Después de semanas buscando un nuevo libro con el que “aprender a ligar” (por intentarlo, vamos) mediante versos, me topé con uno, así, de golpe y porrazo, sin previo aviso. Me habían hablado de él, había visto fotos en Instagram y en los stories de amigxs, pero jamás lo había cogido entre mis manos. Hace unas semanas me senté en mi sofá, una tarde de sol, con dos gatos echando una siesta que yo me merecía y empecé a leer.
Vanesa Martín, malagueña, con seis discos a la espalda, escribió en 2016 Mujer océano, su primer libro de poemas, publicado por Planeta e ilustrado por InmArcesible. Amigas, este libro contiene todos los secretos. En sus páginas, tenemos poemas con un carisma vanesero muy particular, ya que muchos de ellos podrían transformarse en canciones, pero entre sus líneas hay secretos, confesiones oscuras y una rabia que ya me gustaría a mí que me explicara la cantante. Y amor. Mucho amor.
Imaginemos que una noche cualquiera, en un boquete llamado bar, conocemos a alguien que nos impacta y nos descoloca. La conversación nos llena tanto que queremos alargarla. ¿No tienes palabras? Vanesa Martín te las da: «Volvería a desear que nunca te acabaras/ y que yo te durara siempre de cualquier manera». ¡PAM! ¡PAMPUM! Qué precisión y qué directo. Y qué bien vendría cuando tu mente se queda en blanco y solo piensa «pero dile algo, pero dile algo, que se va. Se está yendo. Se va. Uy, uy, uy».
Ya hemos visto cómo otras autoras nos ayudan a dar un saltito en eso de dar el primer paso, y en este Mujer océano tenemos una maravilla que se merece ver la luz:
«Te abrí una cuenta en mi cuerpo/ para que me apuntes los asaltos con tiza/ y me añadas la propina/ y nos crezcan decimales/ y nos borren las heridas […] Aprende a dibujarme/ para que nunca te pierda,/ para que siempre me ganes.» PERO POR FAVOR. Qué bonito. Qué lujuría oculta en palabras, en tizas y en tó.
Aunque para lujuria, los versos del poema «A un palmo de ti», cuyas palabras contienen una declaración de intenciones sin miedos, un anhelo que podría ser de cualquiera. Pero eso, justamente eso, es lo maravilloso. Lo maravilloso, y a la vez pervertido. ¿Quién dijo que estuviera reñido? «A un palmo de ti es fácil morderte./ Guarda la lengua, que voy directa,/ no sea que, al sentirla húmeda,/ la invite donde guardo ciertos ecos/ y duermen huracanes». Vaya advertencia, vaya pseudoamenaza más semeerizató. Ay, cuánta pasión y desencanto al mismo tiempo. ¿Será la frase de una gran noche?
El rechazo existe y también necesitamos versos para lo que yo llamo «el segundo cobra», que puede ser tanto literal como sentimental. La cantautora, llena de «coraje» malagueño (porque aquí no nos enfadamos, pero las cosillas nos dan coraje) nos da un grandísimo verso: «Te has perdido quién soy». ¡Tachaaaan! Creo que es la afirmación perfecta para abandonar el escenario de la forma más elegante posible. Cuando demos la vuelta a la esquina podemos echar sapos y culebras por la boca, pero gracias a Vanesa podemos ser unas reinas elegantonas.
Mujer océano merece un vistazo, una lectura, un dormir pegado a él y levantarse revisando poemas. De cantante a poeta, o de poeta a cantante. No sé qué fue antes, el huevo o la gallina, pero lo que sí tengo claro es que necesito una explicación de todo lo que esconde ese tremendo mar, oculto entre portada y contraportada.