En el episodio 13:
La humanidad ha conseguido recuperar el distrito de Trost gracias a la inestimable ayuda de Eren convertido en titán. Sin embargo, es encarcelado nada más terminar la misión e interrogado por los mandos superiores de las tropas de reconocimiento: Erwin Smith y Levi.
Ignoramos totalmente el refrito infame que fue el 13.5 y empezamos la segunda mitad de la temporada con nuevo opening, Jiyū no Tsubasa, y ending, Great Escape. Aunque es difícil llegar al nivelazo de Guren no Yumiya, hay que admitir que complementan bastante bien. Además, nos dan a entender muy bien el importante papel que tendrán, no sólo el trío protagonista, si no todos los graduados de la promoción 104.
Mientras Eren está encerrado en prisión, las noticias de su hazaña vuelan por el Muro Shiina y Rose. En el primero, la élite comercial y política parece inquieta y preocupada por los acontecimientos. Su posición ventajosa podría verse amenazada por el desconocido capaz de convertirse en titán. En el Muro Rose, sin embargo, las consecuencias de haber recuperado una parte del territorio se ven con mejores ojos.
Este es el episodio del politiqueo. Llega Dallis Zacklay, comandante supremo de las tres divisiones del ejército, encargado de juzgar el destino de Eren.
Pixis y Erwin se reúnen en lo alto del Muro Rose para dialogar.
Ninguno de los dos quiere que la policía militar, encargada de la protección de Shiina, se quede con Eren. Han dejado bien claro que lo único que harían con él es matarlo.
Las cosas no le van del todo bien a Eren en prisión. El pavor y odio con el que lo tratan todos es un jarro de agua fría para alguien acostumbrado a darlo todo por la causa. Echa de menos a sus amigos y no quiere acabar sus días en una jaula. Por suerte, Zoe Hanji llega para sacarlo de allí, liberándonos de otro de los monólogos emos del chaval.
A Eren la corte de frikis que lo sacan de allí no le da muy buena espina. Hanji ya ha demostrado tener una especie de fascinación muy poco sana por los titanes. Y el mayor Zacharias Mike, no dice nada pero huele a toda persona que conoce y luego sonríe. Vamos, que tratando con titanes, o sales muerto o sales un poco loco.
Lo meten en la jaula del lobo sin darle muchas explicaciones y la experiencia no puede ser más aterradora: Una corte marcial con representantes, no sólo de todo el ejército, si no de gremios e iglesia le esperan.
En el juicio se presentan dos facciones interesadas en Eren: la policía militar, que pretende meter a Eren en un laboratorio para hacer todas las pruebas pertinentes y luego cargárselo. Las tropas de reconocimiento, la otra facción, lo quiere para usar sus poderes y retomar el Muro María.
En medio del sarao, aparecen voces discordantes. La primera, un sacerdote de la Iglesia de los Muros, una religión monoteísta que ha tomado fuerza en los últimos años y ha conseguido tener representantes en la sala de juicios. Es interesante ver la primera mención a una religión en la serie, cuando en situaciones semejantes extraña que los fundamentalismos no hayan salido a flote con virulencia. Por supuesto, el sacerdote Nick considera a Eren una herejía y blablabla y me canso sólo de intentar resumir las patrañas radicales que suelta.
Levi, con esa dulzura que le caracteriza, deja bien claro que la prioridad es usar a Eren para retomar las tierras que han perdido. Enfrenta a los comerciantes de la parte del Muro Shiina, recordándoles que sin tierra la gente no puede comer.
Los auténticos problemas llegan cuando se desvela, a través del informe de Rico, que Eren atacó a Mikasa cuando estaba transformado en titán. Eren está en shock porque no recuerda nada del tema.
Cuando Mikasa intenta explicarse salta Nile Dawk, líder de la policía militar, a recordar al gran público que ambos se cargaron a tres secuestradores cuando tenían tres años. Cuando señala que Mikasa podría ser un titán también, Eren pierde los papeles.
Hasta que Levi se los recoge, ordena y pone post-its de colores a base de una tunda que duele sólo mirarla. No sólo es Mikasa la que sufre y está dispuesta a saltar al ruedo para parar tanta hostia, hasta yo lo habría hecho.
Sin embargo, la actuación implacable de Levi inclina la balanza a favor de las tropas de reconocimiento. Éste demuestra ser el único que parece tener el valor y la habilidad para enfrentarse a Eren, ya sea como humano o como titán. Zacklay lo tiene claro y finaliza el juicio.
De vuelta en el cuartel general Hanji está intentando reparar a un maltrecho Eren, que no guarda rencor por la paliza épica que le han metido. Entiende que gracias a ella forma parte ahora de las tropas de reconocimiento y puede ayudar a Erwin y compañía en la misión en el exterior para probarse a sí mismo. Termina el episodio con el descubrimiento que el diente que Levi le parte de una patada se ha regenerado en un periquete.
Mucho politiqueo en un episodio que nos explica muy bien los tejemanejes políticos de la sociedad de la serie y nos plantea lo que va a ser la segunda mitad de la temporada: la misión al exterior. Para los que vamos un poquito adelantados, ya tenemos los pelillos un poco de punta esperando ver animada esta parte 8D