Lo que probablemente no se imaginaba Joss Whedon cuando creó el personaje de Buffy Cazavampiros es que se convertiría en fuente de los pensamientos eróticos de miles de croquetas que aún no sabíamos que lo éramos. En mi caso, me bastó un capítulo de Buffy para darme cuenta de que esa chica tenía algo que me enganchaba. Así que ahí estaba yo religiosamente mirando mi revista del Canal + para ver cuándo echaban Buffy y cuando repetían los capítulos, para verlos dos veces por si me perdía algo (ha sonado creíble a que sí).
(Después llegaría Faith, que me acabaría por confirmar que aunque los músculos de Ángel eran muy turgentes, me interesaban más bien poco.)
Así que sí, Buffy fue mi primer crush adolescente. Y por eso es que este domingo es para Sarah Michelle Gellar, sus estacas, sus tops hombligueros, sus flequillos de choni y sus pantalones campana. Este domingo nos ponemos nostálgicas. Y volvemos a Sunydale, al bronze y a cazar vampiros en pantalón de cuero rojo.
Esta era la Sarah que veíamos cada semana. Pero en realidad en nuestra mente estaba pasando esto otro.
Si hay alguna pega que le pondríamos a Joss en lo que respecta a Buffy (Por quejarnos de algo, porque para mi es una de las mejores series fantásticas de la historia), sería que al final no nos diese ni un poquitín de subtexto entre Buffy y Faith. Porque seamos sinceras, con lo bad ass que era Faith todas esperábamos que en algún momento cruzara la calle, aunque fuera con retorno. Y aunque nos quedamos con las ganas, imaginar es gratis. Desde luego, Buffy y Faith se hubieran merecido un “amigas sin derecho a roce”, si es que en su momento hubiera existido HULEMS. Bueno, mejor dicho, nos lo hubiéramos merecido nosotras. Por sufrir tanto pensando que iba a pasar algo entre ellas y luego no.
Y qué pasó cuando terminó Buffy. Pues que dolió. Físicamente dolió. Más de lo que ahora duele que acabe OiTNB. Y aunque Ángel tuvo su spin off, he de decir que como ya no estaba Buffy (aunque si no recuerdo mal Sarah hizo algún cameo) me descolgué de él rápidamente.
Pero entonces llegó Crueles Intenciones. Directa al corazón de las Buffy adictas. Sarah interpretaba a Kathryn Merteuil, una zorra manipuladora y extremadamente sexy. A la que odiábamos y deseábamos a partes iguales. Y pasó. Momentazo croqueta. Que en mi mente se quedó como el equivalente al momento gabardinas de Karmy.
¡Aaaaay! qué recuerdos. Creo que haré un revisionado de Buffy. Me han entrado unas ganas tremendas.