Por cosas de la vida real he pasado un mes viviendo y estudiando en Londres. Y hoy, que ya estoy de vuelta en tierras hispanohablantes, vengo a contar mi percepción en un asunto que me ha encogido el alma y oprimido el espíritu, el recalcitrante machismo homófobo que existe en la capital inglesa.
Nuestros vecinos británicos, siempre más avanzados y de mente más contemporánea (basta con leer wikipedia al respecto para ver ‘La actitud de los británicos hacia los derechos LGBT y la homosexualidad es en la actualidad una de las más tolerantes y liberales del mundo’) llevan en realidad muy bien la normalización de las cosas en ámbitos profesionales y académicos: es muy extraño que alguien crea que en un trabajo o en su universidad va a encontrar alguna traba. Pero luego, en el día a día, en las cosas más informales y habituales – como ir a tomar una caña – le sucede algo increíble.
Puedo decir tranquilamente que en el último mes me han dicho y gritado más cosas que en toda mi vida anterior.
Una tarde cualquier al salir de la universidad, paseándome por Soho y Covent Garden con mi chica nos gritaron 2 veces desde un coche, una chica (UNA CHICA) nos pegó un berrido llamándonos ‘incestuosas’ (telita) y esa misma noche, después de cenar – ojo, que Soho es el barrio ‘gay de Londres’ – dos veces sendos señores trataron de ofrecernos ayuda de su dick. Pobres galanes, preocupados por si no podríamos sobrevivir sin su masculinidad.
Parece paradójico esto en un contexto donde mis amigos gays no han encontrado ni un mínimo ápice de rechazo, son hombres, y nadie trató de invitarles ni ofrecerles ayuda porque no estaban solas (¿pero solas sin que?) y desamparadas.
Este comportamiento resulta más alarmante incluso cuando se observa de la mano de datos como un aumento del 25% de las agresiones sexuales a mujeres en Reino Unido solo en transporte público (telita x 2). Este pensamiento interno, que algunos exteriorizan como una parte de su masculinidad y ‘sin ánimo de ofender’ no es más que un machismo estructural y muy arraigado que lejos de estar combatiendo hemos asimilado como algo sin importancia, olvidando que la equiparación el leyes y derechos para los homosexuales no tiene porque traer consigo un cambio de mentalidad de las personas en otros ámbitos como la discriminación por género. Y eso no es algo que haya que pasar por alto.