Hace muchos años, cuando acababa de salir del armario, recuerdo perfectamente cómo una chica hablaba de mi, diciendo que yo era lesbiana por moda. Por moda. Tengo esas palabras un poco clavadas, porque desde luego si alguien sigue modas es porque les hacen sentir mejor, y no por esa mierda que me estaba diciendo. Aparentemente este comentario que yo recibí en 2005 no se ha extinguido como hicieron los hipsters, y a Jojo Siwa, youtuber, le ha pasado lo mismito.
Hace unos días, la comentarista republicana Candence Owens subió a sus redes un clip de casi seis minutos de su podcast y habló sobre su opinión de Siwa. En el video, Owens contaba que la estrella de 19 años utilizó su orientación sexual para llamar la atención, diciendo que “es una gran manera de encontrar una comunidad de víctimas”.
“Por cierto, no creo que JoJo Siwa sea lesbiana. Quiero decirlo muy claramente. Creo que está desesperada por atención”
Siwa ha respondido quitándole importancia al comentario, pero me da una rabia tremenda que, años tras año, generación tras generación, nos tengamos que seguir enfrentando a los mismos comentarios. Todo el rato hay que estar saliendo del armario, validando nuestra orientación sexual, enfrentándonos a comentarios lesbofóbicos que nos dicen que lo que sentimos y vivimos no es válido y es pasajero. Es cansadísimo. Agotador. Y si lo es cuando se está segura de lo que se es, imaginad aquellas personas que no lo tengan tan clarísimo desde el primer momento.
Y esto es algo que nos ha pasado a todas, o a casi todas. El proceso de autoafirmación como mujer lesbiana es complejo por varios factores, como la heterosexualidad por defecto que se le asume a todo el mundo, ese clic social que desliza que los hombres son todos atractivos y que cómo no te van a gustar, y, sobre todo, la necesidad de validación exterior que todas tenemos. No se puede vivir con este desprecio. Y cuando esta gente habla de ‘comunidad de víctimas’ con ese deje cómico, lo que están haciendo es, precisamente, generarla y, además, cabrearnos.
Me resisto a pensar que estamos peor que generaciones atrás. Convivo con personas jóvenes que me hacen pensar que no es así. Pero me da una rabia tremenda que sigamos sufriendo las mismas actitudes que yo padecí hace veinte años. Cualquiera podría pensar que estábamos un peldaño por encima, pero lo que nos deja claro esto es que no podemos dejar de reivindicar, cada una desde su espacio. Hay muchísimo por recuperar y hacer.