En el episodio anterior:
Una menos de la casa de la pradera, Kôko Kaminaga, ¡Y nos quedan nueve asesinas!
Una pequeña y bastante inquietante Tokaku de niña nos da la bienvenida al quinto episodio. Mientras está erre que erre con la piedrita, su madre intenta convencerla que la ciudad es mejor sitio que una mansión de asesinos. Si no ya porque parece un discurso bastante razonable que dar, yo me iba con la señora sólo por lo guapa que es.
Pero ni Tokaku ni la abuela Azuma están mucho por la labor. Esta última le recrimina a Azuma madre que no se meta donde no le llaman, que Tokaku es la heredera de la saga familiar. Eh, presión 0.
En la actualidad la academia Myôgô va a celebrar su aniversario, y la clase Kuro le toca hacer… sorpresa, sorpresa, una obra de teatro. Y por si aún queréis estar más sorprendidas, la elegida es Romeo y Julieta! Si, yo tampoco quepo en mí de mi asombro.
Y a Tokaku la siguen martirizando a acertijos.
La que está encantadísima con la obra es Shienna, que da órdenes a diestro y siniestro a Hitsugi, Chitaru e incluso al tutor. Mientras las tres marías cosen, Haruki empieza su acercamiento a Haru.
En un sólo plano entendemos exactamente porqué está Haruki entre el plantel de asesinas y que es lo que le quiere pedir a Myôgo: Que a su familia de chorropocientos hermanos no les falte de nada.
(O regalarles condones a sus padres. Eso es una opción bien lícita.)
Como parece que las cosas están tan tranquilas, Haru y Tokaku hacen manitas en la bañera.
Pero Haruki viene para cortarles el rollo y ponerse a hablar a las claras de la situación de Haru. Parece curioso que a estas alturas ya ni se oculten ni tengan reparos en confesar que la muchacha es un objetivo, que todas van a matarla y su historial al completo.
Tokaku no piensa aguantar que se metan con su novia protegida pero Haru, tan ñoña como siempre, intenta poner paz. Normal que cuando llegan al dormitorio, la guardaespaldas se le rebele, pero no acabamos de sacar nada en claro.
Como aquí ya nadie se corta un pelo, Nio le explica a Haru sobre el noble linaje de asesinos de los que proviene Tokaku: Los Azuma del Este, enfrentados en el pasado a los Kuzunoha del Oeste. Mención especial a los diseños chulos pero apenas visibles de esta escena. ¡Bastante mejores que los de las asesinas!
Cuando aparece la guardaespaldas, nos termina de explicar que lo que hemos visto en el flashback nanai: que su madre murió al poco de nacer ella (¿Eh?) y que la crió su abuela. Tenemos el mismo flashback del primer episodio recordándonos que una mujer murió en la infancia de Tokaku, traumatizándola para siempre.
Después de tentar a Tokaku con una cita en la oscura y procelosa noche, Haruki se prepara para su misión con unos guanteletes ninja e Isuke dando por saco de fondo. Una vez más, las interacciones entre las asesinas dejan bastante que desear en la versión animada en comparación a todo el trasfondo que nos da el manga. Diomedéa, por qué.
Demostrando una vez más que lo del cerebro no es lo suyo, Haru se presenta a una “cita” con Tokaku para descubrir que es Haruki quien la espera con el aviso de asesinato en la mano. Una vez más, en vez de pegarle un tiro en la sien o clavarle un cuchillo en las costillas, Haruki decide marear la perdiz con un método tan largo como incómodo.
Lo de siempre, Tokaku llega y salva a Haru (Esto ya parecen las transformaciones de Sailor Moon, una en cada episodio). El combate entre ambas es bastante curioso, sobretodo el despertar de la parte yandere de Tokaku y esa sonrisita de loca.
Cuando las cosas pintan mal, Haruki decide marcarse un Kôko Kaminaga: un acto desproporcionado para matar a Haru que termina siendo inútil. En este caso desmonta todo el andamiaje de luces del escenario sobre sus cabezas, recordando la petición que le hace a Nio: Que aunque ella muera, Myôgô cumplirá su promesa y cuidará de su familia.
Ya no sólo es difícil de creer que Tokaku haya llegado a tiempo al lado de Haru y que encima las haya protegido con algo que, convenientemente, no se distingue que es. ¡Es que Haruki no la palma!
Si a ti te cae uno solo de esos focos en la cabeza, te vas al otro barrio. Pero esto es anime, así que Haruki tiene su momento de intento de discurso emocional que no causa especial impresión. Al final los personajes de esta serie se “van” demasiado rápido como para que puedas empatizar con ellos o siquiera lleguen a interesarte.
Sin embargo, la escenita de Haru abrazando a Tokaku por detrás y diciéndole que ella perdonará siempre a todos aquellos que se arrepientan nos deja un ligero buen sabor de boca al terminar el episodio. (¿O más bien amargo porque parece que Haru está intentando manipular de lo lindo a Tokaku?)
El ending de este episodio corre a cargo de Fumiko Uchimura, la dobladora de Haruki, y la canción es Dōtte kotonai Sympathy (どうってことないsympathy).
http://youtu.be/iQVv_vp6g_Q