¡Cuánto tiempo!
Me da la sensación de que hacia siglos, ¡que tenemos incluso web nueva! ¡y yo con estos pelos!
La Navidad me ha tenido absorbida, como supongo que a la mayoría.
Me pregunto cuántas habréis salido del armario estas navidades, ¡ES NUESTRA FECHA, CHICAS! De hecho yo creo que es una campaña o algo: ninguna lesbiana sin su drama navideño. (Si salís del armario en plena cena de Nochebuena ganáis puntos, si es a gritos en mitad de una discusión os dan un carné de socia, y si conseguís que la abuela se atragante con el marisco os dan el VIP, vitalicio si además acabáis en urgencias).
Si no lo habéis hecho este año, ¡tranquilas! ¡El año que viene tenéis otra oportunidad! ES LA MAGIA DE LA NAVIDAD.
Yo, como no quería ser menos, he salido del armario con mi abuela estas navidades. La verdad es que lo esperaba todo más dramático, pero no ha podido ser. (Lo sé, yo también estoy un poco decepcionada).
Todo empezó con una conversación sobre mi prima. “Que si es muy joven para vivir ya con su novio, que emparejarse siendo una niña, blabla”.
Entonces vino la típica pregunta de: ¿y tú no tienes novio? Pregunta que ya es una institución familiar al nivel de bronca navideña y atragantarse con las uvas, nunca puede faltar. Yo creo que cuando se reparten las tareas navideñas hay a quien le toca comprar el marisco y a quien le toca preguntarme si tengo novio.
Hasta ahora yo había sido una joven respetuosa con las tradiciones y todos los años me había limitado a responder con un no, pero como en éste estoy especialmente desequilibrada, me dije: “qué coño”, y le respondí que no, que lo que tenía era novia.
Al principio quedó estupefacta, la pobre. Loquer, que dirían mis amigas. Pero ella se repuso rápidamente: “Pero Ri, ¿por qué no me lo habías dicho antes? Que a mí estas cosas no me escandalizan, ¡la nuestra es una familia de rojos!”
Y claro, la que se quedó un poco loquer fui yo.
¿DÓNDE ESTÁ MI DRAMA? ¡ME LO HAN ROBADO!
En realidad si lo pienso lo que más me sorprende no es que mi abuela se lo tomara con naturalidad, quiero decir, la nuestra ES una familia de rojos; lo que realmente me alucina es que no lo supiera ya, porque, además de una familia de rojos, la mía es una familia de COTILLAS, y mis tíos no es sólo que lo supieran, es que han incluso comido con mi novia y la han cebado hasta casi reventar (que es la manera de aceptar a alguien que tenemos, somos así de primitivos).
Evidentemente, después de mi confesión, mi abuela pasó a hacer una enumeración de todas las lesbianas de la familia: “y claro, yo siempre que llamo y pregunto por ella me dicen que ha salido con su amiga Margarita. Al cine, al teatro, al parque… ¡Já! ¡Su amiga! ¡Como si no supiera yo que están en una relación! ¡A mi edad! ¡Y al parque dice! ¡Tendrán los parques de Madrid más vistos que qué! Y además es que yo sé que son pareja. Pero no por ella, eh, que lo sé por la familia de Margarita, que es del pueblo de al lado del nuestro y no se avergüenza. No como esa tonta, andar escondiéndose a estas alturas. ¡Tú no te avergüences!”.
Y así durante horas. HORAS.
Me arrepentí mucho de salir del armario.
El caso es que no hubo drama, y me doy cuenta de que igual lo suyo hubiera sido salir del armario antes. En plan de niña. Que vale, no es como si yo misma lo supiera, pero imaginad lo divertido que hubiera sido ver sus dudas al decidir si regalarme o no una equipación de fútbol, un coche teledirigido o el playmobil de los vaqueros.
(“Yo creo que le gustará, pero igual lo creo porque es lesbiana y eso es un poco estereotipo.” “Es lo que ha pedido, pero no sé si es políticamente correcto regalárselo”).
Y en realidad, yo lo que no entiendo es como con esas cartas a sus majestades los reyes magos mi abuela no se imaginaba que me acabarían gustando más las Barbies que los Kens.
Espero que vuestras Navidades no hayan sido demasiado dramáticas (pero sí un poquillo, que le da vida al asunto) y que los reyes se hayan portado muy bien con vosotras y os hayan traído muchas muñecas con las que jugar (guiño guiño codazo codazo).