Si nos fiamos de las tan bien fundadas opiniones internetiles basadas en dos minutos de tráiler, Cazafantasmas es un truño arruinainfancias. Pero ni caso. Cazafantasmas no es una porquería y las chicas pueden respirar tranquilas porque no tendrán que buscar un vestido para la próxima gala de los Razzies. Tampoco tendrán que buscarlo para recoger ningún Óscar, pero ¿a quién le importa? No es eso lo que buscan las chicas con el mono y el equipo de protones, que sólo quieren hacernos reír con sus chistacos, sus tonterías y sus cosas, y que no salgamos del cine sintiendo que lo mejor de las dos horas sentadas en la butaca fue el aire acondicionado de la sala.
Cazafantasmas es una película palomitera, de esas que abundan por estas fechas estivales. Aunque se les está exigiendo un nivel que roza el de la perfección y cualquier pequeño detalle negativo se sobredimensiona sólo por tener un reparto casi exclusivamente femenino. A veces parece que se nos olvida que las mujeres no tenemos porque ser perfectas ni hacerlo todo de diez, que también somos personas, oye. La cosa es que, si con Cazafantasmas te lo has pasado bien, te has reído, no has estado mirando el reloj cada cinco minutos, y te has olvidado que es agosto pero no estás de vacaciones, ya ha cumplido su función. Desenfadada, cómica, con ritmo y acción, de esas hay la leche por ahí, pero esta viene con un giro de guión totalmente inesperado: No tenemos una, ni dos, sino que cuatro mujeres al frente (y una de ella croqueta, bonus adicional). ¿Cómo de guay es eso? Muy, muy guay. Además, ¿sabéis cuantas películas hay así? Siendo generosa, más bien tirando a pocas.
Pues lo dicho, que vayáis al cine a ver Cazafantasmas, luego os vais a tomar una pizza y una cerveza (o al revés, que el orden de los factores no altera el producto), y ya tenéis plan perfecto para uno de estos días tontos de calor.
Las que ya habéis ido, ¿cuántas os vais a pedir una Holtzmann por vuestro cumple? Porque vamos a tener que empezar a organizarnos e ir repartiendo turnos. ¡Me pido primera!