El amor ha muerto. Vivan las aventuras amorosas, el adulterio y la lujuria. Antes de que pienses que estoy haciendo un alegato público en defensa de los cuernos (bien o mal puestos), déjame puntualizar que este post va enteramente de ficción. En concreto, de ficción televisiva. Porque las parejas ya no son lo que eran. O por lo menos, esa es la conclusión que sacamos cuando echamos un vistazo a las propuestas televisivas de los últimos meses.
Hace años, las blanditas de corazón como yo, disfrutábamos mucho con comedias en las que se imponía el romance y la lagrimita fácil. Pero ahora todo ha cambiado y la pequeña pantalla atraviesa una especie de fiebre adúltera, en la que el “viviremos felices y comeremos perdices” ha pasado a un segundo plano, cediendo el protagonismo a las traiciones amorosas.
No estamos diciendo que la infidelidad sea un concepto nuevo. Siempre ha existido y siempre existirá. No obstante, parece que los guionistas han encontrado su particular gallina de los huevos de oro obligando a los personajes a lidiar con estas aventuras extramaritales y, así, lo que empezó siendo un recurso que solo veíamos en los culebrones de después de comer, ahora es una trama que está presente en casi todas las series de moda. Y llamadme feminista, pero, curiosamente, los personajes lésbicos/ bisexuales tienen todavía más papeletas de enfrentarse a una traición sentimental.
Si no me creéis, basta con que echemos un vistazo a las nuevas propuestas y, también, a algunos de los últimos guiones de series ya consolidadas. Por ejemplo, ahí tenemos a Anatomía de Grey, que zanjó su temporada previa con un triángulo amoroso que dejó al borde del abismo a su pareja lésbica. Y todo esto a pesar de que su creadora, Shonda Rhimes, niega que sus series planteen las aventuras amorosas como algo aceptable.
Otro caso que nos llama mucho la atención es el “adulterio por necesidad” que ocurre en Tierra de Lobos. Después de disfrutar de un apasionado encuentro en casa de Isabel, el marido de esta aparece por sorpresa. ¿Y qué se le ocurre a Cristina? Acostarse con él mientras su amante llora desconsoladamente en el ropero, presenciando la escena en todo su esplendor. Drama elevado al cubo, porque solo con la infidelidad no tenían bastante.
Pero los ejemplos no se acaban aquí. Podemos continuar hablando de Mistresses, el remake estadounidense del show británico, que se estrenó antes del verano. En él asistimos al decepcionante romance entre Alex y Joss, que, por supuesto, se zanjó de la noche a la mañana con una infidelidad. Pocas echarán de menos a esta pareja, pero siguen siendo unos cuernos más que sumar a la lista.
En Bretrayal la historia es más de lo mismo. Su argumento gira en torno a una fotógrafa que conoce a un abogado; se enamoran rápida y perdidamente. Podría ser un romance como otro cualquiera, de no ser porque ambos están casados y tienen hijos. En esta serie tenemos una pareja de croquetas, aunque, por el momento, el drama de la infidelidad todavía no las ha salpicado. Tiempo al tiempo.
Masters of Sextambién va camino de convertirse en otra lacrimógena historia de adulterio. Hasta ahora, el doctor Bill Masters (Michael Sheen) y su asistente Ginny Johnson (Lizzy Caplan) solo han tenido palabras, pero incluso en los primeros compases de la serie estamos viendo que la cosa se perfila como la crónica de un romance anunciado. El doctor está casado, pero entre ellos hay una clara tensión sexual no resuelta.
Una de nuestras favoritas, Orange is The New Black, es otra de las nuevas apuestas televisivas en las que vemos el engaño como motor de la trama. Piper está prometida, pero cuando entra en prisión, su ex será una tentación constante. ¿Y quién puede decirle que no a Alex Vause? Por si todavía no la has visto (¿de veras alguien en este mundo puede no haberla visto?), no vamos a arruinártela, pero sigue a pies juntillas esta moda.
Siguiendo en la misma línea, no podemos olvidarnos de la británica Last Tango in Halifax. En este caso la diferencia estriba en que la protagonista, Caroline, se encuentra inmersa en un feo proceso de divorcio, pero ¿y el motivo? Efectivamente: cuernos. Su orientación sexual queda en un segundo plano.
Y de la campiña inglesa pasamos al afalto de la maravillosa Orphan Black, en la que a lo mejor pasaste por alto el engaño, pero, salvo que nos hayamos vuelto locas, ¿no estaba Delphine con el líder de la neovolución cuando empezó a hacerle ojitos a Cosima? Yo creo que sí. Corrígeme si me equivoco.
SUMA Y SIGUE
Como todo en la vida, podemos llegar a la conclusión de que a lo mejor esta es una moda pasajera. Menos ai lovius, más sexo y lágrimas. E incluso podríamos echarle la culpa de todo a HBO (recuerda: ¡¡¡no es porno, es HBO!!!), pero, a decir verdad, la moda de la infidelidad parece que ha llegado a nuestras televisiones para quedarse. Y así, comprobamos que incluso las series que todavía están por estrenar vienen cargaditas de desengaños. El mejor ejemplo de ello lo encontramos en Open, producida y escrita por Ryan Murphy (los dioses nos cojan a todas las lesbianas confesadas) la serie pretende explorar la sexualidad y los límites de la monogamia. Y lo hará —sí, has acertado— a través de una pareja de lesbianas interpretada por Anna Torv y Jennifer Jason Leigh, que pondrán a prueba su amor cuando una ginecóloga (Michelle Monaghan) se cruce en el camino de Torv. ¿Alguien dijo cliché?
¿Qué conclusión podemos sacar de todo esto? Estoy segura de que los sociólogos podrían hacer un sesudo estudio sobre el tema. Y en él nos desvelarían si la infidelidad se ha convertido en algo tan rutinario que está a punto de ganarse la etiqueta de “aceptable”. Pero también es posible que la televisión solo esté representando un componente de las relaciones de pareja que antes se consideraba tabú y que, ahora, es una de las tramas que más audiencias arrastran. De todos modos, ¿qué ha sido del amor? ¿De las épicas historias románticas? ¿Podemos concluir que ha muerto? Y… ¿es realmente necesario que en casi todas las series los personajes LGBT tengan esta espada de Damocles sobre sus cabezas? El veredicto, en cualquier caso, lo tienes tú.