En el episodio 24:
Annie se transforma en titán y hace un último intento de capturar a Eren. Ni Mikasa ni nadie de las Tropas de Reconocimiento están dispuestos a que eso suceda, pero no es hasta que Eren reacciona y consigue transformarse que tienen una posibilidad real de impedirlo.
Empezamos el episodio con escabechina cuando la titán cae encima de la capilla donde se reúna la Iglesia de los Muros. Es interesante ver que la pelea de Eren y Annie tiene consecuencias directas sobre la población, en vez de ver un montón de inofensivos edificios destruidos. Por cada golpe o caída, la serie nos muestra que ahí había gente y que son víctimas directas de la lucha de ambos.
Armin nos da una explicación premonitoria de la batalla. Básicamente, Eren es muy majete y le pone mucha voluntad pero Annie se lo puede merendar en un periquete.
O más bien, esquivar cada uno de sus golpes.
A los de la Polícia Militar tanto destrozo los pone muy nerviosos. El plan de captura que Erwin ha comenzado sin su consentimiento está matando civiles a destajo y tienen al responsable a tiro de escopeta.
¿Pero quién si no Erwin puede dirigir una operación así? La frialdad con la que enfrenta los daños colaterales le valen el apelativo de monstruo, pero está dispuesto a eso y mucho más con tal de atrapar a Annie y descubrir más sobre los titanes.
Si ya sabemos poco de estos, los flashbacks que Annie va teniendo durante el episodio nos hacen pensar en daddy issues a mansalva. No sabemos cómo consiguen los poderes de titán, pero vimos a Eren sufrir inyecciones sospechosas de su padre. ¿Tal vez Annie sufrió lo mismo? De todas formas, los flashbacks consiguen algo que te temías: empiezas a compadecerte de Annie y hasta quieres que se salve.
Pero Eren se transforma en una especie de animal descontrolado y Mikasa ha despertado y llega en su ayuda. Con semejantes contrincantes, de repente tienes claro que Annie no va a ninguna parte. ¡Y sufres por ello! ¿Por qué maltratas así a nuestro pobre corazoncito Isayama?
Que momento más dramático el de Annie escalando el muro y todos con el corazón dividido. Aún así, aplaudes con la intervención de Mikasa porque Mikasa mola, especialmente cuando es la fría e insensible soldado dispuesta a todo.
Annie cae y drama ensues.
Durante unos segundos de música triste y flashbacks a mansalva, crees que Eren va a terminar realmente merendando se a la rubia (En el sentido literal de la expresión), pero hasta un titán descontrolado se ablanda con unas lagrimitas.
En el manga no es realmente así de romántico y fastidia un poco que nos los estén suavizando todo llegados a este punto. Esta gente vive en un mundo donde no valen las medias tintas, así que no tiene sentido que nos suavizen la reacción de Annie al verse capturada.
Al final, una vez más, es Levi el que viene a salvar la partida.
Con Annie convertida en cristal la misión, tal y como estaba planteada, falla estrepitosamente. No pueden interrogarla (Ni cortarla en pedacitos, como Levi y Hanji querían) y Erwin se enfrenta a su juicio con las manos vacías. Aún así, está convencido de que han dado un paso adelante y que las tornas han cambiado: ahora son los humanos los que atacan a los titanes.
Y con la escena final de los muros desconchándose para mostrar titanes dentro de ellos es como terminamos la primera temporada de Shingeki no Kyôjin. No hay duda de que, aparte de la OVA, vendrá una segunda. Y tercera si hace falta. Hajime Isayama dice que quiere terminarlo todo en 20 tomos, y esperemos que se lo permitan y no lo alargue hasta el infinito.
Al final nos han dejado con el arco interesante para nosotras, donde Ymir y Christa tienen muchísimo protagonismo, para la siguiente. Con la miel en los labios, básicamente. ¡Nos vemos en la segunda temporada! 😉
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