En el episodio anterior: Lorna pierde los nervios al enterarse de que su prometido, el perfecto Christopher, va a casarse.
Como una buena prometida, Morello le ha estado esperando contra viento y marea. Bueno, podemos decir ya que no le ha guardado exactamente ausencia, pero imaginamos que en la cárcel la fidelidad tradicional se convierte en algo borroso. Ahí está Piper para demostrárnoslo a diario. Pero lo cierto es que en la temporada anterior Christopher ya se perfilaba como una especie de #concepto. Nunca le vimos visitando a Morello. Nunca fuimos capaces de ponerle cara. Y la poca información que nos daban sobre él era la que nos llegaba a través de Lorna. Ahora sabemos por qué: esa relación nunca existió.
En el 2×4 de Orange is The New Black se nos desvela por fin la triste historia de Morello, la novia que nunca fue, la acosadora que ha dado con sus huesos en la cárcel, aunque por razones muy diferentes a su obsesivo amor. Condenada por fraude postal, conoció a Christopher por casualidad en una oficina de Correos. Esa fue la subida al cielo para Lorna, el comienzo del infierno para Christopher. Mensajes. Amenazas. Toda una campaña de acoso y derribo para ganarse el amor que nunca tuvo, pero que Morello llegó a imaginarse. Jo-der (con perdón). A una se le ponen los pelos de punta pensando que realmente existen personas así de enfermas. Mucho cuidado, que el bollodrama puede ser el comienzo de toda una película de terror.
Aprovechando un puñado de horas que le da su trabajo como conductora de furgoneta, Morello rompe a llorar de nuevo, llevada por las notas de una triste balada que suena en la radio. No debería hacerlo, se expone a un gran riesgo, pero el deseo de ver de nuevo a su amor, por última vez antes del “Sí, quiero” hace que arranque la furgoneta y ponga rumbo a la casa que comparte con su prometida. Y aquí asistimos a una escena que casi recuerda a La mano que mece la cuna. No sé vosotras, pero yo me encuentro con mi acosadora particular en la bañera, el día antes de mi boda, y me acaban internando por una crisis nerviosa. Impresionante, en cualquier caso, la historia de la italo-americana. Triste y aterradora al mismo tiempo. Abre una dimensión más profunda a este personaje.
Cambiando de tercio, en el bando afroamericano de Lichfield tenemos en este episodio una faceta que no conocíamos de Poussey como nueva instructora de anatomía femenina. Taystee no se cree que haya un agujero para hacer pis y otro para… todo lo demás. La vagina como un TODO. Este acontecimiento marca la diferencia para siempre: por un lado, las que entienden su vagina. Por el otro, las que necesitan de clases de apoyo. O un espejo, como es el caso de Taystee. La propia Poussey se ofrece a enseñárselo personalmente. Menos mal que ahí está Sophia para poner orden a este caos vagino-labial. Ella diseñó la suya, ¿así que qué mejor profesora podrían tener para encontrar y distinguir tanto agujero?
Pero si de vaginas se trata, las verdaderas alumnas de matrícula en esta asignatura son Big Boo y Nicky. No sé qué os ha parecido a todas la competición que han empezado estas dos para “coleccionar” orgasmos femeninos, pero ha sido uno de los temas más polémicos de esta temporada. Hay que reconocer que no deja el pabellón croqueta muy alto… y el premio gordo es Soso… Piper está dispuesta a proveer, pero Nicky es quien la conquista al final, confirmándonos que no calla ni bajo amenaza de orgasmo. ¿Son estas las consecuencias del trastorno por déficit de atención? Dejo el diagnóstico a la gente que realmente entiende de esto.
Y hablando de personajes LGBT, Piper ahora es compañera de cuarto de Red. A mí no se me podía ocurrir una vecina mejor de camastro, la verdad. Creo que nos va a dar muchas alegrías esta Guerra Fría entre el bloque ruso y el americano. Empieza mal, con Red furiosa porque Caputo le ha quitado sus privilegios, pero ella es lista. Muy pronto lo usará como la excusa perfecta para enseñarnos su nueva pasión: la jardinería. Menos bonsais en ese invernadero va a crecer de todo. ¡Qué maravilla!
Si eras fan del Poussey/Taystee en la temporada anterior (¿tiene ya nombre esta pareja? porque yo me apunto), lo serás más a partir de este episodio y de la tierna escena que comparten estas dos. Taystee sabe que Poussey es gay. También tiene claro que, a lo mejor, su amiga no la ve con los mismos ojos inocentes con la que ella la mira. Entre risas, bromas y carantoñas, Poussey no puede evitarlo y le roba un beso a Taystee. Pero entonces llega el martillazo a nuestro corazón… o lo que es lo mismo, esa afirmación tan cierta como demoledora: “Ya hemos pasado por esto… Yo no…”. Pero Taystee tiene un corazón de oro e intenta remediarlo con un abrazo que nos acaba arruinando Vee. Argh… esta mujer mete el dedo en todas las cazuelas, de verdad. Es como una zarza que crece entre las flores. ¿Homofobia much?
Rosa, por su parte, sigue su tratamiento en el hospital, en donde hará un nuevo amigo. Un ser del siglo XXI enfrentado a uno del siglo XX. E incluso con todas las diferencias que los separan, siempre habrá un punto de entendimiento que los una. Me encanta esta trama de la historia, de verdad.
Y como no podía ser menos, cerramos este recap con todo lo que concierne a Larry. Creo que lo vamos a convertir en una tradición. El novio de Piper continúa con su penoso victimismo, solo que ahora tiene como rehén a Polly, la amiga de Piper. Los dos están pasando tiempo juntos en la ciudad y esto huele a la crónica de un romance anunciado. No sabemos si sentirnos aliviadas o buscar la manera de alertar a Polly: Corre, hermana! Run for your life! Oh, bueno… nos lo tomaremos como un mal necesario para que Larry salga momentáneamente de escena y Alex Vause cumpla con su deseo de hacer de Piper su “prison wife”. Que así sea.