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Cosas que odio como lesbiana: 7. Que de repente todas tus amigas sean lesbianas

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Si dijera que para mí salir del armario fue traumático estaría mintiendo.

Es cierto que yo en ese momento lo viví como algo difícil, quizás porque como buena lesbiana, me encanta el dramatismo, así que siempre elijo los peores momentos para salir del armario: en mitad de una crisis emocional y el día antes de un examen importante son ejemplos que se me ocurren. Conociéndome lo raro es que no haya salido del armario en una cena de Navidad o en una boda (para hacerlo aún más dramático podría ser la mía y que todo el mundo llegara y fuera: ¡sorpresa! ¡el novio es novia!).

Me he acordado de esto y ahora tenía que ponerlo.

El caso es que aunque no particularmente dramático para mí fue un mundo. Imaginaos ser la única lesbiana fuera del armario en una ciudad pequeña cuando además has estudiado en un colegio religioso y tus amigos son de los de actividades en la parroquia.
(Me doy cuenta de que lo he pintado terriblemente mal y, aunque preciso en su descripción la verdad es que no fue para nada tan malo como pueda sonar).

Durante un tiempo yo era la atracción, la rarita del lugar, la amiga lesbiana que todo grupo diverso y cool que se precie debe tener, tanto en el de la universidad como en el del colegio.

Yo veía indicios, claro está. Uno de mis amigos del colegio siempre había tenido pluma, con otra de mis amigas de la universidad me saltaban todas las alarmas, había una chica en mi grupo de prácticas que TENÍA que ser lesbiana. Pero como ya he comentado en otras ocasiones, yo siempre creo que veo lesbianas everywhere, así que dudaba de mí misma.

Me encanta esta imagen y aprovecho cualquier ocasión para ponerla, ¿vale?

Pero el tiempo pasaba y nuestra pobre protagonista seguía sola ante el peligro. Nadie salía del armario y ella se desesperaba porque ESTADÍSTICAMENTE ES IMPOSIBLE. (Yo soy mucho de recurrir a la estadística para todo).
Y de repente llegó. Llegó la primavera y nuestras pequeñas lesbianas empezaron a florecer y a crecer como setas y donde antes no había ninguna de repente hay un pequeño gran bosque Y ¿DE DÓNDE HAN SALIDO TODAS?

Tras la (no) sorpresa de que mi amigo gay saliera del armario parecía que ya tuviéramos el cupo cubierto en ese ámbito en mi grupo de amigos del colegio (como los anuncios de Benetton).
Y entonces una amiga del colegio se fue a estudiar un Erasmus y no supimos nada de ella en meses y cuando volvió nos reunió porque tenía algo que contarnos: yo me esperaba un embarazo, porque además de recurrir mucho a la estadística también soy siempre de ponerme en lo peor. Pero no era eso. ERA ALGO MUCHO PEOR.
Ella empezó con un “he conocido a alguien”, que a mí, la verdad que no me sorprendió lo más mínimo. “¿Un italiano?” “¿Cómo se llama?” “¿Es guapo?” “¿Desde cuándo?”. Como veis mis amigas no se cortan cuando llega el momento de interrogar.
“Se llama Laura.”
Silencio sepulcral en la sala. Nadie se mueve. Ni una mosca.
“Pero… ¿Laura como Andrea? ¿De esto que parece nombre de chica pero en realidad en Italia es nombre de chico?”
Juro por lo que queráis que eso fue una frase real. No es para adornarlo. Se dijo literalmente.
“No… Laura como Laura de Barcelona”.
Más silencio.
“¡Pero si eres una guarra! ¡Te encantan las pollas!” (Un momento, ¿es políticamente correcto decir pollas en este blog? Voy a asumir que sí).
“¿Tú lo sabías?” Esta iba para mí porque aparentemente el ser lesbiana te da poderes mágicos y hace que puedas saber que una persona a la que no ves desde hace meses está liada con una tía sólo porque tú también te lías con tías.
“¡Pero que yo ya tengo una amiga lesbiana!” (La amiga lesbiana soy yo, por si no os habéis dado cuenta).

Y así, tal cual os lo cuento (tras mucho drama y la necesidad de fotos para verificar la historia), nuestra pizpireta protagonista (o sea yo) pasó de ser la única lesbiana de su grupo de amigos a ser una más del montón y de repente ser mayoría el colectivo LGBT.

Uno pensaría que esto no es más que una anécdota curiosa. Algo que sucedió una vez y ya pasó. PERO NO.
¿Os acordáis de la amiga de la alarma? Lesbiana. ¿Y su compañera de piso? Bi. ¿Y la de las prácticas? Bollera también. ¿Y la amiga de la que nunca me lo había imaginado? Ah, esa bisexual también. ¿Y la de un curso menos que te parecía atractiva? Esa también lesbiana, y de su grupo de amigas otras cuantas.
Y ASÍ TODO EL RATO.

Es decir, que he pasado de ser la única lesbiana de la ciudad a que de repente en mi grupo de amigos haya más gente que entiende que que no y a vivir en un piso en el que somos tan bolleras que nos obligamos a salir en solidaridad a la única heterosexual del piso.
¿Cómo ha pasado esto? ¿Cuándo empezaron a estar por todas partes? ¿Es una plaga? ¿Una epidemia? ¿Es contagioso?

¿O SOY YO?

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