Hace nada os hablábamos de los vaivenes que están sufriendo nuestras lobas en un post que nos llevó a plantearnos una duda: ¿Es realmente posible un final feliz para Cristina e Isabel? Esta es una pregunta que todas nos hemos hecho y ahora que estamos por lo menos a mitad de la última temporada de la serie (lo desconocemos porque seguimos sin saber cuántos episodios tendrá), parece un buen momento como otro cualquiera para echar el freno y analizar los posibles finales que pueda tener esta pareja.
“Tranquila, mujer, que va a salir todo bien”.
De entrada, lamento deciros que analizando el derrotero que está tomando la trama de Cristina e Isabel no auguramos nada bueno. Si hemos de ser sinceras con nosotras mismas, todas las señales apuntan a que la cosa no acaba bien. Y es que está claro que a favor, a favor… no tienen practicamente nada.
Para empezar, son lesbianas y ya sabemos lo que ocurre con las parejas de croquetas medianamente felices o enamoradas: lesbiana feliz, lesbiana muerta. Pero además tenemos que tener en cuenta que en el siglo XIX tolerancia, lo que viene siendo tolerancia… andaban escasitos. De hecho, la palabra lesbiana no sería de uso extendido hasta siglo XX. Es decir, que ni había una palabra de uso común para definir el amor entre dos mujeres porque, simplemente, no se concebía como posible. La propia Adriana Torrebejano (Isabel) se ha ocupado de remarcar esto en varias entrevistas, recordándonos, de una manera velada, eso sí, que las relaciones lésbicas no solían tener un final feliz en esa época. Salvo, bueno, si le echabas morro, acababas casándote por la iglesia y huías a otro continente como hicieron estas dos mujeres en 1901. Un final así sería lo ideal, ¿verdad?
“No seas tan pesimista, Isabel”.
Pero, por desgracia, no solo la época en la que se desarrolla la serie juega en contra del Crisabel. Si además tenemos en cuenta que…
Han intentado matar a nuestras lobitas en unas cuantas ocasiones y de algunas han salido por los pelos.
Que ya hemos sufrido la muerte de algún protagonista, que nos ha dejado esperando una resucitación milagrosa.
Que Isabel está casada y tiene un padre posesivo y autoritario.
Y que viven en un pueblo minúsculo donde las paredes tienen ojos… (sí lo sé, como cheerleader no tendría precio), pues apaga y vámonos, que no queremos sufrir más.
…la cosa se complica.
Es decir, que si sumamos factores y nos ceñimos a la realidad, acabamos concluyendo que nos vamos a pasar varios episodios moqueando, llorando, pataleando y odiando a los guionistas por darnos un final ultratrágico.
¿Pero es posible un final feliz aún teniéndolo todo en contra? Pues sí, contra todo pronóstico nosotras decimos que sí, porque somos así de chulas, porque nos va el riesgo y porque ¡viva el amor croqueta, coño!
Tras mucho pensar, tuve la brillante idea de preguntar a las chicas qué finales alternativos al trágico podrían tener nuestras #Crisabel y, claro, desaté el croquen (kraken croqueta) y eso fue un no parar:
Que si Buffy viviera en Tierra de Lobos abriría la boca del infierno, esta se tragaría a todos los habitantes excepto a Cristina e Isabel y vivirían felices para siempre en el bosque (porque no se sabían el nombre de ningún pueblo cercano, así que decidieron que lo mejor es que viveran en el bosque, no me pregunteis por qué)
Prueba de que en realidad no están en el S.XIX y nos podemos quedar tranquilas.
Lobo y Ruiz son abducidos por los extraterrestres de Los Simpsons. Y claro, problema resuelto.
Cristina e Isabel en realidad trabajaban en un parque de atracciones tipo Port Aventura o Warner Bros, en la zona del Salvaje Oeste, y de estar vestidas así todo el día han enloquecido y piensan que viven allí. Tenemos documento gráfico al respecto, ahora solo necesitamos convencerlas para que salgan de allí:
Todo es un sueño de Isabel, que un día paseando por el bosque se encuentra semienterrada la estatua de la libertad y se da cuenta de que están en EE.UU. en un futuro muy lejano. (Eeermm, no me hagais que os lo explique porque entonces no acabamos nunca…)
Aparece Marty McFly en el Delorean para traerlas al presente. Y de ahí que si en vez de Marty McFly que directamente se teletransportaban (pero la verdad no me quedó muy claro cómo pensaban teletrasnportarlas).
“Aquí pone condensador de flu… zo”.
Encuentran un armario en el bosque (¡qué fijación con el bosque!) que era como la Puerta de Narnia, pero que en lugar de Narnia acababan por fin en Marina D’Or.
Y así todo el rato… Con lo que llegué a la conclusión de que estamos fatal (quién me mandaría preguntar….) y de que lo de escribir guiones no es lo nuestro. Aunque, siendo francas, prefiriría un final absurdo como estos al final que por desgracia todas sospechamos que vendrá. Así que como lo de darle cordura a la cosa corre de vuestra cuenta, que no estais tan mal como nosotras (o eso esperamos): ¿Qué final imaginais para nuestras chicas en Tierra de Lobos? ¿Estáis convencidas de que terminará como el rosario de la aurora? ¿Creéis que es posible un final feliz?
Mediante un artículo en The New York Times, la actriz Maria Bello, conocida por sus papeles en Urgencias y El bar Coyote, reveló este fin de semana que lleva años saliendo con la que era, y es, su mejor amiga, Claire Munn. La actriz, que estuvo emparejada con el productor Dan McDermott y con el que tiene un hijo de doce años. Maria cuenta en el artículo cómo se dio cuenta de que la persona con la que realmente quería estar era con ella:
Mientras miraba las fotos, me encontré con una en blanco y negro de una de mis mejores amigas y yo, tomada en Nochevieja. Parecíamos tan felices que no pude evitar sonreír. Hasta ese momento no se me había ocurrido que pudiéramos amarnos de una manera romántica. […] Le expresé mis sentimientos y comenzamos el largo, doloroso y a la vez maravilloso proceso de tratar de averiguar cómo tenía que ser nuestra relación. ¿A qué había estado esperando todos esos años? Ella es la persona con la que más me gusta estar, con la que soy más yo misma.
En el texto, titulado A modern family, nos cuenta cómo fue explicarle a su hijo que su nueva pareja no sólo era una mujer, sino que era su madrina:
Tomé una respiración profunda, sabiendo que mi respuesta, y su respuesta, tendrían un impacto en nuestras vidas durante mucho tiempo. Él me contestó: mamá, el amor es el amor, seas lo que seas.
La actriz revela que ella, su novia, su hijo y el padre de éste, al que sigue considerando su ‘pareja’, se han convertido en una familia moderna que cena junta, ve partidos de fútbol y comparten actividades.
Me gusta considerarme una ‘lo que sea’: a quien quiera que ame, de la forma que lo ame, duerma en mi cama o no, haga con él los deberes o comparta la crianza de un niño, el amor es el amor. Y amo a mi familia. Tal vez, al final, una familia moderna sea sólo una familia más honesta.
Esta chica siempre me ha tenido en un dilema, porque a veces la miro y la veo guapísima y en otras ocasiones la miro y pienso “Su cara es rara”, aunque creo que su belleza consiste precisamente en eso, no tiene una cara común y no deja a nadie indiferente, y cuando me llamó mi madre el jueves para darme su nombre para que la pusiera en el blog, supe que no podía retrasarlo más. Hoy es el domingo de Lily Cole.
Que no os engañe su aspecto de niña, esta inglesa pronto cumplió veinticinco años el pasado catorce de mayo, así que a pesar de esa carita redonda y dulce, estamos ante toda una mujer de armas tomar que no tiene ningún problema en dejar claro que ya no es una niña. Obviamente ha sido su aire de Lolita el que le ha abierto muchas puertas, pero recordad que es mayor de edad hace ya mucho tiempo y, por lo tanto, podemos encontrarla todo lo sexy que queramos sin tener que flagelarnos después porque la culpa nos corroe.
Y lo cierto es que, en cuanto más y más la miro, más guapa la veo… Y también un poco más Mérida, pero de eso no hablaremos hoy. Supongo que todas sabéis que la chica es una supermodelo inglesa, pero ha tenido ya varias incursiones en el mundo del cine. Aunque antes de hablar de lo que ha hecho en el cine, hablemos un poco de lo que ha hecho en este videoclip del grupo Yeah Yeah Yeah, en el cual parece que la va a asesinar medio pueblo por ser incapaz de resistirse a sus encantos. Atentas al minuto 3:03, que viene con sorpresa de las agradables.
[youtube=http://youtu.be/jmRI3Ew4BvA]
No tiene desperdicio, verdad… Lo sé, lo sé. Es hasta injusto que tenga esa cara inocente y esas tetas que hacen que perdamos el juicio. Y no me digas que a ti sus tetas no te impresionan, porque no me lo voy a creer, que aún recuerdo cuando la vi en ‘El imaginario del Doctor Parnassus’ tumbada en aquella canoa en ropa interior, que ufff… Mejor no lo digo, os dejo que lo veáis.
¿No os ha parecido super interesante lo que dice Lily en los gifs…? ¡JA! Os he pillado que aquí ninguna se ha dado cuenta de que está hablando porque no habéis sido capaces de mirar más allá de ese pecho de Diosa que tiene. Os comprendo perfectamente, hay que estar por encima del hecho de ser humano para poder verlo, yo lo sé porque vi la película y me di cuenta de que, en esa escena, había una voz como de diosa que me invitaba a pecar mientras la miraba, y me di cuenta de que era ella. Os juro que Lily Cole es pecado en estado puro, porque no se puede parecer tan mona y adorable y estar tan jodidamente buenorra como lo está ella. ¡No es justo!
No sé qué es lo que pensáis de ella, si os parece guapa o sois de las que la veis algo rara, pero sea lo que sea, creo que está más que claro que la chica se ha ganado a pulso un hueco entre nuestras pelirrojas sexys de los domingos, y de no ser así, pues ya está hecho porque escojo yo. A ver si os creéis que esto es una democracia; pues no, ¿o es que no nos lo ha dejado ya bastante clarito el presidente?
Como yo no soy la que viene al blog a contar sus miserias, seguramente sois muchas las que no sabéis hasta qué punto odio mi trabajo, que es mucho, pero creo que ya he comentado alguna vez que me aburro mucho y se me ocurren ciertas entradas mientras estoy ahí. Y esta ha sido una de las entradas que se me han ocurrido. Esta noche vengo a hablaros de una película que nadie debería perderse.
Jennifer’s Body
No me gustaría entrar en si la película es buena o de qué genero es, porque son preguntas que no creo poder llegar a responder en esta vida. La película se supone que es algo así como de terror, pero os dejo una pequeña sinopsis para que saquéis vuestras propias conclusiones.
Jennifer (Megan Fox) y Needy (Amanda Seyfried) viven en un pueblo tranquilo de una zona rural de estados unidos en el cual nunca pasa nada y lo más emocionante que hay es un cutre concierto de un cutre grupo en un cutre bar, así que ambas van. El grupo, que está cansado de ser cutre, quiere empezar a vender discos como churros, pero como carecen de talento y padrino, deciden ofrecer una virgen en sacrificio a un demonio para que éste les conceda la fama. Y así es como Jennifer acaba asesinada por el grupo de música mientras ellos creen que ella es virgen. Pero no lo es. ¿Y qué pasa si ofreces a una no virgen en un sacrificio humano? Pues aparentemente que ésta vuelve convertida en un demonio que tiene la necesidad de asesinar. Lo malo es que Needy no ve con buenos ojos que su mejor amiga de pronto asesine gente y decide que, sea como sea, tiene que pararla.
¿Qué os ha parecido? Por si muchas os lo estáis preguntando ahora mismo; os juro que no es coña. Y si no me creéis, os dejo el trailer para que veáis que no miento. Ah, una nota añadida. Se supone que Amanda Seyfried hace de la amiga FEA de Megan Fox. Sí, fea, y esto tampoco es coña.
¿Y ahora qué me decís? Porque, ¿os habéis fijado en la forma en la que Needy mira a Jennifer? Sé que sí… A nadie le dejan indiferente esas miradas de amor. Porque son miradas de amor e idotralación máxima, que no es quepa duda alguna.
Pero seguramente muchas aún os estéis preguntando si realmente vale la pena el perder casi dos horas de vuestra vida con esta película por unas miradas. Mi respuesta es clara y contundente: Sí. De acuerdo que muchas ya sabéis de mi amor por el cine malo, pero es que esta película está por encima de ser buena o mala, por encima de los géneros, por encima de la clasificación por edades y por encima de ver algo bueno en la televisión un sábado por la noche, que todas sabemos que eso no existe. Además…
Y por si fuera poco, esta película tiene tanto subtexto lésbico que es como para echarla de comer aparte. No diré que es una película LGBT, porque no. O sea, si ni tan siquiera se puede decir que es una película de terror, ¿cómo voy a decir que es LGBT? ¿¡Estamos locas o qué!? Pero hay tema. De hecho le pedí a M como regalo una navidad un dibujo de Jennifer y Needy en pleno asunto por cómo estaba cuando terminé de ver la película: Shippeando a machete.
Así que os la traigo, junto a algunas escenas para que acabéis completamente convencidas de que tenéis que ver esta película sí o sí. Atentas, los gifs, obviamente, contienen spoilers, así que si alguna ya está convencida de querer ver la película sin haberlos visto, que no siga bajando (aunque estos de ahora no son muy spoilers), los gifs seguirán aquí cuando la vea y vuelva al blog para darme las gracias por haber hecho esta entrada.
Y ahora, la parte que de verdad no os quiero chafar si vais a verla. He aquí el motivo por el cual di saltitos en mi asiento cuando vi la película la primera vez #porelargumento y repetí y repetí y repetí de nuevo un poco más, de hecho, es posible que en cuanto acabe esta entrada, la vea de nuevo porque es sábado por la noche y no tengo nada mejor que hacer. Así de triste es mi vida. Atentas, los gifs interesantes vienen ahora.
¿Entiendes ya por qué tienes que verla? ¿Y por qué Jennifer diferencia entre ‘matar gente’ y ‘matar chicos’? Pues porque es más que obvio que entre Jennifer y Needy hay algo más que simple amistad, o si no de qué se le tira encima Needy de esa forma a Jennifer después de que ésta la bese… Buenas noches y disfrutad la película, ya sabéis #porelargumento.
Actriz, escritora, guionista, fan de Tierra de Lobos, a Paz Quintero (Sevilla, 1984) es posible describirla de muchas maneras, pero hay dos con las que todas la identificamos rápidamente. La primera, por ser un torbellino de vida, extrovertida, divertida, Paz está siempre que no para. Y la segunda, por ser una de las autoras LGBT de referencia en España, ganadora de la II edición del Premio Tercenci Moix de narrativa gay y lésbica. Hoy le dedicamos este espacio para charlar un poco con ella sobre sus dos últimas obras, el estado actual de la literatura lésbica y sus planes de futuro.
Has dicho en alguna ocasión que el día debería tener más de 24 horas. ¿Cómo haces para ser una todoterreno?
Beber mucho Red-Bull y tener a mano un desfribrilador. No, en serio, hago lo que puedo. Miro demasiado el reloj y voy aflatada de un sitio a otro. Soy un culo de mal asiento…
También vemos que eres una fiel seguidora de ‘Tierra de Lobos’. Siempre tuiteas sobre ello cuando la están pasando por la tele. ¿Eres más de Adriana o de Berta?
Me pones en una situación más apretada que la faja de Angela Merkel, porque en realidad tengo el corazón partío. Reconozco que hasta la fecha me interesaba más el personaje de Adriana, porque es la McGuiver de Villegos, pero Cristina últimamente se ha arremangado las enaguas y tiene más importancia en las tramas que antes. Adoro a las dos, porque sin ellas no sería posible que existiera Crisabel, el tuiteo gamberro y no habría tomado contacto con gente maravillosa como las que lleváis sitios como Hayuna lesbiana en mi sopa.
Tú estudiaste Arte Dramático, ¿a quién te hubiese gustado interpretar en esta serie?
Sin duda, el personaje de Lola. Me parece el más cuqui, divertido y tierno de todos, así que un ole por Elisa Matilla, porque lo borda. Una lástima la salida de Juan Mari, porque eran Pin y Pon.
¿Qué otras series sigues actualmente? ¿Y qué libros estás leyendo?
Ahora que he hecho un parón, porque me iba a dar una embolia, estoy disfrutando de series como CougarTown, Orange is The New Black, Revenge, Homeland y How I Met Yout Mother. Y en tema de libros, estoy por el cuarto volumen de la saga de Canción de hielo y fuego, de R. R. Martin: Festín de cuervos.
Ahora dejemos los libros de otros y hablemos del tuyo. ‘Un vuelo con escalas’ es una historia de amor, pero en ella encontramos también conflictos que suceden a mucha gente en la vida diaria, como enfrentarse a una pérdida, el mobbing o el enchufismo que domina las relaciones profesionales en España. ¿Te ha tocado sufrir alguna de estas situaciones o has tenido la suerte de poder evitarlas?
No todas, pero algunas sí. Un escritor no deja de reflejar, de alguna manera, sus experiencias vitales. Y aunque mis novelas no son biografías, sí tienen retazos de realidad, los cuales, bien disfrazados, se convierten en ficción. He experimentado, para mi desgracia, una pérdida muy importante en mi vida. Y sí, tengo allegados que han sido pisoteados en el trabajo y a los que han impedido ascender por el “juego de tronos” que hay en los puestos intermedios de una empresa.
El libro comienza con un accidente aéreo. ¿Por qué elegiste esta situación tan excepcional y no un accidente más común?
Porque ya que iba a escribir una historia de amor, quería hacerlo con un arranque potente. Me gustan las historias de acción que comienzan in media res, en plena tensión, dejando al espectador en shock para que piense: “¿Pero este libro no iba de besitos y caricias?”.
¿Tiene cura el enchufismo español?
No. Soy de las que piensan que es humano enchufar a familiares necesitados. Pero también pienso que, si vas a enchufar a alguien, que no sea un completo inútil.
Durante casi toda la novela, el enfrentamiento entre Patricia y Helena es tan tenso que se podría cortar con un cuchillo. ¿Crees que hay una competitividad latente en muchas relaciones entre mujeres? ¿Incluso en las sentimentales?
Va a sonar a topicazo, pero cuando has trabajado con hombres y mujeres ves perfectamente cómo actúan ellas y ellos en relación a ti… Las mujeres maquinamos, urdimos, cotilleamos más que los hombres. Ellos son más se salir a su hora a echarse un cigarrito, comentar cuatro cosas y volver a conectarse a internet para ver cómo va la Liga. Pero también es cierto que, como profundizamos más en esos lazos, las mujeres somos muy dadas a hacer buenas migas entre nosostras.
En las relaciones sentimentales, no sé. Tampoco es que yo haya hecho ningún estudio. Supongo que en ese caso más que por ser mujeres, por ser incompatibles en carácter. Porque la competitividad existe en hombres y mujeres.
Paz Quintero, junto a Mónica Martín.
Patricia carga con una mochila muy pesada de su anterior relación. ¿Intentabas mandar un mensaje de esperanza y superación a través de su personaje?
Cuando escribí Un vuelo con escalas mi intención desde el principio era hacer un libro positivo. Que contara algo duro pero que diera esa luz a la penumbra que a veces se nos planta encima a todos y no nos deja ver. De cualquier experiencia mala se puede sacar algo bueno, todo se puede relativizar. Cuando pasamos por el trance ya no somos las mismas personas que cuando lo empezamos. Lo importante es crecer con lo que has aprendido y saber contra lo que has luchado.
No queremos destripar la trama del libro, pero hemos de reconocer que echamos de menos una escena más íntima entre las protagonistas. ¿Qué te llevó a no incluirla?
No soy una escritora que sea explícita en ese tipo de escenas. Hay varias autoras que escriben varias de esas escenas en sus libros, algunas son hasta expertas en literatura erótica. Pero mi estilo no es así. Para mí la relación sexual no es de lo más importante. Sino todo lo que han tenido que superar para encontrarse a sí mismas. Quizás en eso soy muy de cine. Las pongo en situación, se van arrimando en plan cucharilla y… fundido a negro. No sé, es como darles intimidad a los personajes. Todo el mundo se imagina lo que van a hacer una vez se apaga la luz de la mesilla de noche…
¿Consideras que se sexualiza demasiado la ficción lésbica? ¿Las lectoras estamos tan acostumbradas a las escenas eróticas que choca cuando no se encuentra con varias en un libro?
Creo que hay diferentes estilos. Eso es muy bueno, porque cada lectora podrá elegir, en cada momento, lo que quiere leer. Y me gustaría pensar que, por lo que anteriormente he comentado, soy de otro estilo distinto al que me indicas en tu pregunta. Quizás ahora esté en boga hacer historias sin tapujos, pero es que hay novelas que demandan esa frescura sexual. Cada autora sabe el porqué las cuela en sus obras. Por ejemplo, en Siete Tentaciones, las protagonistas de Fan Fatal, el relato que escribí, se presentan en medio de un polvo (por cierto, en ese relato hago un homenaje a Adriana Torrebejano y a Berta Hernández en la página 197). Por la temática del libro y las bases planteadas a la hora de escribirlo, sí me sentí a gusto metiendo una escena sexual. Lo que está claro es que, en general, no soy muy de descripciones milimétricas ni excesivamente explícitas. Insisto, a veces es mejor sugerir que mostrar. Y yo prefiero ser sutil, fundir a negro, que si no, se me resfrían.
¿Por qué se publican tan pocos libros de temática lésbica?
Esa pregunta mejor plantéasela a las editoriales. Aunque te imaginarás que es, básicamente, por el nivel de ventas. La cosa ha cambiado, en estos últimos años. Hay más autoras y más variedad. Pero sigue vendiendo más el hombre, por ser un perfil más consumidor.
La ficción nacional está viviendo un momento dulce en cuanto a cantidad de obras. Cada vez hay más, si bien es cierto que muchas autoras se decantan por la autoedición. ¿Se puede llegar igualmente al público prescindiendo de la editorial tradicional?
Está claro que el apoyo de una editorial que saque tu obra en papel es muy importante. Pero el e-book es el gran competidor de un sistema de ventas injusto, en el cual la mayor parte se lo lleva el distribuidor. Si un autor hace su propia estrategia de marketing en redes sociales y medios on-line, puede llegar a tener más impacto. Además, el precio del libro electrónico es más bajo, por eliminarse los costes de intermediarios, con lo cual lo hace más atractivo para el lector potencial.
¿Tiene margen de mejora este mercado en España? ¿Qué crees que le hace falta a la literatura lésbica española?
Precisamente creo que habría que apostar más por ella, creer más en las autoras españolas. El 80% de la literatura lésbica es importada y traducida del inglés. Así que desde aquí animo a todas las escritoras en potencia a que saquen sus manuscritos del disco duro y los presenten a las diversas editoriales LGTB. ¡Que aquí tenemos para negra, a ver cuándo nos lo creemos de una vez!
Hablemos de ‘Nos vemos en Chueca’. Es la primera obra teatral cómica LGBT en formato Kindle y en español. Nos plantea algo tan cotidiano como los encuentros que se producen a diario a la salida del metro, en la plaza de Chueca. ¿Qué te motivó a escribirla?
¿Sabes esa etapa de la vida en la que te apetece divertirte sin más? La mía fue el año pasado. Salí mucho, viajé por España, asistí a eventos, me invitaron a fiestas y conocí a mucha gente y muy, muy diversa. Viví situaciones surrealistas y locas. De toda esa mezcla, de esa montaña rusa, nació la idea de Nos vemos en Chueca.
En tus obras, el humor es un elemento que está muy presente. ¿Es un reflejo de tu propia personalidad? ¿Veremos algún día a una Paz oscura y dramática? ¿Existe esa Paz?
Me gusta el humor. Me encanta que la gente tenga sentido del humor. Que desdramatice. La vida ya es lo bastante seria como para añadirle más drama. Eso sí, no significa que yo vaya por la calle vestida como el payaso de Micolor… Pero de ahí a que de repente me vuelva un cuervo, lo dudo. He escrito cosas más serias, como una obra que hice para microteatro y que se representó este año, titulada Frank. A la hora de escribir soy versátil, pero la cabra tira al monte y en donde me siento más a gusto es en la comedia (o en la mezcla de comedia y drama, para que no sea todo un mar de lágrimas).
Háblanos de los proyectos que estás preparando actualmente. ¿Con qué planeas sorprendernos a corto plazo?
Continúo preparando obras de microteatro para 2014. Igualmente, ando reescribiendo el que será mi tercer corto, el cual espero que se llegue a filmar en unos meses. ¡Ah! ¡Se me olvidaba! Y en el mes de febrero del próximo año impartiré clases de iniciación al guión en un espacio multidisciplinar que han abierto en el centro de Madrid (www.quintadelsordo.com). Espero encontrarme allí con aquellas lectoras a las que les guste escribir cine.
PAZ QUINTERO EN 10 SEGUNDOS…
Un lugar para escribir.
El sofá de mi casa, con una taza de té y buena música de fondo.
Un lugar para inspirarte.
La calle. Cuando camino sola y paseo por Madrid se me dispara la imaginación.
¿Tiene nombre tu musa?
No creo en las musas. Tengo momentos de creatividad y de bloqueos horribles, como todo el mundo. No escribo pensando en nadie ni para nadie. Escribo por placer o por la necesidad de contar algo que he imaginado en mi cabeza y que deseo compartir.
Tu mayor fan.
Espero que mi novia. (La cual se va a reír al leer esto.)
Tu mayor crítico.
Mi novia. (La cual se va a reír más que antes, leyendo esto, y de forma maligna.)
Un libro.
Te diría muchos, pero el primero que ahora mismo se me viene a la cabeza y que me encanta: Cinco horas con Mario.Un autor.
Matilde Asensi.
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No os vamos a mentir: hasta ahora el nombre de Mike & Molly nos sonaba a nombres de vendedores de la teletienda. Pero ya que estamos dándoos pistas (o más bien luces de neón) sobre todos los shows en los que aparece una escena lésbica, aunque sea breve y poco importante para la trama, no podíamos pasar por alto esta serie en la que en el último episodio Susan Sarandon hace un cameo de lo más croquetil y besa a Melissa McCarthy. Y es que es Susan Sarandon. Que aunque en el apartado de pelirrojas maduritas, algunas somos más de Julianne Moore (repetid conmigo: oooh, Julianne!), a esta gran dama que es la Sarandon nunca le hacemos ascos.
Pues en el último episodio, nos cuenta AfterEllen que Molly (Melissa McCarthy) está en un supermercado con su marido cuando ve a una escritora a la que admira con toda su alma. Se trata de J. C. Small (Susan Sarandon) y rápidamente se acerca para tener una conversación con su ídolo, mientras la autora rellena su carrito de la compra hasta los topes con botellas de vodka. Dado que el horno no está para bollos (ni para croquetas, aparentemente), la escritora desdeña las atenciones de Molly y la manda a paseo diciéndole “ve a casa y escribe”, un consejo lleno de sarcasmo que la protagonista se toma al pie de la letra.
Al día siguiente, Molly aparece con un manuscrito en la casa de J.C., y a causa de un tropiezo con unas botellas en la entrada, el estruendo provocará que la escritora salga del inmueble, lo que llevará a una conversación sobre lo que ha escrito la protagonista y a un nuevo consejo: ahonda más en tus experiencias personales, cava, llega hasta el fondo. Mal consejo, por lo que se ve. De nuevo, Molly se lo tomará al pie de la letra y acabará peleándose con su madre durante la cena de Acción de Gracias. “¡Arruinaste mi niñez!”, le espeta, antes de largarse a casa de la escritora, en busca de consuelo.
El resto, es historia. El beso se produce de una manera totalmente cómica, en línea con el tono de la serie, en una especie de forcejeo bastante absurdo. El personaje de Susan Sarandon se pone a tono con su vodka y empieza a lanzar pedacitos de comida al pelo de Molly con la esperanza de ensuciarla lo suficiente para que se den un baño juntas. Y Molly está dividida entre ser racional y rechazar esa extraña oferta de una desconocida o complacer a su escritora favorita. Ni lo uno ni lo otro. Al final el beso es una especie de forcejeo de contorsionistas, orientado a caricaturizar el personaje de Sarandon. Podéis ver la promo del episodio para captar todavía más el tono humorístico en el que se desenvuelve todo:
Por veinticinco pesetas: nombres de actrices que han interpretado papeles lésbicos… y han repetido. Seguro que os vienen algunos (muchos) nombres a la cabeza . En su día os hablamos de Natasha Lyonne, que tiene el récord mundial de croquetopapeles, pero hoy os traemos a una candidata a arrebatarle el título: Jaime Murray. Porque ella lo vale y porque te mereces alegrarte la vista, hacemos un recorrido por sus papeles lésbicos.
Espartaco: Sangre y arena
En esta serie, Murray interpreta a Gaia, una socialité romana que consigue, con su encanto y su personalidad manipuladora, seducir a su amiga Lucretia, que no es otra que… ¡Lucy Lawless! Así, bajo el influjo del opio, las dos nos regalan las escenas que Xena nos dejó pendientes.
Ringer
El guilty pleasure por excelencia: no hay serie que me trajera más satisfacciones la temporada pasada. En ella, Jaime interpreta a Olivia, la socia de Andrew. Y en twist que le dio bastante vidilla al asunto, terminó liándose con… la ex mujer de Andrew. Así es Ringer, una caja de sorpresas.
Warehouse 13
En el subtexto menos subtexto de la historia, Jaime es H.G. Wells, una escritora del siglo XIX que, por azares del destino, termina encerrada en un almacén donde el gobierno guarda todas las criaturas sobrenaturales que existen. La encargada de detenerla es Myka (Joanne Kelly), una agente con la que empezará una relación más que estrecha.
Aunque en la serie no llega a suceder nada, las dos actrices se han encargado de avivar el asunto, con declaraciones como: “El futuro romance de Myke sólo puede ser con HG” o “Myka siempre amará a HG” y también “estamos enamoradas”, a lo que un compañero añadió “pero no en modo tijeras”, aunque Kelly respondió “DEFINITIVAMENTE en modo tijeras”. Clack, clack, clack. Más claro, agua:
Defiance
Como no hay dos sin tres, tampoco hay tres sin cuatro. Defiance se estrenó esta primavera pasada, y, claro, Murray tiene interpretación croquetil, nada más y nada menos que con Jenny Schecter Mia Kirshner. En esta serie ambientada en un futuro en el que coexisten humanos y extraterrestres, Jaime es Stahma, una alienígena casada con el hombre más poderoso de Defiance, y Mia es Kenya, la madame (sí, regenta un prostíbulo intergaláctico, no me mires así) de la ciudad. Así que, como imagináis, la historia es de lo más emocionante. Y las imágenes, también.
Fright Night 2: New Blood
He de confesar que no he tenido modo de ver esta película de vampiros, pero mi intución no me ha fallado y, viendo el tráiler, nos encontramos a la actriz croqueteando discretamente frente a la ventana con una pelirroja. Hell yeah! ¡Jaime si que sabe mantener una fanbase en condiciones!
Uno pensaría que por la profesión que he elegido y mis experiencias previas con el mundo de la ginecología estaría mucho más tranquila e iría con mucha naturalidad y lo afrontaría como una persona adulta y madura. Lo pensaría si no me conociera, asumo.
Si por algo me caracterizo es por no afrontar las cosas con madurez y por hacer EL DRAMA, (vuelvo a decir que en otra ocasión hablaremos sobre ello), así que puede decirse que yo iba bastante predispuesta a que la experiencia fuera digna de una primera vez.
La cosa empezó mal.
Un consejo os voy a dar, ginecólogos: STOP A LAS ESPERAS. Quiero decir, bastante me jode esperar de normal (¿podemos decir jode aquí?), pero puedo aceptarlo si es por algo que quiero hacer. Hacer cola para un concierto: me vale. Esperar para pedir un café en un sitio con café bueno: lo puedo sobrellevar. Cuarenta minutos sentada en una sala esperando a abrirme de piernas delante de un extraño: INACEPTABLE.
Es que me parece fruto de una mente perversa: “Sí, vamos a tener a esas mujeres allí esperando para que puedan pensar en una exploración ginecológica con detalle y puedan reproducirlo una y otra vez en su mente”. Es tortura psicólogica.
El creador de las salas de espera para el ginecólogo.
Y hasta aquí la parte común con las heteros. Porque ya sé que ir al ginecólogo es algo que en general le parece incómodo a todas las mujeres, pero sinceramente creo que si eres lesbiana la cosa se multiplica.
Todo empieza con la historia clínica. Te preguntan lo típico: nombre, edad, antecedentes familiares, antecedentes médicos, etc. Y DE REPENTE EMPIEZA LA TORTURA REAL:
—¿Usas protección?
—Ehhh no. Tu mente te grita desesperada por que le expliques la razón, pero tú estás en shock, paralizada, respondiendo a sus preguntas como una autómata.
—¿Pero tienes relaciones sexuales?
—Ehhh sí.
—¿Y no usas protección?
—Yo, eh, bueno, no.
—¿Usas la píldora, entonces?
—No. Ahí ya te das cuenta de que para él es incómodo interrogarte de esa forma y que estás quedando como si fueras gilipollas, así que decides salir del armario (otra vez. ¿No os da la sensación de que os pasáis la vida saliendo del armario?).
—Yo, bueno, es que, eh, yo, soy lesbiana.
Aquí me pongo colorada como un tomate y el médico me mira como dándose cuenta por primera vez de que efectivamente tiene delante a una tía que es imbécil.
Nunca había deseado tanto ser un avestruz.
Yo pensaba en mi ingenuidad que la tortura se había terminado y que a partir de ese momento todo iba a ser coser y cantar. Y entonces, cuando yo ya estaba relajada (o todo lo relajada que puedes estar en una de esas sillas que hacen que te sientas lo más expuesta que te has sentido en tu vida… y tened en cuenta que lo dice alguien que no duda en contar sus miserias cada dos jueves), el ginecólogo me mira desde al lado del ecógrafo y me pregunta, así a bocajarro y sin anestesia:
—¿Usas juguetes como consoladores en tus relaciones sexuales?
—¿Disculpe?
(Esto es una cosa que me pasa, que cuanto más incómoda me siento más educada tiendo a ser).
—No, bueno, eh, yo, esto, era por saber si puedo usar el ecógrafo transvaginal —dice el tío con la mayor cara de incomodidad que he visto en mi vida.
Y ahí te das cuenta de que, probablemente los ginecólogos odian casi tanto como nosotras esas visitas.
Los más grandes placeres en esta vida son el sexo y la buena mesa. ¿Y que es más lógico que fusionarlas en una mejor forma fantástica y orgásmica de placer? ¿Quién no ha escuchado nunca la bendita y muy acertada frase “food porn”?
Resulta que este es un pensamiento tan viejo como el tiempo, pero sólo recientemente está cuajando el movimiento de la gastrosexología.
Cortesía de comerybeberencanarias.com
Surge de una fusión entre gastronomía, psicología y sexología y la idea es dejarte llevar por los placeres de la gastronomía, al degustar ciertos productos, y el sexo con los conocimientos que conlleva el campo psicosexólogo.
La gran escritora Isabel Allende es precursora, sin saberlo, de este interesante movimiento, con el libro Afrodita. Incluso hay pinceladas de esto en Como agua para chocolate:
“Una vez que se ha preparado y servido una cena exquisita, que la secreta tibieza del vino y el cosquilleo de las especias recorren los caminos de la sangre y que la anticipación de las caricias sonroja la piel, es el momento de detenerse por unos minutos, retardando el encuentro para que (las) amantes se regalen una historia o un poema, como en las más refinadas tradiciones del Oriente.”
Los próximos post los dedicaré a croquetizar este movimiento. A sacar a la Afrodita en nosotras, para convertirnos en la Afrodita de ella… que es la tuya.
Cortesía de gastrosexología.com
A mí me encanta el juego este de comer de ese cuerpecito. Es tremendamente erótico compartir una fresa en la cama, un trozo de chocolate de sus labios (cualquier labio que quieras, oye) , tomar vino de sus curvas , hacer que pruebe cosas de ti… es todo muy interactivo. La idea de esto es que se mezclen ambos placeres, el gusto y el sexo.
En honor a la gran Isabel Allende y a sus libros dedicados a este tema, las dejo con una receta de ella adaptada por mí, que aparece en la novela Como agua para chocolate , en la esperanza de que, como Gertrudis, tu chica sude y arda por ti y tu comida.
Codornices en pétalos de rosas (Puede hacerse con pollo o pato)
Ingredientes:
4 rosas, (rojas, si es posible)
puré de castañas
2 cucharadas de mantequilla
2 cucharadas de fécula de maíz
1 cucharadita de agua de rosas (de esas que encuentran en las tiendas árabes)
2 cucharadas de miel
4 dientes de ajo
2 cebollas
sal y pimienta
6 cordonices
1 vasito de vino oportoPreparaciónCon cuidado, separar los pétalos de rosas, tratando de no pincharse los dedos, porque (a) es doloroso y (b) si los pétalos se impregnan de sangre, alteran el sabor del plato y puede provocar reacciones químicas peligrosas.
Se limpian las codornices y se vacían. Amarrarlas para que mantengan la forma. Frotarlas con sal, pimienta y la cucharadita de mostaza. Ponerlas a freír en la mantequilla hasta dorar y reservar.
Picar finamente las cebollas y el ajo y ponerlas a dorar en la mantequilla del ave. Cuando ya estén acitronados, desglasar con el vino. Agregar el puré de castañas, la miel, sal y pimienta y los pétalos deshojados de las rosas. Si ves muy líquida la salsa, puedes espesarla con la fécula de maíz disuelta en un poco de agua o vino frío. Se pasa por un tamiz. Por último, se agrega el agua de rosas, con cuidado de no pasarse para que no quede demasiado fuerte.
Las codornices (o el ave que hayas utilizado) se sumerge en esta salsa apenas 10 minutos antes de servir para que tome el aroma. Se decora con pétalos de rosas.
Cortesía de 2esoalengua.blogspot.com
“Parecía que el alimento le producía a Gertrudis un efecto afrodisíaco y empezó a sentir un intenso calor que le invadía las piernas. Un cosquilleo en el centro de su cuerpo no la dejaba estar correctamente sentada en la silla. Empezó a sudar y a imaginar que se sentiría sentada a lomo de un caballo […] Sus miradas se encontraron y lo que ella vio en sus ojos la hizo temblar. Vio muchas noches junto al fuego, deseando la compañía de una mujer a la cual pudiera besar, una mujer a la que pudiera abrazar, una mujer… como ella. Sacó su pañuelo y trató de que junto con su sudor se fueran de su mente todos esos pensamientos pecaminosos.”
Llevamos unas semanas muy tensas en Tierra de Lobos, un sinvivir. Y es que los guionistas se están luciendo de pleno: El Team #Crisabelino anda que echa humo en las redes sociales y estamos de uñas porque últimamente en TDL nos tienen a Cristina e Isabel en un “ahora sí, ahora no, ahora te cojo, ahora te dejo, ahora vuelvo…”
No es que nosotras seamos exigentes y hasta entendemos que una pareja feliz, sin ningún problema, no da chicha a la serie. Personalmente, soy muy fan de que la trama se enrede y te quedes ojiplática, en plan WTF! y con la boca abierta, pero da la sensación de que, conscientes del tirón que tiene nuestra pareja croqueta, los responsables de Tierra de Lobos nos la están metiendo con calzador en cada episodio.
Y es que los guionistas han hecho todo lo que no se debe hacer con un personaje lésbico, pero, no contentos con eso, nos lo han servido todo junto y sin avisar. Os pongo dos ejemplos muy claros:
Hicieron que Isabel, personaje totalmente croqueta, se acostase con Ruiz imaginándose que era Cristina. Obviando, claro, un ligero handicap que es el tema “manubrio” y que por mucha imaginación que le eches, pues ahí está, porque eres lesbiana, you know? (Nos dolió, físicamente nos dolió).
Crearon un conflicto totalmente predecible. Y como elemento sorpresa, pensaron que lo MAS LÓGICO de todo (nótese la ironía) era que Cristina, como poseída por el fantasma de Jenny Schecter, se calzase a Ruiz delante de la mujer a la que ama. (Así que ya sabéis: ¿Que te pillan de la mano con tu novia? Pues coges a un señor cualquiera en la calle, el primero que pase, y le plantas un morreo).
A partir de ahí (dos ataques al corazón, 3 valiums y dos tilas después), los guionistas cogieron carrerilla y se embalaron. Y en solo dos epidosios (¡DOS!), nos embarazan a Cristina, nos vuelven a Isabel bipolar, hacen que Cristina aborte y casi nos la matan. Repito, porque es un dato importante: en solo dos episodios. Y como no habíamos tenido suficiente con tanto cliché y estereotipo, al final nos montan una fiesta y nos disfrazan a Isabel de soldado (lo sé, lo sé, monísima, pero un poco… forzadillo).
Sufro como #Crisabel
Así que, visto lo visto, parece que ha llegado el momento de preguntarse: ¿QUO VADIS, TIERRA DE LOBOS? O en cristiano, para que todas nos entendamos: ¿A dónde vas, TDL? ¿Qué pretenden con todo esto? Pienso, de veras, que deberían darle un descanso a #Crisabel y reconducir la historia, porque como sigamos así, a más de una nos va a dar algo. Necesitamos un respiro YA.
¿Qué opináis? ¿Vosotras también andáis con la nitroglicerina en el bolsillo por si os da un ataque cardíaco?