Sin premios. De las cuatro nominaciones relacionadas con el mundo L no ha sido posible ninguna. Cinco, si contamos con que Sally Hawkins (Fingersmith) estaba también nominada, aunque probablemente eso sea rizar mucho el rizo.
La gala de los Globos de Oro 2014 ha sido un gran jarro de agua fría para todas. No hubo suerte para la canción de los créditos de apertura de Orange is The New Black ni tampoco con las demás nominaciones, ya que ni siquiera Taylor Schilling o Tatiana Maslany, candidatas a mejor actriz principal de una serie, consiguieron llevarse el galardón. Como nota curiosa, comentaros que brilló más Taylor que Tatiana. De eso tuvo un poco la culpa el carácter reservado de la canadiense, pero también su país de origen y el de la cadena que emite Orphan Black, que tampoco es estadounidense. Y es que las cámaras solo enfocaron a Tatiana una vez. UNA. Justo en el momento en el que se anunciaba su nominación. Ella sonrió tímidamente a la cámara durante un segundo, bajó la mirada y ahí se acabó todo. ¿Soy yo o el Emmy para Tatiana de repente parece más lejos que nunca?
La gran ganadora de la noche ha sido American Hustle, la cinta que protagonizan Amy Adams y Jennifer Lawrence, que se alzaron con el galardón a mejor actriz principal y de reparto por sus respectivos trabajos en este largometraje. Pero, vaya, sus triunfos estaban casi asegurados en todas las quinielas; más sorpresa ha sido, quizá, que la película se consagrara como la mejor del año, por encima de otras como la angustiosa Gravity, de Alfonso Cuarón. Y no… lo siento, pero American Hustle no cuenta como película “lésbica” porque ya sabemos que el beso entre las actrices tiene más de perro que orina para marcar territorio que de mujer que se siente atraída por otra.
Podemos decir que, en términos generales, esta no ha sido una gala de las que pasarán a la historia. Los Globos de Oro se caracterizan por su tono relajado. Ves a los actores, sentados en sus mesas redondas, levantados, bebiendo champán, saludándose unos a los otros, dándose palmaditas en la espalda, mirando quién la tiene más larga, etc, etc… esas cosas, vaya. Es como una gran fiesta de amigos y marujas… muy diferente a la tensión que se corta con un cuchillo durante la gala de los Oscar. Pero Tina Fey y Amy Poehler no decepcionaron.
Quizá estuvieron un poco menos inspiradas que en la pasada edición, cuyo monólogo de apertura fue de lo mejor que he visto en muchos años. O puede que el listón ya estuviera demasiado alto, pero no faltaron los guiños al colectivo gay a los que ya nos tienen acostumbradas. “Muy buenas noches a todas las personas que están presentes en la sala y a todas las mujeres y hombres homosexuales que nos están viendo desde casa”, dijeron nada más empezar su monólogo. Solo hay una palabra para describir a estas dos: cracks. Porque eso es lo que son.
Además de ganar un premio por su trabajo en Parks and Recreation, en medio de la gala Amy Poehler consiguió arrancarnos varias carcajadas cuando apareció enfundada en un esmoquin, convertida en “Randy”, el supuesto hijo adolescente de Tina Fey. Pero el momento épico llegó cuando las dos anfitrionas de la gala describieron Gravity de esta manera: “Es la historia de cómo George Clooney prefiere largarse y morir en el espacio en lugar de pasar un minuto más con una mujer de su misma edad”. Amigo George: si a ti no te vale Sandra Bullock, avisa, que por aquí hay mucha voluntaria sin problemas para quedarse encerrada con ella en una nave espacial. O en un armario. O en un ascensor. O en un frigorífico industrial. Bueno, creo que se entiende el concepto, ¿verdad?
Pero la nota LGBT del certamen la puso sin querer y casi por sorpresa Jared Leto, que después de estar cinco años sin rodar ninguna película y dedicado en cuerpo y alma a su banda de música (30 seconds to Mars), ha vuelto por la puerta grande y se ha llevado el premio al mejor actor secundario por su interpretación de una transexual enferma de sida en Dallas Buyers Club. Ya solo por la transformación física (perdió 15 kilos) entraba en las quinielas. Nosotras aprendimos con Monster que eso de salir feo da muchos puntos para conseguir un premio. Con todo, monumentales Jared Leto y Matthew McConaughey en este film. Dos galardones muy merecidos.
Tampoco tuvo suerte La Vida de Adéle, nominada a mejor película extranjera, porque el premio se lo arrebató la italiana La Gran Belleza. Además, la presentación de la francesa fue recibida con un aplauso tibio, excesivamente frío para todo el revuelo que ha causado la película y la promoción que ha tenido.
Para finalizar, creo que se merece una mención especial Cate Blanchett por su monumental actuación en Blue Jasmine, cinta que no tiene nada que ver con lo LGBT, pero vale la pena recordar que Cate está en uno de los mejores momentos de su carrera y actualmente se encuentra rodando Carol, la adaptación cinematográfica de la novela lésbica de Patricia Highsmith. A mí me dan ganas de gritar “¡Tenemos a Cate! ¡Tenemos a Cate!”, pero cada uno que se lo tome como quiera.
En definitiva, ha sido una gala sosa, deslucida, con rutilantes destellos de genialidad por parte de las anfitrionas, en la que la croquetería mundial ha pasado con más pena que gloria, pero en la que ha quedado demostrado el peso que está adquiriendo la televisión, en la que, por cierto, cada día hay más personajes lésbicos. En un Hollywood en decadencia, con pocas películas de relevancia y menos estrellas que brillan con luz propia (no estoy hablando de JLaw, aunque su vestido sea el comentario superficial del día en las redes sociales), la pequeña pantalla es ahora el motivo de nuestras filias y suspiros, y así se vio reflejado ayer noche, cuando series impresionantes como House of Cards (Netflix), Ray Donovan (en la que participa nuestra Katherine Moennig) o Breaking Bad (AMC) arrebataron todo el protagonismo al séptimo arte.
Y para concluir el post, nos venimos arriba y os dejamos con un festín visual de nuestras chicas favoritas en la alfombra roja. Por eso de alegraros el comienzo de la semana. Que tengáis un buen lunes:
Sarah Paulson, tan estupenda como siempre, no se perdió la gala.