De la misma manera que la percepción del feminismo y otras cuestiones está cambiando en los últimos tiempos —no hay más que ver los debates que se producen en todas partes, cosa que hace nada era impensable—, dentro de la comunidad LGBT uno de los sujetos que más se tratan de un tiempo a esta parte es la cuestión de las etiquetas. ¿Etiquetas sí o no? ¿Símbolo de empoderamiento o estigma del que es mejor zafarse? ¿Mediocridad o posmodernidad?
Justo estos días se han publicado dos artículos verdaderamente interesantes. El primero, en Elle, una revista generalista no dedicada en concreto al público LGBT, narra varios testimonios sobre justo esta cuestión, la de haber sobrepasado los límites impuestos por cada término. El segundo, en Autostraddle, analiza este primero (con muy buen criterio, en mi opinión). De todas las opiniones, me quedo con la de Matthew Breen, director de The advocate, medio de referencia LGBT.
Entiendo que reivindicar una identidad no funciona para todo el mundo. Pero hace que otra gente nos vea
Porque si algo no se nombra, no existe. Y bastante invisibilizadas estamos las lesbianas como para que se nos meta más en las sombras. Reclamemos el término para nosotras, démosle las acepciones que sean, redefinámoslo si queremos. Pero no lo abandonemos, porque eso significará que no existimos.
En esta precisa web que estás leyendo, el staff es muy amplio, y cada una de nosotras, lesbianas y bisexuales, nos unimos bajo el término lesbiana y bisexual. Somos diferentes, somos visibles, y no vemos nada malo ni nada mediocre en definirnos a nosotras mismas bajo el paraguas del término que hayamos elegido. ¿Por qué? Porque el término lo hemos elegido nosotras. No hablo de la orientación sexual, hablo de cómo nos llamamos a nosotras mismas.
Matthew Breen continúa su discurso hablando de las celebrities que, bajo la excusa de no hablar de su vida privada, no hacen pública su orientación sexual (ojo, sea cual sea, y no estrictamente definida bajo los términos lesbiana y bisexual, porque el abanico es amplio y bonito, y todas cabemos en él). Dice Breen que “Si tú eres una figura publica y no sales del armario en un contexto público, no estás fuera del armario. Diciendo cosas como “No me escondo, está ahí para la que quiera mirar” no es lo mismo que salir del armario. No estamos ni siquiera cerca de superar el tener que salir del armario”
Porque mientras sigamos en un mundo en que la orientación sexual por defecto siga siendo la heterosexual, el mismo mundo en que una publicación puede ser demandada por intromisión ilegítima en la intimidad si dice que una famosa es lesbiana, pero al mismo tiempo se harta de decir que dos mujeres “son amigas”, negando cualquier relación afectiva entre ellas , habrá que seguir haciendonos visibles, y una de las maneras, la más sencilla y directa, pero también las que más nos cuesta decir en público y a nosotras mismas, es decir “soy lesbiana”.
Soy Sara, y soy lesbiana. Me ha costado mucho poder decir esto, mucha reflexión y muchos malos momentos. Y, ¿sabes qué? Que lo voy a decir todas las veces que pueda.