Con las manos vacías llegamos, con las manos vacías nos fuimos. Ayer los Emmy se olvidaron absolutamente de las croquetas: ni una de las nominaciones de bien personajes lésbicos o bisexuales, bien actrices lesbianas, bisexuales, o transgénero, se llevó el premio de la categoría correspondiente. Y teníamos papeletas, ¿eh? si recapitulamos, Orange is the New Black competía en mejor comedia, mejor actriz de comedia, mejor actriz secundaria y mejor dirección de comedia. Todas categorías importantes, y en las que la serie hubiese podido triunfar. Pero la academia decidió seguir una línea continuista, premiando a series e intérpretes que ya habían recibido la estatuilla en otras ocasiones.
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Y lo mismo para el resto de nuestras apuestas. Ni Sarah Paulson, Ni Lizzy Caplan, ni Robin Wright, ni Lena Headey. Los premios a mejor actriz de drama y comedia, respectivamente, recayeron sobre Julianna Margulies y Julia Louis Dreyfuss, por The good wife y Veep. Muy merecidos los dos, si, pero nosotras teníamos otras esperanzas. Como el que no se consuela es porque no quiere, nos quedamos con los dos Emmy que se llevó American Horror Story: Coven. El primero, para Jessica Lange, que de momento lleva pleno con Ryan Murphy: tres años con él en AHS, tres estatuillas que decoran su salón. El segundo, para Kathy Bates, por su interpretación de Madame Lalaurie. Y no podemos dejar de nombrar tampoco el premio a mejor especial de variedades que se llevó Sarah Silverman, de Masters of sex, por Sarah Silverman: We Are Miracles.
Así, toda la alegría que traíamos de los Emmy técnicos, donde Uzo Aduba fue premiada y nos subió la adrenalina, se ha esfumado. La academia de la televisión ha preferido ir sobre seguro, premiando a shows como Modern Family o The Big bang theory, y dejando atrás a producciones novedosas como la ya nombrada Orange is the new black. Muy mal, qué decepción. Para compensar la pena que nos da todo esto, nos quedaremos con los modelos que lucieron las actrices, esta vez con mucho más tino que en otros premios.
