Supongo que en realidad esto es una cosa que puedes amar u odiar según tu carácter.
Tengo una amiga que adora ir a vestuarios públicos y exhibirse y pasearse por ahí desnuda y a la que le encanta mirar e incluso tontear si se presta la ocasión. EN UN VESTUARIO PÚBLICO.
A mí esto es algo que me parece inconcebible.
Para empezar a mí el estar desnuda en una habitación es algo que ya de por sí me incomoda, pero, se me ocurre una situación peor: estar vestida y que venga alguien totalmente desnudo a hablar contigo. No entiendo que consiga ligar así, con lo incómodo que tiene que ser.
Quiero decir, ¿CUÁL ES EL PROTOCOLO EN ESTE TIPO DE SITUACIONES? ¿A DÓNDE MIRAS?
Porque seamos realistas, la cabra tira al monte y los ojos se van donde se van.
ES INEVITABLE.
Yo en cambio, que soy una persona tímida y pudorosa, pues no sé qué hacer.
Así que acabo mirando al suelo y cambiándome muy rápido sin mirar a nadie demasiado fijamente y desviando la mirada si alguien me mira.
Es lamentable.
Y bueno, si esto en sí es patético, mejor no os empiezo a contar lo que pasa cuando me acompaña alguna amiga que sabe de mi condición sexual.
Es como: NO MIRES A NINGÚN LADO Y SOBRE TODO NO LA MIRES A ELLA. NO MIRES A NINGÚN LADO Y SOBRE TODO NO LA MIRES A ELLA. NO MIRES A NINGÚN LADO Y SOBRE TODO NO LA MIRES A ELLA.
Y es un poco como “no pienses en un elefante rosa”.
Acabas mirando y acaba siendo incómodo porque no quieres que se note que estás mirando Y ACABAS PARECIENDO BIZCA.
Me pregunto por qué yo no puedo ser como mi amiga.
Porque claro, yo tengo un pánico constante a que mis amigas crean que me gustan y que las miro. A ella le da igual. A ella le encanta mirar y le encantan los vestuarios públicos y en general cualquier situación en la que pueda mirar y, como dice ella, “disfrutar de las vistas”.
Como si yo no tuviera suficiente con lo mío, encima me toca sufrir por ella:
—¡Van a notar que las miras! —digo yo aterrada y mirando en todas direcciones por si alguien nota algo.
—¡Igual les gusta!
Es desesperante.
Evidentemente, esto es algo que me ocurre en todo tipo de situaciones.
Me sé de memoria los libros que tienen en la habitación mis amigas de tanto mirarlos mientras se cambian. No sé, me sorprende que no me llamen a preguntar sobre su biblioteca personal, podría ser su catálogo particular.
Si voy a la playa o a la piscina miro a todas partes menos a mis amigas, no vaya a ser que se crean que estoy apreciando cómo les queda el bikini.
Mi viaje de fin de carrera fue a Riviera Maya y no pude pasarlo peor. TODO EL DÍA EN TENSIÓN. Tuve que tomarme unos días de descanso después porque tenía el cuello agarrotado de tanto no mirar.
Y no hablemos de cuando sales de fiesta y se te acerca una chica con escote pronunciado y tú intentas no mirar y no mirar.
Es horrible.
Y más horrible aún es cuando te pillan mirando (porque alguna vez te pillan, la vida es así) y tú sabes que ella sabe y ella sabe que tú sabes que ella sabe y tú sabes que ella sabe que tú sabes que ella sabe Y ES INCÓMODO (además de lioso.)
Pero lo peor no es eso (en serio, puede haber algo peor), lo peor es cuando te lo preguntan directamente:
—¿Me estabas mirando?
Y respondas lo que respondas, sabes que va a ser la respuesta incorrecta.
Si respondes que sí eres una puta pervertida que estaba mirando, pero si respondes que no, además de ser mentira puede que en un giro absurdo del universo te pregunten que por qué no, que si no son guapas, que si te podrían gustar, que si no crees que haríais buena pareja o cualquier otra que se le ocurra en ese momento Y AHÍ SÍ QUE ESTÁS TOTAL Y COMPLETAMENTE JODIDA.
No hay manera posible de salir de esa situación sin liarla pardísima: o acabas siendo ofensiva y provocando un enfado cojonudo y dañando su ego o acaba pareciendo que te gusta y que te liarías con ella en cualquier momento con la incomodidad y tensión que eso acaba produciendo.
Y ya como te guste de verdad y hayas sido tan gilipollas de enamorarte de tu amiga hetero pese a la regla número uno de las lesbianas ni te cuento.
Y por eso, para evitar este tipo de situaciones, yo miro al suelo de los vestuarios, a las bibliotecas de las habitaciones y al cielo cuando hay bikinis y escotes.