Japón es un país maravilloso, atrayente como el que más, pero con unas normas sociales tradicionales que, muchas veces, funcionan como un corsé del que no te puedes desatar. En el país dle sol naciente (tenía que ponerlo, es obligatorio cuando hablas de Japón), todavía no es legal el matrimonio igualitario, solamente en la prefectura de Shibuya, y aquneu esto no marque directamente el desarrollo social del país, es bastante indicativo. Prueba de ello es que ahora, en octubre de 2015, se ha presentado la primera serie que tendrá una pareja lésbica como protagonista. 2015. Japón. Ya.
Transit Girls, que así se llama la ficción, cuenta la historia de dos chicas post adolescentes interepretadas por Sairi Ito y Yui Sakumaque, al más puro estilo La familia crece, se convierten en hermanastras cuando sus padres contraen matrimonio. Al principio a las dos les costará aceptar su situación, pero en un giro nunca visto en televisión, terminarán enamorándose la una de la otra. No sabemos si Antonio Resines está en el casting, pero podría estarlo perfectamente.
La cadena está profundamente orgullosa de esta serie, y la defiende diciendo que es la primera vez que un show tiene a dos chicas enamoradas como protagonistas, y que es, simplemente, una historia de amor con esa particularidad. Sin embargo, asociaciones LGBT niponas han alzado la voz para protestar por lo rancio que es todo porque no les es suficiente:
Dos chicas desnudas tapándose con una sábana, y usando la palabra «prohibido» está un poco pasado de moda
Y tienen razón, la tienen. De todos modos, si esto sirve como primer paso, y otras producciones más del siglo XXI vienen detrás, habrá merecido la pena.
Vía: Japan Times y Syx, que nos pasó el aviso!
Está claro que en el cine, como en la vida, tiene que haber de todo, y ese todo incluye alegrías y desgracias, amor y desamor, fortuna y muerte. Estamos de acuerdo. Lo que pasa es que parece que en la gran pantalla las grandes historias de amor entre mujeres sólo se escriben si tienen un final dramático y lacrimógeno, y mucho, mucho sufrimiento por el camino. Y justo por eso, cuando una película parece que no se regodea en las lágrimas y el dolor, brilla con más fuerza. 
