Hay algo que me han enseñado las redes sociales, y es que hay gente que es una imbécil, y se regodea en ello. Personas con opiniones muy fuertes sobre asuntos de los que no tiene ni idea, pero que se toman como un ataque personal que intentes hacerles ver que, bueno, quizá estén equivocados. Esto nos lleva, invariablemente, al siguiente razonamiento lógico: hay personas que no cambiarán nunca, simplemente porque no quieren hacerlo.
Con esto estoy diciendo, por supuesto que no, que algunos seamos seres de luz y estemos limpios de polvo y paja. Somos seres humanos, somos contradictorios, y no somos perfectos. Algunas, yo la primera, tenemos comportamientos machistas, o tránsfobos, o racistas, o no sé, meamos fuera del tiesto en alguna ocasión. Pero si nos lo dicen, intentamos corregirlo, o, al menos, no repetirlo con alegría cada vez que se nos presenta la ocasión. O, en algo que debería ser el mínimo de cortesía cuando salimos de nuestras casas, estar callados si no vamos a aportar nada. Y esto es, precisamente, todo lo contrario a lo que hace Ricky Gervais en su nuevo especial de Netflix, Humanity.
No creo que Gervais sea un tipo tonto. Sabe perfectamente el papel que interpreta, y es más, quiero creer que ni siquiera piensa la sarta de barbaridades que expone en el principio de su monólogo, pero ahí está, haciendo bromas pasadas de frenada ante un público que ni siquiera parecer divertirse. Y es que no tiene gracia. No tiene gracia que incidas en el error de llamar a Caitlyn Jenner por otro nombre que no sea el suyo, bromees sobre sus genitales y, para rematar, y en lo que me parece lo más ofensivo que he escuchado en bastante tiempo, compares el ser mujer con sentirte un chimpancé. Eres un imbécil, Ricky.
Estoy empezando a tener un problema con los humoristas que van de políticamente incorrectos, cuando no se alejan demasiado de lo que llevan haciendo los comediantes más casposos desde siempre. Los chistes de mariquitas, de travestis, o de qué mala es la suegra ya deberían haberse quedado muy atrás, pero parece que los enfants terribles como Gervais siguen pensando que son muy transgresores por reírse de lo que, en realidad, se han reído toda la vida, aunque todavía no se han dado cuenta de que ya no hacen ni un poco de gracia.
El comenzar a ver Humanity coincidió, además, con que acababa de ver el especial de Malena Pichot en Netflix, una comediante argentina de la que no había visto nunca ningún monólogo, y jo, es que vaya bajón. Mientras a una le servía enseñar las capturas de lo que le decía la gente en Twitter para, con una frase, hacer reír a toda la sala, el otro tenía que esforzarse en explicar una broma tras otra, mientras debía pensar “¿Cómo puede no haceros gracia?”. Pues porque no la tiene, Ricky, porque no la tiene. A ver cuando os dais cuenta.