etiquetas a ti misma?”

A pesar de que no es una gran fan de las etiquetas para si misma, la actriz está muy a favor de ellas como medida de empoderamiento y para ganar visibilidad.

Creo en algunas etiquetas, en coger las etiquetas para cambiar las políticas, en las que nos hacen sentir más fuertes. En las que no creo es en las etiquetas que alguien más nos da sólo porque sienten que es la ‘etiqueta social’

El asunto de las etiquetas siempre es peliagudo, y siempre, siempre genera un debate muy encendido. El último ejemplo nos queda muy cercano, la periodista Sandra Barneda en aquellas declaraciones en las que parecía negarse a pronunciar las palabras mágicas. ¿A vosotras qué os parece? ¿Las etiquetas suman o restan? ¿Son una medida de confort para los demás o ayudan a la definición de una misma?

Vía: Out

 

 

 

 

Romance frío y sadomaso en ‘The Duke of Burgundy’

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The Duke of Burgundy es una película británica que se estrenó hace diez días en los cines españoles. Por la ausencia de ruido y entusiasmo, podemos deducir que no ha generado demasiado interés entre la comunidad LGBT. Y si echamos un vistazo a su argumento, a lo mejor encontramos el porqué: “Una entomóloga que estudia las mariposas y las polillas pone a prueba los límites de la relación con su amante”. 

Entomólogas. Mariposas. Polillas… no son conceptos que, en principio, atraigan a demasiada gente. Pero si os decimos que The Duke of Burgundy entraña una retorcida y oscura historia de amor entre dos mujeres, a lo mejor la cosa cambia, ¿no?

El director Peter Strickland nos acerca a esta relación de poder/sumisión que mantiene la pareja lésbica formada por Cynthia y Evelyn. La historia es un puro tira y afloja que se plasma primero de una manera ambigua, después de un modo más evidente, a medida que avanza la película. Algunos de los espectadores la han tachado de oscura, fría, incluso asquerosa porque el romance que estas dos mujeres mantienen no es al uso. Otros dicen que es una maravilla.

Teniendo en cuenta que el sadomasoquismo es lo que subyace de esta relación lésbica en The Duke of Burgundy, es de esperar que no sea una película para todos los gustos. No obstante, estamos seguras de que más de una lectora de HULEMS la apreciará. Para las curiosas, aquí va uno de los clips de la cinta:

La Pluma y La Espuma: Del Elisa y de todos los nombres de mujer que hay detrás

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la-pluma-y-la-espumaSé que me has querido por encima de mí misma, de ti misma, y lo que eso te ha hecho. Toda mi vida he intentado ser lo que otros creían que debía ser. (…) He tenido que replantearme en mitad de mi vida lo que tendría que haber tenido claro desde un principio.

Estas palabras pertenecen a uno de los personajes (Elisa, precisamente) de mi novela “Elisa frente al mar” (sí, lo sé. Esto va a ser un poco raro. Cual Paco Umbral de pelo rizado, voy a hablar de mi propio libro. Me tomo la libertad de hacerlo, porque quería decir una cosita y quería hacerlo de forma pública. Ya me perdonarán ustedes el egocentrismo, si eso).

Para quien no la conozca, la novela gira en torno a la historia de amor, pérdida y renuncia que marca la vida de dos mujeres a lo largo de casi 30 años. También habla, finalmente, de reconciliación. Con el pasado y con una misma.

No es ningún secreto que este libro es la niña de mis ojos. Lo supe nada más escribir su última línea (en un proceso que podría calificar casi de febril y que duró poco más de dos semanas). Sin embargo, cuando lo terminé, nunca, en ningún momento, preví el alcance que llegaría a tener. Pensé que solo sería un desahogo, un reventón emocional. No recuerdo exactamente la razón del mismo. Porque, sí, volví a reencontrarme con la Elisa real, tras casi tres décadas sin verla, pero eso ocurrió dos años antes de escribir el libro (no sé, debo de ser mujer de reventones lentos…). Y, por si alguien se lo ha preguntado (que sé que sí), la novela no es autobiográfica. Nunca hubo una Elisa como tal, ni yo fui nunca una Nuria. La historia es inventada en un 90%. Pero sí es personal. Tan personal como lo son las emociones y los sentimientos sobre los que la cimenté.

Sea cual sea la razón, la escribí. Y lo hice desde la nostalgia, el sentimiento de pérdida y, también, un tardío cabreo (marca de la casa). Porque escribirla fue como recibir un bofetón. Como despertar de un largo letargo. Y lo fue porque, al terminarla, me di cuenta, perpleja (madre, qué espesita soy), de que había vivido siempre con una perenne sensación de pérdida, y que esta, realmente, lo había hecho camuflada bajo otra forma más engañosa: la resignación. Toda la vida que no pude vivir. Todos los sentimientos que no pude sentir (o, más bien, compartir). Tal y como dice Nuria en la novela: Nunca cuchicheé al oído con mis amigas sobre la chica de 6º A. Nunca tuve la oportunidad de declararme a ninguna. Nunca paseé de la mano con mi novia al salir de clase. Nunca ningún adulto me tomó el pelo preguntándome si ya tenía novia, si llevaría a mi chica a cenar, si contaban con ella para la cele­bración, cualquier celebración. Nunca pude volar y la niñez terminó y la adolescencia se perdió y esa amputación, esa obligación de espiar desde la sombra lo que a otros se permitía gritar a pleno pulmón, mutiló una parte vital de mí.

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Sí, siempre había sido consciente de que había perdido una parte gigantesca de mi experiencia vital (los 15, 17 o 19 años nunca, nunca, vuelven. Porque solo se tiene esa edad una vez en la vida. Esa edad y cómo recibes, vives y experimentas los sentimientos). Pero también, al parecer, había asumido que era lo que había, que había ocurrido así y ya está, que no tenía que darle más vueltas, porque, entre otras cosas, como he dicho, no hay vuelta atrás (Estoy hecha de todos los reproches nacidos de las palabras que nunca pronuncié, de las cosas que nunca hice. Y, finalmente, de las que consentí). Y lo hacía desde la misma justificación de siempre: eran otros tiempos, no había tanta información, ni referentes positivos. La homosexualidad era una de esas cosas que, si salían en una conversación, automáticamente los interlocutores bajaban el tono de voz, relegándolo a incómodos (y censores) susurros (… condenarnos a vivir en voz baja…).

Tuvieron que pasar tres décadas para que todo esto me reventara dentro como tenía que ser (¿he dicho ya que soy algo lenta para las crisis vitales?). Y, cuando lo hizo, lo hizo en forma de novela, bajo el nombre de una mujer, Elisa, que arrastra consigo (se lleva por delante, más bien) a otra, Nuria. Bien, la escribí y pensé: “Vale, te has desahogado. Es tu historia más personal y, probablemente, la única que escribas de ese tipo. Ya está”. Decidí compartir la historia, publicándola, y pensé que solo sería un libro más. No para mí, desde luego (porque desde el primer momento supe que era MI libro), pero, de verdad, nunca pensé que podría llegar a serlo también para otras personas.

Ahí fue donde me equivoqué (soy un zote, sí. Culpable). Porque en el año que ha transcurrido desde que lo saqué he recibido tanto y tan emotivo feedback de sus lectoras (la inmensa mayoría, mujeres y, de estas, prácticamente todas lesbianas) que fui una idiota al pensar que solo yo vería su “valor” (sentimental). Sin embargo, prácticamente desde el mismo momento de su publicación, empezaron a llegarme comentarios y correos privados. Y empecé a entrever el alcance de la historia. El alcance tanto físico como emocional. Físico por la, a veces, gran distancia en kilómetros que me separa de algunas de las mujeres que se han tomado la molestia de escribirme para hablarme del Elisa, contarme cómo les ha llegado y qué les ha ocurrido al hacerlo (mujeres de otras culturas, y que lo han hecho desde lugares tan lejanos como EEUU, México, Argentina, Colombia…). Y emocional porque, a través de esas mismas personas, la mujer que ahora soy se ha reconciliado en parte con la niña de ese Elisa, la que miraba la vida asomada tras una esquina.

Porque si las lectoras me dais a mí las gracias por esta historia, yo os las doy a vosotras mil veces por devolvérmela en forma de experiencias personales, por hacerla de carne y hueso, por poner vuestros nombres delante de ese mar que actúa como metáfora. Porque, por las emociones desnudadas en esos (generosísimos) correos y comentarios, esa niña ha sabido que, realmente, nunca estuvo sola en lo que sentía (ni era tan rara, equi­vocada, tarada, enferma o sucia).

Y a veces siento un vértigo enorme. Lo confieso. Un vértigo inmenso, porque algunas de las que me habéis escrito (mujeres en mi misma, o superior, franja de edad) lo habéis hecho para decirme que la lectura del Elisa os ha despertado sentimientos enterrados. Os ha removido muchas cosas dentro. Os ha hecho reflexionar.

Replantearos vuestra vida.

Tocar de ese modo vidas ajenas (decidme si no es para estar abrumada).

Pero no solo siento vértigo y no es solo por esas mujeres. También siento pena, y rabia, y las siento porque entre las que me han escrito también hay chicas que apenas sobrepasan la veintena. Que me dicen que se sienten como Nuria, o como Elisa. Y eso es terrible. ¿Chicas de apenas veinte años que se sienten identificadas con la historia? ¡¿Por las penas y vaivenes de unas mujeres arrolladas por los convencionalismos y estrechez de miras de treinta años atrás?! ¿Por tanta pérdida, tantos miedos, tantas fuerzas externas que arrinconaron lo que sentían?

Pero, ¿qué hemos hecho? O, peor, ¿qué no hemos hecho para que eso sea así? Yo he asumido mi vida amputada porque la época era la que era. ¡Las pérdidas del Elisa corresponden a una chica de hace casi tres décadas! Era una historia del pasado y, aunque muy consciente de que no todo está conseguido y de que todavía queda mucho camino por delante, quería pensar que, a día de hoy, tanto Nuria como Elisa tendrían las herramientas suficientes, tanto emocionales como legales, para mandar a tomar por saco convencionalismos sociales y miedos, propios y ajenos.

Y, ¿entonces? ¿Por qué una chica del año 2014 le escribe a una de 1984 para decirle cuánto y de qué modo ha llorado leyendo el libro, porque veía parte de su vida reflejada en él? ¿Qué o quién falla? ¿A quién puedo echarle la culpa de estas Nurias y Elisas del siglo XXI? Porque culpables hay. Claro que los hay. Aquí van unos cuantos: ideologías conservadoras, religiones nefastas, deficiente educación en valores, desconocimiento, ignorancia… Los mismos fantasmas de siempre, los mismos espectros que parece que nunca dejarán de acecharnos.

En un momento dado de la novela, Nuria reflexiona sobre la cobardía de Elisa: No puedo reprochárselo, no fue ella la que metió ese miedo en todos nosotros, no nació de ella, de ninguno de los que lo padecimos. Fue siempre un invasor indeseado inoculado por otros. ¡Perder tanto luchando en tantos frentes! Teníamos que crecer, madurar y, al mismo tiempo, batallar. Contra todo lo aprendido, todo lo insinuado, lo callado, lo ocultado, lo reprimido. Contra un conjunto de valores erróneos, indignos, un lodazal de represión trans­mitido de generación en generación. Muchos y muchas hemos llegado agotados hasta aquí, no pueden no enten­derlo, no pueden dejar de comprender que las dudas forma­ran parte también de nosotros, pero no porque nos recha­záramos per se, sino porque nos enseñaron a hacerlo. Y yo me pregunto: ¿sigue esto siendo válido hoy en día? ¿Es esto lo que les pasa a estas chicas del s. XXI? ¡¿Con todo lo que hemos avanzado?! Y, si es así, vuelve a surgir la pregunta: ¿qué podemos hacer?

No estoy muy segura de tener la respuesta. Sí, hemos avanzado mucho, muchísimo. Pero sigue habiendo chicas que sienten el mismo miedo que le rompió la vida a Elisa y, por extensión, a Nuria. Sigue habiendo chicas que pierden como lo hizo Nuria, porque chicas como Elisa tienen tanto miedo, tanto, que prefieren vivir una vida de mentiras a dar un paso al frente. Y del mismo modo que no tengo la respuesta, no creo tener la solución. Sí, he escrito esa historia, pero yo no puedo poner más ejemplo que lo que yo hice: vivir. Como lo que soy. Sacarlo de la oscura zona de cuchicheos para incorporarlo a las conversaciones del día a día. Y, así, lograr que (¡al fin!) me preguntaran si ya tenía novia, o si ella iba a venir al cumpleaños de Fulanita o a la boda de Menganito (y, por cierto, a tomarme eternamente el pelo porque no le gusta la cerveza).

Eso es normalidad. Eso es vida. Eso es lo que tiene que ser. Y lo que yo querría es que esas mujeres en la mitad de su vida pudieran (pudiésemos) volver al principio del camino, ya con todas las cartas ganadoras en la mano (imposible. El pasado no puede volver a vivirse). Lo que yo querría es que esas chicas en el principio de la suya no tuvieran que llegar hasta donde ellas llegaron (llegamos), solo para acabar echando una desoladora mirada atrás. Que mirasen siempre al hoy y al mañana (podéis hacerlo. Tenéis todo el futuro por delante).

Lo que yo quiero es que nadie pierda. Que nadie renuncie.

No soy quién para aconsejar nada a nadie, porque las circunstancias personales de cada una solo las sabe una misma. Pero, por decir, diría: salid al centro de la calle. Porque todo lo que dejéis atrás os va a pesar como una losa el día de mañana. Que solo hay una, y que todo lo que no viváis en esa única vida por miedos impuestos (o autoimpuestos) no servirá nada más que para llenar de puntos oscuros lo que al final se convertirá en un mapa de dolor.

Y que gracias, infinitas, por estar al otro lado de las páginas (y más allá).

‘Stalker’ o cómo matar a la novia lesbiana

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Si la muerte de Silvia no te había dejado convenientemente traumatizada, no pasa nada, ahora tienes otra oportunidad para gozar de pesadillas durante el resto de tu vida. Lo siento por las televidentes de Stalker (si hay alguna en la sala creo que será un milagro), pero esto va con spoilers. Y es que gracias a AfterEllen hoy nos hemos enterado de que esta serie de la CBS ha empezado haciendo honor al lesbiana muerta al que nos tienen acostumbrados los guionistas.

¿De qué va Stalker? Da igual. No nos importa, realmente. Pero si de veras te interesa, el restumen es que va de detectives que persiguen a acosadores en Los Angeles. Unos cuantos de esos vendrían bien en el mundo croqueta, agentes especiales para bollolocas, pero ese no es el caso. Lo que nos ocupa es que la serie acaba de empezar y apuntaba maneras. Teníamos a dos novias, vestidas de blanco, dispuestas a darse el “Sí, quiero” en el altar.

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Todo muy bonito. Matrimonio igualitario. Yadda. Yadda. Te dan ganas de conocer a las novias y darles un abrazo. Tú querías ser testigo de esa boda, reconócelo.

stalker 3Bla, bla, bla. Pero cuando ya tienes la lagrimita asomando en el rabillo del ojo… bueno….nos hacen un Silvia a la americana y sucede esto:

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La novia b) (consideraremos la “a” como la superviviente) se queda en coma de un disparo en la cabeza. El día de su boda. Vestida de blanco. Al más puro estilo Tim Burton.

A la vista de los hechos, proponemos una nueva línea de negocio: Funerarias Croqueta S.A. Éxito asegurado. También valen enterradores especializados en muertes súbitas de lesbianas. Nuestras amigas de LesbianLips reportan avistamientos lésbicos. En HULEMS vamos camino de especializarnos en avistamientos funerarios.

¿A alguien le quedan ganas de ver Stalker y comprobar si muere realmente la novia b) o se queda discapacitada el resto de sus días? ¿Constituye esto un record mundial de cómo maltratar a la lesbiana lo más rápido posible? Creo que sí. Apuesta personal: la próxima será en los títulos de crédito.