Ya podemos decir adiós a la tercera temporada de The 100 y a la montaña rusa emocional que nos ha hecho vivir. Si la primera temporada será recordada como mediocre, la segunda como memorable, esta se recordará como polémica, y pasará a los anales de la televisión por haber abierto un necesario debate sobre el tratamiento de las minorías LGBT en las series con la polémica muerte de Lexa.
En esta segunda parte del capítulo Perverse Instantiation, Clarke, después de colocarse el chip para así poder entrar en la Ciudad de la luz, por fin consigue llegar al interruptor de emergencia y destruir a ALIE, no sin la ayuda de Raven, que, aunque nunca se lleve los laureles la pobre mujer, les ha salvado el culo a todos una vez más. Pero, pese a la destrucción de la IA, eso no significa que la Skaikru y los grounders estén a salvo. La Tierra tiene el tiempo contado, según las estimaciones de ALIE, sólo quedan 6 meses antes de que la radiación vuelva la superficie totalmente inhabitable. Clarke, sin embargo, confía en encontrar una manera de sobrevivir, porque eso es lo que han hecho siempre y bueno, porque sino, pues como que nos quedaríamos sin serie. Y no queremos eso.
Satisfactorio. Así es como calificaría este final de temporada que creo que ha estado a la altura del hype. Los guionistas han conseguido cerrar bien unas tramas un poco irregulares durante su desarrollo y lejos de ser tan redondas o llenas de matices morales como lo fueron las de la pasada temporada, pero han sabido conectarlas bien al arco de la Ciudad de la luz, además de introducir la que será la principal amenaza de la próxima temporada. Todo fue por los derroteros más o menos esperados y pocos han sido los sobresaltos. Lo que no es necesariamente negativo porque ha dejado buen sabor de boca y ha cumplido (y no ha habido momento Bellarke como había estado temiendo en los últimos capítulos, así que, todo correcto). Eso no quita, sin embargo, para que no hubiera alguna sorpresa, como ver a Octavia matar a Pike, un personaje que no creo que a muchas le importase demasiado lo que le pasase o dejase de pasar, porque poco (o nada) ha hecho para ganarse nuestro afecto, pero que será un hecho interesante de ver cómo afectará a Octavia y a su relación con Bellamy, que ya llevaba tiempo en la cuerda floja, en la siguiente tanda de capítulos.
Y por último, pero no menos importante, Lexa. Su aparición de inesperada tenía poco, estaba confirmada hasta por la misma Eliza Taylor, pero eso no quitó para que yo entrara en parada cardíaca cuando entró dando saltos por ahí en plan guerrera con sus espadas y su maquillaje de mapache sexy, y sus pocos minutos en pantalla no han estado bien, han estado MUY BIEN. Ella y Clarke por fin tuvieron la despedida que necesitaban y Lexa la salida que se merecía. ¿Ves cómo no era tan difícil hacer bien las cosas, Jason? Así, sí.