Si es que ya lo decía Pringles, cuando haces pop, ya no hay stop. Así están las cosas con el reboot de Embrujadas. Pasamos de creer que se habían olvidado de él totalmente a recibir un aluvión de novedades en muy poco margen de tiempo.
A mediados de mes supimos que TheCW seguía adelante con la idea dándole, además, una toque “divertido y feminista” (yay!). Las hermanas tendrían nombres que empezarían por M, Macy, Mel y Madison y su apellido sería Pruitt. ¿Lo más guay de todo? Una de ellas sería lesbiana. Todo esto no estuvo libre de polémica, porque es que está claro que no podemos tener cosas buenas, y parte del fandom promovió un boicot contra el reboot porque – sí, lo habéis adivinado – les están arruinando la infancia con todos estos cambios.
Dejando las estupideces a un lado, entre todo este follón, se anunció que Ser’Darius Blain, de Jumanji, sería Galvin, el novio de Macy, la mayor de todas, y que la primera elegida para interpretar a una de las hermanas, sería Melonie Diaz. Diaz será Mel, bruja, feminista, decidida y lesbiana. Sin ser necesariamente en este orden.
Detrás del proyecto está la productora Jennie Snyder Urman, encargada también de Jane, the virgin, y tal y como están yendo las cosas yo creo que no tardaremos mucho en saber quienes serán las otras dos hermanas y, sinceramente, can’t wait.
Hay series que acaban en el cajón de sastre y pasan a la historia como una pérdida de tiempo y no merecen volver a ser vistas ni en el jamás de los jamases, y hay series que se alzan como maravillas del mundo. The Good Place es una de ellas.
La serie que emite Netflix es una comedia distinta, capaz de sorprendernos y dejarnos con ganas de más. La primera temporada, que consta de 13 capítulos, nos descubre a una Eleonor Shellstrop (Kristen Bell, la primera razón por la que me acerqué a esta serie) que llega a lo que comúnmente reconocen algunos como “el cielo”. Un lugar acogedor, lleno de tiendas de yogur helado y gente sonriente será el escenario donde la protagonista tendrá que moverse con un único problema: ella no es la Eleonor de la que le habla el creador de ese rincón paradisíaco, Michael (interpretado por Ted Danson).
A partir de este momento comienza la aventura de Eleonor y otros tres personajes: Chidi, un filósofo incapaz de tomar decisiones, Tahani, una británica estirada, y Jason, una de las sorpresas que enganchan. Un amable y sonriente ángel, un pueblo feliz y un grupo que parece no encajar demasiado, por no hablar de la magnífica Janet, un robot diferente a lo que estamos acostumbrados. Sin duda, la combinación parece imposible, pero The Good Place consigue que la emoción crezca hasta que al final de cada capítulo solo nos den ganas de pulsar el botón de “Seguir viendo”.
Hace unas semanas finalizó la segunda temporada y los fans estamos ya pendientes de la tercera. No solo porque, como acostumbra ya el argumento, nos dejó en un momento de tensión del que aún nos estamos recuperando, sino porque la historia que plantea esta genial serie siempre sorprende con un humor distinto que engancha desde el primer minuto.
The Good Place cumple todos los requisitos para seguir ocupando un lugar importante en la lista de muchos seriéfilos para los que no todo es ‘Juego de Tronos’ (que, por cierto, ¿cómo va?), así que, si os animáis, ¡compartimos los secretos de Eleonor!
Llevo viendo series toda mi vida. Primero, las típicas que se veían en mi casa: Farmacia de Guardia, El Comisario, Periodistas, o la que fuera que echaran en el canal de turno que tocara ver ese día. Más adelante, gracias a internet, el catálogo se hizo prácticamente infinito, y desde aquel glorioso 2004 que nos trajo Mujeres desesperadas, y con ella toda la nueva edad de Oro de las producciones para televisión, pues imaginaos. Incontables. No voy a decir miles (que quizá sí), pero desde luego cientos. Unas las he devorado con fruición, otras las he ido teniendo de fondo mientras hacía otras cosas. Algunas me han apasionado, otras meh, otras las he tenido que quitar. Pero no recuerdo ver ninguna que me resultara problemática dentro de su contexto, problemática dentro de la época en la que se estaba emitiendo. Pero ayer me puse Heathers, y bueno, pues ya puedo tachar eso de mi lista.
Últimamente estamos viviendo una fiebre del remake que, bueno, es un arma de doble filo: si sale bien, si los creadores son capaces de actualizar unas tramas y unos temas al siglo XXI, pues fenomenal, porque hay historias que merecen ser rescatadas quitándoles el olor a naftalina. Pero si sale mal, la pregunta obvia va a ser “pero para qué tocas nada”. Heathers, la película de 1988, se convirtió instantáneamente en un film de culto porque hacía algo que no se había visto hasta entonces, y era darle su merecido a las Queen Bee crueles de un instituto medio de Estados Unidos. Cogía las fantasías de miles de estudiantes que vivían atenazados por esas brujas que les hacían la vida imposible y las llevaban a la pantalla. Boom. Éxito. El outsider gana la partida. El débil se venga. Y todos contentos.
La estética es flawless, eso hay que concedérselo
La serie, de la que cadena ha lanzado ya el primer episodio, hace una cosa rarísima, y que para nada es lo que se esperaba (y tampoco es que se esperara mucho). En 2018, las matonas de instituto son la gorda, la lesbiana, y el chico genderqueer del instituto. ¡Oh, le han dado la vuelta a la historia!’. Eh… no. No es un espejo en el que esos posibles bullies se vayan a ver reflejados. Es una metáfora nada velada sobre esa teoría tan extendida de que en estos tiempos que corren no se puede ser “políticamente incorrecto”, porque te arriesgas a que la policía de la moral vaya a por ti. Una cosa muy rancia, muy del tipo que diría Javier Marías, y definitivamente muy del agrado de toda esa gente que cree que los grupos discriminados, en realidad, son privilegiados.
Hay una escena en la que Veronica, la supuesta heroína de esta historia, una chica blanca, rubia, mona, lista, y blabla, está hablando con la orientadora de su instituto sobre su futura Universidad. Pese a que tiene buenas notas, es posible que no entre en la que quiere porque no forma parte de ninguna minoría. “¿No serás hermafrodita, verdad?”, la pregunta la orientadora. “No”. “Vaya, es una pena”.
Pero qué mierda es esta.
Como espectadora, me resulta bastante violento ver en pantalla la crueldad por la crueldad. La escena en las que Heathers ridiculizan a un chico por llevar una camiseta con la mascota del instituto (un indio, porque nadie le ha recordado a la junta escolar que las personas de determinadas etnias no son mascotas), no produce esa sensación de satisfacción que te llevas cuando le están dando su merecido a una persona racista u homófoba. No. Lo que ves es una humillación innecesaria. Y tú empatizas con el tipo racista antes que con los que supuestamente no lo son. ¿Y eso a quién le va a encantar? Exacto: a los racistas, que se ven en pantalla como lo que ellos creen que son, unas victimas. Heathers da voz a todos aquellos que creen que el problema de este mundo son los Social justice warriors, que es como llaman a las personas que luchan por la inclusión en la sociedad de los colectivos tradicionalmente discriminados.
Los votantes de Trump y nosotras viendo la serie
Por otro lado, y como si todo esto ya no fuera enormemente problemático, el personaje de Jasmine Mathews, Heather McNamara, se nos vendió como una mujer “lesbiana y negra”. Lo primero es evidente, lo segundo está tratado fatal. Aquí viene un espoiler, pero si no vais a ver la serie podéis seguir leyendo. En el primer episodio, Heather se enrolla con un profesor. Tú puedes pensar “bueno, nos la habían vendido como lesbiana, pero en realidad es bisexual, fine for me”. Pero este hecho es utilizado por Heather Duke, persona genderqueer, para hacerle chantaje, llamándola “falsa lesbiana” y diciéndole que no forma parte del colectivo LGBT (bueno, en realidad hacen la coña esta que está en mi top 3 de cosas que más odio que esañadir letras sin ton ni son, en plan LGBTQUEWORORIFCHCIROR). Pero qué me estás contando. Qué os pasa. Qué clase de gente sois.
Hay tantas cosas mal en Heathers, pero tantas, y solamente una buena, que es la estética, chulísima para mi gusto, que os recomiendo que los ¿cincuenta? minutos que dura este episodio los invirtáis en ir a visitar a una amiga, a vuestra abuela, a jugar al fútbol, a pasear, o a dormir. Pero no gastéis vuestro tiempo en verla, de verdad, que no merece la pena. Y os lo dice alguien que no se arrepiente de haber visto todo lo que ha visto. Lo único que me salva de salir a la calle con una pancarta pidiendo que la cancelen es que me da pena que Selma Blair y Shannen Doherty se queden sin trabajo. Y ya.
No sé, de vez en cuando me gusta compartir aquí las locas, locas playlists que me hago para actividades variadas como recoger la casa, cocinar, o lo que surja, y bueno, esta es una de esas veces. Yo en realidad había venido aquí a hacer una playlist con este remix de Pedrina y Rio con el que llevo unos días obsesionada, pero no está en Spotify, así que primero va la canción, y después la lista. Se aceptan comentarios, peticiones, y, por favor, sugerencias.
A lo tonto, llevamos cinco años sin música nueva de Janelle Monáe, desde que en 2013 lanzara The electric Lady, que si no lo habéis oído os lo recomiendo muchísimo, porque es una pasada. ¿Y qué ha estado haciendo la estadounidense? Cine, ha hecho cine y televisión: la hemos visto en Figuras ocultas, en Moonlight, y más recientemente en la adaptación para televisión de la obra de Phillip K Dick Electric Dreams.
Dentro de poquito tendremos nuevas canciones, algo que se ha anunciado mediante un trailer muy chulo que en Estados Unidos se emite antes de las proyecciones de Black Panther, y que no te puedes perder because el croquetismo is in the air.
Por si te lo estabas preguntando, sí, una de las personas que sale en el trailer es Tessa Thompson, Valkyria en Ragnarok. Todavía no sabemos cuando lanzará Janelle este nuevo proyecto, que es un poco Lemonade, todo hay que decirlo, pero promete ser una de las cosas más chulas de 2018.
El escritor David Levithan publicó en 2012 Every day, una novela de Young Adult cuya premisa es mucho más profunda de lo que parece incluso en un inicio: ¿nos enamoramos del exterior o del interior?. Esto es lo que intenta desentrañar Rhiannon, una chica de 16 años que se enamora de un alma misteriosa llamada “A” que habita un cuerpo diferente cada día. El libro ha sido llevado al cine, con fecha de estreno programada para España el 20 de abril, y el escritor ha querido dar su punto de vista sobre la adaptación. Espoiler: le han gustado los pequeños cambios.
En la película, la protagonista (Angourie Rice) se enamora de A, que toma la forma de su novio Justin (Justice Smith), de un católico acérrimo, Nathan (Lucas Jacob Zumann), de un chico asiatico americano James (Jacob Batalon), y de un chico trans, Vic (Ian Alexander), así como de Hannah (Karena Evans) y Kelsea (Nicole Law), dos chicas. Levithan cree que su novela es una “metáfora” sobre las personas queer.
Un tema central de la historia es que debes tener tu propia identidad y no estar definido por la forma en que la gente te ve o piensa que deberías ser
Uno de los capítulos de la novela se centra en Vic, el chico trans. El autor sentía que, como no podía ser de otra manera, ese papel tenía que ser interpretado por un actor trans, y es Ian Alexander (The OA) el encargado de darle vida.
Era vital que la película tuviera un actor transgénero interpretando a ese personaje. Jesse y Michael hicieron un gran trabajo. El capítulo de Vic en el libro no es importante y llega muy tarde, pero en lugar de desechar al personaje, le dieron más importancia para asegurarse de que Vic estuviera allí y estuviera representado
En un principio, Rihannon es escéptica sobre A, sobre si pese a su aspecto cambiante, va a seguir atrayendola, y la cosa va avanzando hasta que llega un punto en el que la protagonista besa a A cuando, aparentemente, toma forma de mujer. Sobre esto, que no deja de ser una representación de la pansexualidad, y de tomar conciencia de ello, Leviathan también ha hablado.
Ciertamente tenemos inclinaciones e inclinaciones, pero no sé que tienen que ser definiciones. El libro y la película examinan la pregunta de qué nos atrae: el exterior, el interior o alguna proporción de ambos. Personalmente, creo que es el último, pero lo que el libro y la película esperan es que decidas qué es eso y qué te influye
Ya sabéis: el 20 de abril, todas al cine. Esto pinta bien.
One more time we’re gonna celebrate, oh yeah all right don’t stop the dancing because este año vamos a ver por fin el reboot de The L word, y mira, no podemos estar más contentas. Bailemos un poco en la silla.
Hace más de diez años del estreno de la serie que, con sus altos y sus bajos, hizo una cosa nunca vista hasta entonces, y aunque parezca mentira, nunca vista depsués: convertir a mujeres lesbianas y bisexuales, a sus historias, a sus inquietudes y cultura, que es la nuestra, en protagonistas. Desde entonces, hemos podido ver ficciones con tramas LGBT, pero no de esta manera. Y oye, lo vamos necesitando. La creadora de la serie, Ilene Chaiken, ha hablado en una entrevista sobre dos (2) cosas relativas a la serie. La primera, cómo afectó a su trabajo posterior.
The L Word me arruinó, en el sentido de que era muy significativa para mí y significativa para muchas otras personas. A lo largo de los años recibí esta extraordinaria y estimulante respuesta de la gente, en su mayoría mujeres pero no exclusivamente mujeres, que dijeron que realmente significaba mucho. ‘Facilitó la conversación con mi familia’. ‘Me ayudó a salir del armario’. ‘Realmente marcó una diferencia en mi vida’. Es muy raro hacer un proyecto que afecte a las personas de esa manera. Es un privilegio. Me arruinó porque se convirtió en el estándar.
Ilene, no me hagas hablar de Empire, porque la tenemos. La tenemos, Ilene. Que vaya disgustos. La segunda cosa de la que ha hablado es lo contenta que está de la vuelta de la serie, y un poco cómo va a ser y quienes van a volver SEGURO.
El reboot de alguna manera es mío, y siempre lo será, pero como sabéis, está escrito y creado por una escritora lesbiana nueva y algo más joven. Y esa fue siempre mi intención. Está llevando obviamente el espíritu de The L Word. Muchos de los personajes, el mundo. Es el mismo mundo. No es un recasting, o una reinvención, es 10 años después. Y ella contará las historias de varios personajes nuevos. Pero Bette, Alice y Shane definitivamente todavía están en la historia, eso es algo que estamos conservando del original. Y espero que otros personajes también repitan sus papeles
Alice, Bette y Shane me parecen tres personajes MUY guays, y la verdad es que me alegra mucho saber que vamos a verlas diez años después, con sus movidas, y con la continuación de sus vidas. Ay. ¿Seguirán juntas Tina y Bette? ¿Qué onda con Alice y Tasha? ¿Se sentirá Shane muy Shane hoy?.
Si hay un adjetivo para etiquetar a Jennifer Lawrence es campechana. Tú la ves ahí con sus vestidos, sus alfombras rojas, sus movidas de celebrities y demás parafernalia hollywoodiense pero, en el fondo, Jenni es como tú y como yo. Una mortal más. Y es que no hay más que ver cuál es su máxima preocupación: ¿qué está pasando entre Karlie Kloss y Taylor Swift? Si es que lo que decía, como tú y como yo.
Os pondré en antecedentes. El New York Times entrevistó a Jennifer Lawrence. Entre el batiburrillo de preguntas en que consiste toda entrevista, le preguntaron que si pudiera saber algo top secret qué sería. A lo que Jennifer contestó lo ya dicho, qué pasaba con Kaylor, que estaba el ship un poco pocho y decaído.
Quienes fueron una vez inseparables, y cuando digo inseparables, digo INSEPARABLES, en el sentido de que Taylor tenía una habitación reservada en su casa para Karlie, hacen road trips juntas, y estaban non stop subiendo fotos juntas a Instagram, como buenas novi-perdón, amigas, ahora están en plan si te he visto no me acuerdo. Totalmente ausentes de sus fiestas, celebraciones y todo indica que también de sus respectivos corazones. Por si esto fueran pocas banderas rojas, todas las alertas saltaron cuando Karlie empezó a frecuentar a la archienemiga de Taylor, Katy Perry, e incluso a usar frases de sus canciones en sus fotos de Instagram y, aunque los pies de fotos se pueden modificar, las capturas de pantalla duran para siempre. Como una vez creímos que Kaylor haría también.
Llevábamos tiempo queriendo hablar de uno de nuestros temas favoritos, los gatos, pero nunca veíamos el momento, seguramente porque estábamos viendo Instagrams de gatos en vez de estar escribiendo. Pero eh, hoy nos hemos levantado muy concienciadas, al ser el20 de febrero el Día internacional del gato, en homenaje a Socks, el gato que habitó la Casa Blanca desde 1993 hasta su fallecimiento en 2009. Dediquemos un segundito a pensar en Socks.
Un gato muy presidencial
Así, hoy te traemos cinco cuentas de gatos de Instagram que, believe or not, seguimos compulsivamente. Es posible que les hayamos puesto motes. Es posible que sigamos sus relaciones sentimentales. Es posible que se nos esté yendo de las manos. Pero es que son monísimos.
Este gatiño vive en Dinamarca, y es un exótico de pelo corto. Pero también es quien nos ha robado nuestros corazones de croqueta. Y es que Herman es un meme con patitas peludas.
¿A que dan ganas de usar sus fotos para expresar emociones de la vida cotidiana? Decidnos que sí, que nos hacéis sentir mejor.
Dios mío, cada vez titulo peor las noticias. Bueno, el caso: Rain Dove es la primera persona en aparecer tanto en la portada de Gay Times como de Diva, las dos publicaciones dirigidas a público LGBT, la primera a chicos y la segunda a chicas, con más ventas dentro del mercado anglosajón. Es también la primera vez, desde la fundación de Diva en 1994, que una persona de género no binario aparecer en la portada de esta publicación. Todo hitos.
Carrie Lyell, editora de DIVA, está super contenta: “Rain es una persona increíble y estamos encantadas de tenerle en nuestra portada este mes. Estoy inmensamente orgullosa de esta portada y, de hecho, de todo el asunto, que creo que cambia las reglas del juego. Espero que las lectoras de DIVA, tanto antiguas como nuevas, lo disfruten”. Por supuesto, el editor de Gay Times publisher James Frost tampoco se queda atrás: “Rain abraza esta vertiente de las personas queer, y estamos orgullosos de compartir esto con Diva y con el mundo”.
Rain, de 28 años, no sabía que iba a acabar en las pasarelas. De hecho, comenzó a trabajar como bombero en Vermont, y es ahí cuando la gente empezó a tratarle en masculino. “Los bomberos me pidieron que calificara a las mujeres con ellos. Me di cuenta rápidamente de que no quería ser la mujer fea en una habitación llena de hombres, así que seguí adelante con lo de ser un hombre durante los siguientes 11 meses”. Tras su primera campaña con Calvin Klein, todo fue rodado, y ahora protagoniza muchísimas campañas y pasarelas tanto de moda de hombre como de mujer.
Rain no sólo se dedica a la moda, sino que es una de las voces más escuchadas a favor del activismo LGBT y, sobre todo, de las personas no binarias. Quedaos con su nombre.