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Transmisiones de Onda Corta

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¡Hola, croquetillas! Hoy os voy a despistar un poco con el título y por cómo voy a empezar el artículo, ya que usaré un símil tecnológico. Tampoco pretendo ser muy mala, en ningún aspecto, ni por el truño técnico que voy a soltar ni por la crítica que haré con la comparación. Pero hoy os toca leer una opinión en vez de reseña. La semana que viene volveré a hablar de series, que tengo dos críticas pendientes de hacer.

Empiezo con la explicación técnica. Tanto la radio como el wifi se transmite por ondas. Hay diferencias entre ambas, pero realmente funcionan de forma parecida. Una de las diferencias es el alcance de la señal que tienen ambas. Por supuesto, hay más diferencias, pero me quedo con esa. La radio llega más lejos, pero transmite pocos datos, solo la voz. No hay contenido multimedia. Pero llega más lejos. Con la wifi es al contrario. Llega menos lejos, pero lleva más datos. Con todas las señales pasa lo mismo. Si quieren llevar muchos datos, llegarán menos lejos. Y viceversa, llegarán más lejos si transmiten menos material.

¿Cuál es el símil? Fácil. ¿Qué series suelen ser más populares? Las que tienen salseo, pero argumento poco elaborado. Las que suelen tener una trama algo más compleja suelen quedar ahí escondidas.

Esto que digo quizás es injusto, y tampoco se pude generalizar. Sé que lo que voy a decir está un poco feo, pero es lo que creo. Vamos a sincerarnos, ¿cuántas veces os han recomendado una serie que os ha encantado y que os era totalmente desconocida? Seguro que más de una vez. Realmente este artículo no pretende cargar contra series de salseo, sino revindicar esas series desconocidas que no han llegado a tener esa popularidad que deberían merecer.

Sigo con el símil. Todas habréis oído hablar de Citrus, por ejemplo. ¿No? A eso me refiero. ¿Es mala Citrus? Hombre, pues no. Pero tampoco tiene un argumento súper trabajado. Simplemente tiene un dibujo bonito y cuidado y se volvió popular.

A veces sé que parece que soy una anti-modas, cosa que en parte es verdad. Normalmente huyo de todas las cosas que generan una legión de fans porque muchas veces son modas. Sí, hoy estoy ganando puntos para que me tiréis por la ventana, pero dejad que acabe el artículo. Que a veces hay cosas que tienen una legión de fans merecida, pero normalmente no es así. Yo me doy mi tiempo y si veo que la moda no se pasa, le doy un tiento. Podrá gustarme o no, pero la oportunidad la tiene. ¿Es malo seguir las modas? Tampoco es eso, pero tampoco hay que ser un rebaño, creo.

Personalmente, las series que más me han terminado gustando son las que he conocido de rebote o rebuscando. Pero no las que estaban ahí a la vista, de las que todas hablan. Yo por eso en mis artículos a veces no hablo de series populares, esas series son ya conocidas. Yo prefiero hablar de cosas que a lo mejor ni sabéis que existen, y están ahí y molan mil.
Por eso yo también acepto sugerencias, tampoco me da tiempo a ver o informarme de todo. O a veces he prejuzgado mal una serie y no le he dado la oportunidad que merece. Que con lo caos que soy la cago con bastante facilidad.

¿Digo con esto que está mal ver series populares? No, no me refiero a eso. Sino que, aparte de ver lo que todo el mundo ve, no cerréis puertas, dad oportunidades. Nunca sabes dónde podrás encontrar un tesoro, siempre lo diré. Si no hubiera hecho caso a una recomendación de esas nunca hubiera conocido uno de mis animes más valiosos. No os quedéis con lo popular y despreciéis al resto de series. ¿Qué no os gusta la recomendación? Pues ya está, pero al menos no has perdido la oportunidad. Pero no os neguéis por adelantado.

Yo al menos lo hago así. Me llegan peticiones de todos los colores al fansub [hey, que me han pedido hasta Candy Candy]. Series que conocía, series desconocidas, series que no me gustaban… Pero entre las peticiones de la gente y lo que voy cotilleando por mi puerta, he llegado a conocer muchos animes interesantes que quizás nunca hubiera conocido porque no son lo suficientemente populares. La última petición/recomendación me ha gustado lo poco que he visto. Que ya hablaré de Symphogear cuando haya visto más para hacer un comentario más justo.

Este artículo ha sido más un desahogo que una crítica, pero es algo que llevaba meses rumiando y que no sabía darle forma, porque me salía algo violento en algunas partes y no era plan de marcarme un Yagami Iori [llora, sufre, ¡muere!]. Intentad dar una oportunidad a esas series que os llegan no por la radio de multidifusión, esas ya tienen publicidad más que de sobra, pero si una amiga o conocida, o quien sea, os recomienda una serie, no os cuesta nada ver el primer capítulo. ¿No os gusta? Genial, solo habéis perdido 24 minutos de vuestro valioso tiempo. ¿Os gusta? Una serie nueva que habéis ganado.

Perdonadme si os ha parecido algo tostón, pero espero que no queráis tirarme por la ventana. Nos leemos como siempre el próximo sábado.

¡Gokigenyou!

Nanaho.

¡Estoy viva de amor!

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Tan solo tenía doce años cuando me atreví por primera vez a escribir un poema a una compañera de pupitre. Ni siquiera sabía que eso era amor cuando me vi entrelazando palabras, buscando la rima de sus finales y tratando de hacerme entender que aquel cosquilleo que me producían sus ojos marrones sería lo que más tarde atravesaría mi espina dorsal de los sentimientos. Algo muy sencillo, versos simples y demasiadas alusiones a la Naturaleza para tratar de igualar su belleza a la proyección que mi mente tenía de ella. Con los años fui trazando con cuidado un plano irregular donde predominaron los amores románticos, pero poco prácticos. Ese amor desgarrador de las entrañas que crees que debe ser sumiso ante todo con tal de no perder a tu amada. Esa atracción insalvable de locura, una monomanía recurrente en cada uno de mis pensamientos. Sin embargo, tuve que ser una persona adulta para ser consciente de que el amor muchas veces se convierte en una peligrosa adicción a la que nunca debes darle ventaja. Si dejas que te controle, estarás perdida.

El estado de enamoramiento se podría definir desde muchos puntos de vista. Desde aquellos más científicos donde diferentes sustancias son segregadas en nuestro cuerpo para cambiarnos la forma de actuar, hasta aquellos más poéticos o filosóficos en los que encontramos el sentido de nuestra existencia. Pero al final, el efecto que ejerce sobre el ser humano es siempre el mismo: perdida completa de la racionalidad.

Ese pico irracional que asusta es la clave para hablar del sentimiento más álgido al que acude el amor para hacerse latente. Enamorarse de una mujer es una de las cosas más bonitas que tu organismo puede experimentar, hasta el punto de paralizarte los sentidos y hacerte percibir la realidad como si se reflejase en un espejo convexo.

El primer paso es increíblemente aterrador. Imagínate un mapa con cientos de calles muy anchas de las cuales salen miles de callejuelas más estrechas. Lo observas por primera vez notando un nudo en el estómago y temiendo no ser capaz de orientarte ante tanta curva, hasta dudar del punto exacto en el que te encuentras. Poco a poco vas avanzando. Pasos cortos, tanteos pequeños. No te metes en la primera calle porque el miedo a acabar agotado palpita en cada segundo de tu deambule. Buscas esos callejones secundarios, pero no, en estos casos no hay atajos. Te vas adentrando en la mirada más clara que nunca has visto, te ubicas en su voz totalmente perdida y te pasas los minutos pensando en ese montón de cosas en las que coincidís especulando que quizás es el trozo de tela que cortaron después de cortarte a ti. Dos tejidos distintos pero que comparten un costado común. Y ahí, ahí es cuando te mueres de miedo. Todo se hace de noche, oscuridad absoluta, desasosiego, perdida de apetito y de sueño. Sin embargo, hay algo muy fuerte que te mantiene en el camino: la ilusión de saber que esa chica puede llegar a ser la que te haga entender por qué las demás no funcionaron en tu vida.

Llega la segunda etapa, cosas que nunca entendías empiezan a tener sentido. ¿Por qué se hacen tantas canciones de amor? ¡Si siempre es lo mismo! De pronto te ves sentado en el salón de tu casa, con la mirada perdida en esa horrible figura que te regaló tu madre, tarareando una canción que habla de un millón de planes maravillosos y promesas inalcanzables que te hacen creer que tu vida va ser demasiado corta a su lado. ¿En qué momento te parece terriblemente bonito ponerte enferma y que ella te cuide? Pues aquí, en este punto. Ya no tratas de comprender lo idiota que te sientes. Te ríes en un día de lluvia y eres muy generosa con el mundo que te rodea. De alguna forma tendrás que devolverle a la Tierra que te haya puesto en tu camino a alguien tan especial, ¿no? Sonríes. Sonríes sin parar. Ella está en tu vida. Ella cambia tu vida. Ella.

La tercera etapa es muy simple, el tiempo. ¿Qué le pasa al tiempo? Los minutos se vuelven locos. Son tan rápidos cuando estás con ella y tan lentos cuando no la ves que te planteas una y otra vez ¿estáis seguros que son los mismos minutos y que los dos contienen 60 segundos? Y el mundo que nos rodea, ¿cómo puede ser tan bonito todo lo que tengo cerca?¿Os habéis fijado en el color de las nubes?¿Y la Luna?¿Quién ha puesto esa cosa tan hermosa ahí arriba? El ruido del mar al llegar a la orilla puede equipararse al sonido de su voz en tu oído al despertar. Sus manos buscándote cada mañana, repasando tu cuerpo y tratando de coser esas costuras un poco dadas de sí por el fragor de los años ante las historias de amor que trataron de serlo pero que solo se quedaron en un intento. Ella afina sus movimientos, haciéndote ver que vuestros tejidos se ajustan. No importan los años que han pasado, ni las historias que ya se han vivido. Encajáis tan a la perfección que no hay hilo que se resista a uniros. Y quizás haya sido el hilo rojo que nos cose a determinadas personas sin ser muy consciente de por qué lo ha hecho.

Y por último, me gustaría destacar la dificultad de controlar el lenguaje sobre los propios sentimientos. Codificar esos movimientos interiores a palabras que traduzcan lo que esa persona te hace sentir. A veces se te agotan los términos. Te das cuenta de que un “me encantas” ya no refleja ese latido que se confunde con una afección cardiaca. ¿Le diré que me vuelve loca y que no quiero que otros labios se posen nunca más sobre los míos? No. Pensará que el adjetivo de loca sea más bien una enfermedad mental no transitoria. Y por supuesto, ni se me ocurre decirle que la quiero. Creerá que me he saltado la medicación. Pero es que me anula cualquier signo de cordura. Que no sé si será cierto que el hombre fue a la Luna pero lo que sí tengo claro es que cada vez que pienso en ella me doy cuenta de que la sensatez no habita en mi cuerpo y que mis ganas de bajarle ese precioso satélite, si me lo pidiese, no me parecería tanto desvarío.

En definitiva, ella se convierte en esa persona que aún con sus imperfecciones parece perfecta. Sois una sabiendo que os necesitáis sin hacerlo. Ese hilo rojo que te vincula a ella sin apretarte ni hacerte daño, donde las ataduras son elegidas y no impuestas. Sabes que has encontrado a la persona con la que compartirás el resto de tu vida y te ríes pensando que si pones esas palabras en voz alto tan pronto te pondrán la camisa de fuerza. Sin embargo, la miras a ella y sabes que prefieres estar así de loca sintiendo eso que cuerda sin sentir nada. Es el amor más sano y puro que existe. No necesita parches, ni tiritas. Se sostiene con una confianza que no se explica y se nutre con el cariño y la ilusión de dos amantes que se mueven en una realidad idílica.

Hydra Rosis es escritora. Puedes seguirla en su cuenta de Twitter, y leer nuestra reseña de su libro Buscando tu aprobado en este enlace. 

Tres series con personajes lésbicos para que veas este fin de semana

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Cuando tienes catorce años visualizas la vida adulta como una fiesta sin fin, un cabaret que comienza el viernes por la tarde y termina, con suerte el domingo. La realidad es, amigas mías, que muchas veces lo único que quieres es que llegue el finde semana para 1. dormir y 2. quedarte en el sofá con una manta viendo series, y si son series con croquetas, mejor que mejor. ¿A quién no le ha animado alguna vez el verse de corrido una serie entera solamente porque salía una lesbiana? Been there, done that. Las plataformas de contenidos cada vez nos quieren más, y aquí te traemos tres series que puedes maratonear de principio a fin, y que tienen personajes lésbicos.

Derry girls

Uno de los últimos estrenos de Netflix es Derry girls, una serie que te conquistará, sobre todo, por su ritmo frenético y su sentido del humor. Porque ser adolescente es un poco meh, pero si además te toca crecer en la Irlanda del Norte de los años noventa, entre atentados y un día a día completamente esperpéntico, pues imagina. Si te gustó Everything sucks, te vas a ver esta en una tarde.

Sex Education

Antes de verla ya sabíamos que nos iba a gustar. Pero es que la hemos visto, y todavía nos ha gustado más. Sex education tiene todo lo que nos atrae de una serie: humor, visibilidad LGBT, una banda sonora de morirse y Gillian Anderson. Porque todo mejora exponencialmente si está Gillian. El tercer episodio estará en las listas de lo mejor del año. Buenísimo.

Runaways

Nuestros adolescentes con poderes favoritos han vuelto a HBO y, sí, siguen huyendo de sus malévolos padres. En esta temporada, además del asuntillo este de salvar al mundo de las fuerzas del mal, veremos cómo la relación de Nico y Karolina crece, y cómo las dos tienen que enfrentarse a problemas que nos suenan, que son reales, que son adultos, y que son un estupendo reflejo de la vida real.

Una pareja demanda al gobierno japonés sobre el matrimonio igualitario

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El pasado diciembre saltaba a los medios que diez parejas iban a presentar una demanda conjunta contra el gobierno japonés sobre el matrimonio igualitario. A ellas parece que se va a sumar también la pareja formada por Ai Nakajima y Kristina Baumann, quienes han explicado las razones que les han llevado a tomar acciones legales para que su matrimonio, celebrado en Alemania el pasado septiembre, sea legalmente reconocido como tal en el país nipón.

Nos encontramos con que la realidad es que una pareja con personas del mismo género no puede casarse en Japón todavía. Queremos afrontar esta situación con una demanda, que además puede ser de ayuda para muchas personas

Kristina es ciudadana alemana, y por eso necesita un visado para permanecer en Japón. Algo que, si su matrimonio estuviera reconocido en dicho país no sería necesario, ya que su esposa es ciudadana japonesa. De momento permanece ahí gracias a un visado de estudiante, pero que tiene fecha de caducidad. El único reconocimiento legal para estas parejas en Japónes un visado de actividades designadas, que funciona paras parejas extranjeras que están legalmente casadas en otra parte del mundo, y de las que una parte resida en Japón. La ley no se extiende a una unión entre un japonés y un extranjero.

Diez ciudades o distritos japoneses reconocen las uniones civiles entre personas del mismo género, pero parece que el matrimonio igualitario se le resiste a la tercera economía mundial.

Vía: Pink news

 

 

Netflix deja de rodar en Carolina del Norte por las leyes anti-LGTB

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En marzo de 2016 el estado de Carolina del Norte promulgó una ley, llamada HB2, por la que, entre otras cosas, impedía a las personas utilizar el baño público que se ajustara a su género, y ponía muy difícil a las corporaciones municipales el elaborar normativas anti discriminación. Esto le costó, por ejemplo, que el  All-Star de 2017 no se celebrara en la ciudad de Charlotte. Y ahora le va a suponer que Netflix abandone la producción de una de sus series, prevista en ese estado.

Jonas Pate es el director de OBX, una serie adolescente ambientada precisamente en este estado, pero debido a estas leyes ha considerado moverse un poco más al sur, a la otra Carolina, en donde este tipo de legislación no tiene cabida. 60 millones de dólares que se irán a otro sitio. E director ha explicado su decisión.

Esta pequeña ley ha costado a la ciudad de Wilmington 70 buenos trabajos, limpios, con pensiones, y está mandado el mensaje a aquellas personas que pueden traer estos trabajos y más de que Carolina del Norte no lo está entendiendo

Esta ley está sujeta a expiración en 2020. Veremos si los legisladores son capaces de recapacitar, aunque sea tirando del bolsillo.

Vía: The Advocate

 

 

Arneses y besos lésbicos: Cate Blanchett vuelve por todo lo alto al teatro

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No sé si tenéis en mente un viajecillo a Londres de aquí al dos de marzo, pero a lo mejor es buena idea ir reservando un vuelo para no perderse a Cate Blanchett encima del escenario, en un papel que, seamos realistas, nos va a gustar, y no solamente porque incluya a la australiana correteando por la escena con un arnés, ni besando a otra mujer.

Ejem.

When We Have Sufficiently Tortured Each Other es una adaptación bastante libre de una novela de Samuel Richardson escrita en el siglo XVIII titulada Pamela. El libro consta de una serie de cartas en las cuales Pamela cuenta cómo su empleador, Mr B, se obsesiona con ella, hasta que en un claro pisodio de síndrome de Estocolmo, ella accede a casarse con él. Por el camino, por cierto, hay episodios de BDSM que son reproducidos en la obra.

El guión de Martin Crimp le quiere dar una vuelta a la protonovela, y por eso ha escogido doce escenas, correspondientes a doce cartas del libro, y le ha dado todo el poder al personaje de Cate Blanchett, para disfrute del público. En palabras de la actriz:

No estamos aquí haciendo campaña electoral, estamos haciendo una serie de preguntas. Algunos espectadores se pondrán furiosos, algunos estarán perplejos, algunos puede que se exciten. Tenemos la esperanza de que la conversación tras la obra sea lo más importante

La dirección corre a cargo de Katie Mitchell, y además de Cate Blanchett, Stephen Dillane, Babirye Bukilwa, Jessica Gunning, Emma Hindle y Craig Miller estarán sobre el escenario.

Vía: The guardian

Crowdfunding para re-publicar la primera novela negra lésbica

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Eve Zaremba publicó en 1986 Work for a million, la primera novela pulp lésbica que tenía como protagonista a una detective privada lesbiana. Rápidamente se agotó su primera edición, y para que ahora podamos disfrutar de esta historia, la editorial Bedside Press ha puesto en marcha un crowdfunding para volver a imprimirla. Pero no queda ahí la cosa.

Además, la editorial quiere adaptar la historia al formato de novela gráfica gracias al talento de la escritora Amanda Deibert (Wonder Woman ’77) y de la artista Selena Goulding (Susanna Moodie), gracias a la aprobación de la autora original y de su esposa, Ottie Lockey. 

Nacida en Polonia, Zaremba fue en los años cincuenta a vivir a Canada, donde escribió seis novelas con la detective privada Helen Keremos como protagonista. Zaremba fue una pieza muy activa del movimiento de liberación de las mujeres durante los años ochenta, y publicó en Toronto un fanzine feminista desde 1979 a 1989.

Si quieres colaborar en esta reedición y en el nuevo formato, puedes hacerlo en este enlace, y contribuir así a recuperar parte de la historia LGBT.

 

No es fácil decir adiós

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Hola de nuevo a toda croqueta presente.

¿Qué tal las vacaciones navideñas? ¿Qué tal las horas de trabajo extra navideñas? ¿Qué tal el paso del año? Espero que todas estéis mejor que bien.

Hoy voy a hablar de algo que experimento siempre cuando escribo, o más bien, cuando dejo de escribir, y tengo curiosidad por si es un fenómeno extendido o si solo lo sufro en mis carnes (en tal caso, ayuda, que lo paso muy mal).

Vale, voy a dejar de dar vueltas sobre el tema, aunque creo que el título deja una gran pista sobre el tema en cuestión a tratar: el duelo del escritor tras terminar el libro.

Sé que empecé escribiendo fanfics, pero a pesar de “no ser una historia 100% original mía” siempre los he ambientado en universos alternativos y al final tan solo he cogido el aspecto físico de los personajes, las personalidades y la forma que tenían de actuar dependiendo de lo que pasara en la historia era algo creado por mí. Cuando terminaba algún fanfic recuerdo lo difícil que se me hacía escribir los últimos capítulos, porque en mi mente solo podía pensar en que ya estaba, ya no iba a escribir más sobre ellos y tendría que decirles adiós.

Como escritora paso las 24 horas con mis personajes, no solo estoy con ellos cuando estoy frente al ordenador, sino también cuando tomo notas, cuando apunto ideas, cuando voy de paseo, cuando escucho música, cuando conduzco y a veces incluso sueño con ellos (esto último ya lo dejo para mi intimidad… ja je ji jo ju). En fin, que al final es un contacto continuo con su forma de ser, se podría decir incluso que acabamos siendo un grupo de amigos (madre mía, ¿por eso nunca salgo a tomar café con nadie? Amigos imaginarios). Los conoces, sabes lo que hacen y lo que no hacen, conocemos toda su historia desde que eran pequeños hasta que empezamos a escribir, porque sabemos mucho más de ellos de lo que sale en el papel (pantalla). Incluso podría mencionar el fenómeno que sorprende y que al mismo tiempo nos enfada, que es que cobran vida propia y aparecen escenas que no tenías pensadas escribir, pero que, joder, quedan bien y van acorde a la historia y a los personajes. ¿Esto os pasa? Sé que no estoy loca, porque la señora Agatha Christie contaba esto mismo sobre su personaje Poirot, al que acabó odiando un poco y le dio un final a la saga del famoso detective.

¿Qué ocurre? Que después de entablar amistad con estos personajes que creamos, se acaba la historia, porque alargarla estaría mal (madre santa, me tendrían que decir esto con Ralexa…). Y entonces… tienes que despedirte de ellos, dejar de estar las 24 horas con ellos, dejar de pensar en cómo va a ser la escena, en cómo va a ser la reacción de ellos cuando pase tal cosa, de cómo van a ser las sensualidades futuras… ains… qué duro.

Sinceramente pienso que lo que ocurre es que formamos un vínculo, un apego, por todo esto que estoy contando, es un contacto continuo, a veces “hablo” más con estos personajes que con mi propia abuela (sin el “a veces”), y yo a mi abuela la quiero un montón, así que supongo que quizás quiero también a mis personajes.

Ahora mismo estoy viviendo una especie de duelo adelantado, en mi historia 12.700 km he creado todos los personajes (incluido su físico) y lo siento más mío que nunca. En mi querido organigrama ya he visto los capítulos que quedan y el dolor en el pecho es real, porque no puedo despedirme de las protagonistas ni de los personajes secundarios. Al final son muchas personalidades y mucha historia contada, y pensar que no los voy a “ver” más es duro. Es difícil decir adiós.

Y aunque escribas historias nuevas y crees personajes nuevos tras acabar la historia, estás varias semanas aún pensando… “¿y cómo le ira a Gina?”, “¿cómo le habrá salido los bollos hoy a Amanda?”, “¿Teri habrá vuelto a fumar porros?”… Y así continuamente. Además de que los nuevos personajes son “extraños” que tienes que conocer. El círculo vuelve a empezar y al final los querrás con el alma y tendrás que volver a decirles adiós.

Joder, qué vida más difícil. Te plagian y sufres duelos continuos. ¿Habré elegido bien?

En fin, tras esta última reflexión… Personas escritoras del mundo, ¿sufrís el duelo literario? Contadme vuestras experiencias con él, ¿tenéis algún truquito para llevarlo mejor? No sé, un vaso de leche con bizcocho o un plato de croquetas o de gambas. Aunque si no es de comer mejor, que me gustaría cumplir los propósitos de año nuevo, aunque sea en enero. En febrero ya hablaríamos de comida.

Y personas lectoras del mundo, ¿echáis de menos a Hermione Granger? Quiero decir, ¿os vinculáis con los personajes? ¿Los echáis de menos? ¿Sufrís el duelo literario? ¿Algún truco? También leo de vez en cuando y seguro que gente de por aquí también.

¡Gracias por leer!

Y si os gustaría que hablara de alguna cosa específica, ¡solo tenéis que pedirlo!

Un guiño,

Ginsey.

La serie ‘Pink Bean’ de Harper Bliss es ‘The L Word’ hecha libro

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Hay veces en la vida que no sólo apetece leer un libro. No, no. Lo que apetece es meterse entre pecho y espalda una buena serie de cuantos más libros mejor. De esas que permiten conocer bien a los personajes, encariñarse con unos y no llegar a congeniar del todo con otros, y subirte a la montaña rusa emocional que son sus peripecias porque, seamos sinceras, un poco más de emoción en la rutina diaria nunca viene mal.

Si esto es lo que andáis buscando, no desesperéis, porque la serie Pink Bean es lo que queréis. Con nueve libros publicados, por ahora, pero que llegarán al menos a doce, como ya ha reconocido Harper Bliss, su escritora, Pink Bean es The L Word hecho libro.

Aquí, en vez de tener el Planet, tenemos el Pink Bean. Y será el café el punto neurálgico del que surgirán amistades, relaciones, etc, entre sus trabajadoras y clientas habituales. Cada uno de los libros se centrará en uno o dos personajes, mientras que los demás, a los que ya habremos conocidos en otros libros o conoceremos en los posteriores, actuarán como secundarios para no perder de vista cómo les van las cosas.

Con una serie siempre se puede correr el riesgo de caer en la repetición, de que los personajes sean calcos unos de otros y la historia que se esté contando sea una y otra vez la misma. Esto no es un problema para Harper Bliss. Sin inventar nada nuevo y siguiendo los patrones más clásicos de la novela lésbica romántica que tanto nos gusta, se atreve con historias y personajes diferentes de los que con tanta frecuencia nos encontramos en estos relatos. Una serie repleta de libros con la que pasaréis un muy buen rato y que os harán querer formar parte del, cada vez más grande, club de fans de Harper Bliss.

‘The ground beneath my feet’, nueva película lésbica para este 2019

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The ground beneath my feet (Der Boden unter den Füßen) es una de las películas seleccionadas para la Berlinale, el Festival de cine de Berlín, que se celebra el próximo mes de febrero, y después de ver el trailer, que se lanzó ayer, podemos decir que es uno de los estrenos que veremos este año. Dentro video.

El thriller cuenta la historia de Lola, una agresiva mujer de negocios que vive volcada en su trabajo. Su rutina es quedarse la última en la oficina, asistir a cenas elegantes para clientes y breves noches de sueño en habitaciones de hotel estériles, algunas de ellas acompañada de su jefa. 

Pero, como no podía ser de otra manera, Lola tiene un secreto, y este es su hermana Conny, que vive en una institución mental. Cuando Lola se entera de que su hermana ha intentado suicidarse, su mundo comienza a tambalearse, y empieza a tener alucinaciones y a perder el control sobre la realidad.

La película está protagonizada por la actriz austriaca Valerie Pachner, (Egon Schiele: Death and the Maiden). Pachner aparecerá en Radegund de Terrence Malick, que tiene fecha de estreno en 2019, y parece ser que la veremos pronto en una película de habla inglesa, aunque todavía no se conoce cual.  La película ya ha encontrado distribuidor para Alemania, y es muy probable que podamos verla en algún festival en nuestro país.

Vía: Variety